Durante este año ISIS, o Estado Islámico (EI), tomó mayor relevancia internacional por la conquista de las regiones del este de Siria y el noroeste de Irak, revelando la fragilidad de ambos países.
El surgimiento de este grupo provocó, entre otras cosas, un cambio en el balance del poder regional. Irak perdió gran capacidad militar después de la retirada de Estados Unidos y quedó sumido en una crisis política. La introducción de elecciones resultó en que el gobierno iraquí se encuentre controlado por la mayoría chiíta, la misma corriente del islam que también es mayoritaria en Irán. A su vez, Irán y sus aliados interesados en detener al EI no poseen ni la capacidad militar ni la legitimidad política para derrotar al yihadismo sunita. Por último, el interés estadounidense en la región disminuye a medida que depende cada vez menos de la importación de hidrocarburos de esta región.
Las rivalidades regionales comenzaron a reconfigurarse con Estados Unidos fuera del tablero de juego y el EI controlando amplios territorios y con pretensiones de expandirse por otros países. Estados Unidos e Irán colaboraron para asesorar al ejército iraquí en contener al califato. Arabia Saudita, histórico rival de Irán, movilizó tropas a su frontera con Irak. Turquía, otro actor regional relevante, está interesado en detener al EI en sus límites con Siria e Irak. Jordania, por su parte, teme que los yihadistas se infiltren en su país. En otras palabras, rivales históricos poseen el mismo interés: inmovilizar al EI.
En otro orden, el reciente apoyo aéreo de Estados Unidos al ejército iraquí fue el argumento esgrimido para el asesinato del periodista James Foley por parte de militantes yihadistas. Ahora, la amenaza del grupo es asesinar a Steven Sotloff, otro reportero estadounidense si el presidente Barack Obama no pone fin a la ofensiva aérea que, entre sus misiones, permitió recuperar la represa de Mosul. En sus recientes acciones, Washington optó por continuar con los ataques y hacer caso omiso al secuestro de Sotloff.
Si bien ISIS parece ser un enemigo similar al que Estados Unidos combatió en Afganistán, dos elementos lo hacen diferente y más complejo. En primer lugar, el control territorial de las zonas ricas en recursos naturales le genera importantes ingresos por la explotación de hidrocarburos. En segundo lugar, la ausencia de un ataque como el del 11 de septiembre de 2001 que movilice a la opinión pública.
La sociedad norteamericana está cansada de las campañas militares en el extranjero, por lo que el gobierno necesitará mucho más que la muerte de un periodista para obtener el apoyo necesario a otra incursión que probablemente termine con muchas vidas estadounidenses (sin contar las de las iraquíes, sirios, kurdos y otros de los que pocas veces se habla). Por el momento, los ataques aéreos evitan la pérdida de vidas de soldados estadounidenses. Pero, ¿cuánto podrá contribuir esta herramienta militar en contener o erradicar al EI?