Las riendas del PJ están sueltas

Poco dura el peronismo en el diván. Todavía no cayeron los últimos cascotes de la derrota y en el movimiento ya se abrió el mercado de especulaciones. Nada de introspección profunda. Mucho menos de autoflagelo. “No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer”, apuntaba Arturo Jauretche. Las riendas del Partido Justicialista (PJ) están sueltas y varios son los domadores que se alistan para tomarlas. Cada uno con su impronta. Cada uno con su ethos. Cada uno con su receta para recuperar el centro de gravedad de la política criolla.

Y, sin duda, la nominación empieza con Cristina Fernández de Kirchner. Luego de ocho años en el poder, la Presidente cuenta con credenciales suficientes para no bajarse de la montura. Pero primero, claro, debe decidir si continuará en el frenesí de las arenas políticas u optará por el embalsamamiento, esperando que los manuales de historia hagan su parte. Viudez, cirugías de riesgo y el estrés que implica comandar los destinos de un país parecen razones de sobra para escoger esta última posibilidad. El matiz sería una hibernación patagónica extendida para recobrar energías y volver al ruedo en el 2017. De cualquier modo, CFK seguirá de reojo los movimientos en Comodoro Py. Varias denuncias por presunta corrupción descansan ahí, listas para materializarse en causas judiciales o pasar al olvido en los sótanos del palacio. Continuar leyendo

¿Quién ganó la batalla entre Clarín y el kirchnerismo?

El cambalache comenzó con la firma de Guillermo Moreno, en septiembre del 2007, que convalidó la fusión entre Multicanal y Cablevisión. Dos primaveras después, a contracorriente, el Gobierno de Cristina Fernández promulgó la ley de medios. Al año siguiente, Amado Boudou intentó desarticular la amalgama de las dos corporaciones con una resolución. Y, hace diez días, la Justicia Civil y Comercial porteña corrigió al vicepresidente y ratificó la unificación de ambas empresas. En el medio de este trabalenguas político-jurídico, fuimos testigos de “la 125”, “cruzadas culturales”, fallos de la Corte Suprema, extracciones de ADN, guantes de boxeo en un asamblea de Papel Prensa y dos preguntas retóricas que quedarán en la antología de las chicanas criollas: “¿Qué te pasa, Clarín? ¿Estás nervioso?”.

Todo muy fluctuante. Todo muy apasionante. Pero asoma el crepúsculo del kirchnerismo -al menos, en su versión sui generis- y la duda continúa flotando en el aire: ¿Quién ganó la disputa entre el Gobierno nacional y Clarín?

La respuesta posee diferentes ángulos de toma. Uno, por ejemplo, es el económico. En este plano, el colosal conglomerado comunicacional parece haberse impuesto. Y un claro indicio es el fallo reciente de la sala II de la Cámara Civil y Comercial que aprobó la mixtura entre Multicanal y Cablevisión, impulsada en sus inicios por el entonces presidente Néstor Kirchner mediante la resolución 257. Pero no solo eso. En estas semanas, Clarín se quedó también con el 49 % de la operadora móvil Nextel. Dos pájaros de un tiro. Pruebas fehacientes de que la empresa de Héctor Magnetto, lejos de replegarse, está en franca expansión. Su perímetro aumenta día a día. Continuar leyendo

Los siameses Daniel y Mauricio

El escenario electoral actual ofrece dos niveles de análisis. Si elegimos el lente sin aumento para decodificar la realidad, observamos que hay una polarización imperante entre dos fuerzas: Cambiemos y Frente para la Victoria. Enfrentamiento que, básicamente, reposa en las diferencias que habitan en la genética de las estructuras (recursos, comunicación, militantes, estética, desarrollo territorial, etcétera) que impulsan a los dos candidatos de mayor fuste y en sus respectivas tradiciones (el macrouniverso del peronismo y el club del liberalismo autóctono).

Pero si escogemos el microscopio y lo colocamos sobre el tipo de liderazgo que ejercen Daniel Scioli y Mauricio Macri, la dicotomía le deja su asiento a la homogeneización. Ambos aspirantes, por más que le duela al círculo rojo y al kirchnerismo progresista leal a las directrices de CFK, poseen numerosas similitudes. Y no solo en su visión económica (los dos equipos económicos afirmaron que, después del 10 de diciembre, será ineludible sentarse a negociar con los fondos buitres para acceder al crédito internacional), sino también en su muñeca política.

