Durante este año ISIS, o Estado Islámico (EI), tomó mayor relevancia internacional por la conquista de las regiones del este de Siria y el noroeste de Irak, revelando la fragilidad de ambos países.
El surgimiento de este grupo provocó, entre otras cosas, un cambio en el balance del poder regional. Irak perdió gran capacidad militar después de la retirada de Estados Unidos y quedó sumido en una crisis política. La introducción de elecciones resultó en que el gobierno iraquí se encuentre controlado por la mayoría chiíta, la misma corriente del islam que también es mayoritaria en Irán. A su vez, Irán y sus aliados interesados en detener al EI no poseen ni la capacidad militar ni la legitimidad política para derrotar al yihadismo sunita. Por último, el interés estadounidense en la región disminuye a medida que depende cada vez menos de la importación de hidrocarburos de esta región.