Tanto el cabecilla naranja como el adalid amarillo poseen unos rasgos que el intelectual Joseph Nye (junior) ubicaría en la categoría de liderazgo femenino. Se los percibe dispuestos a colaborar con los demás, intercambian opiniones con adversarios, son integradores (dentro de ciertos márgenes, obviamente) y replican conductas de sus seguidores. Características, por ejemplo, ausentes en CFK, que, siguiendo la estela del teórico norteamericano, paradójicamente, se encuadraría en el liderazgo masculino: firme, competitiva, absorbente y decidida a dirigir la conducta de los demás. Las vueltas del léxico genérico. Continuar leyendo

El boomerang feudal

Joven de la Unión Cívica Radical (UCR) acribillado en circunstancias misteriosas en Jujuy. Inquisición político-mediática contra el jugador de fútbol más popular del país por opinar sobre pobreza. Piromanía electoral en el jardín de la república. Protesta, represión policial y tres militantes del Partido Obrero presos, también en Tucumán. Y para rematar esta cronología dantesca, la senadora nacional del Frente para la Victoria (FPV), Beatriz Rojkés, amplía su antología de frases descarnadas justificando la violencia de género.

Tres semanas y monedas pasaron del triunfo en las PASO y Daniel Scioli todavía no pudo pronunciar el lema de su campaña: ¡victoria! Desde el 9 de agosto todo ha sido una migraña para el gobernador. Pálida tras pálida. Y, exceptuando el diluvio que azotó a la provincia bonaerense, todas provenientes de un mismo punto cardinal: el norte. ¿Avatares del destino o causalidad geopolítica?

Para empezar, conviene poner sobre la mesa algunos papeles interesantes: las tres provincias donde sucedieron dichas tragedias están comandadas por mandatarios que están enquistados en el vértice del Estado desde hace varios almanaques. En Jujuy, Eduardo Fellner ha sido jefe del Ejecutivo en dos tramos: 1998-2007 y 2011-actualidad (y va por la reelección), José Alperovich es la máxima autoridad política en Tucumán desde el 2003 hasta la fecha, y Gildo Insfrán, empecinado en triturar cuanto Guinness político se le presente, se encamina a su sexta gestión consecutiva en Formosa. Ergo: estamos hablando de dirigentes alérgicos a la alternancia y con una gran capacidad para conservar sus respectivas parcelas de poder. Continuar leyendo

Peronismo bajo cero

A pesar de las denuncias de fraude, la quema de urnas y otros incidentes de envergadura, Juan Manzur será el próximo parquero del jardín de la república. Hecho que le da continuidad a la experiencia Alperovich y, en simultáneo, le agrega otro poroto a Daniel Scioli en su doble carrera: ganar las elecciones nacionales y, consecuentemente, convertirse en el paladín del peronismo. Dos desafíos intensamente ligados: sin el primero no podrá lograr el segundo y a la inversa.

Pero, principalmente, el triunfo en Tucumán del antiguo ministro de Salud de la nación pone de relieve que las placas tectónicas del peronismo a escala nacional se están moviendo. En el seno de la colosal maquinaria, la correlación de fuerzas se está alterando: El cristinismo radioactivo está siendo desplazado, lentamente, por el sciolismo zen.

Y lo que ofrece esta planta de reciclaje ideológico denominada justicialismo para esta nueva época es otro perfil de políticos: más plásticos, menos tajantes. Distanciados de la lógica polarizante que implantó el kirchnerismo, los cuadros peronistas -Juan Manuel Urtubey, Omar Perotti, Daniel Scioli, Alberto Pérez, Juan Manzur, por citar algunos- que se aprestan a tomar el timón del país destacan por su impasibilidad, su consensualismo y su moderación. Continuar leyendo

Una campaña electoral híbrida

Los dos presidenciables con mayores chances, Mauricio Macri y Daniel Scioli, empiezan a desandar una campaña compleja, donde el condicionante temporal (la reflexión, como valor político, hace tiempo que fue sustituida por los reflejos y el olfato) es solo una de las piezas a encajar en este tetris. También están el factor discursivo (qué se dice) y los dispositivos (cómo se dice) por donde se encauza el mensaje escogido. Sobre este último haremos hincapié en este breve artículo.

Sobre el ocaso de los años noventa, estaba claro que los candidatos debían conjugar la clásica recorrida territorial -actos, timbrazo, caminatas, afiches callejeros, carteles, etcétera- con la presencia en los medios de comunicación tradicionales -televisión, radio y gráfica. Era prácticamente un imperativo proselitista: de la calle al estudio y viceversa.

En el siglo XXI se añadió otra arena comunicacional: el mundo en línea. Un espacio que, si bien aún no se sabe con exactitud su efecto concreto, se está volviendo crucial al momento de conectar con la ciudadanía. Ejemplo tangible -y pionero- fue el de Barack Obama en el 2008, con su campaña triple o: Obama online operation, que incluía la movilización de ciberactivistas, el debut político de Twitter y la difusión de la página oficial del demócrata. Continuar leyendo

Cristina, Daniel y la muralla china

Primero, fue un Caballo de Troya cargado de legisladores de La Cámpora en la legislatura bonaerense. Fracasó. De la mano de José Ottavis, vicepresidente de la Cámara de Diputados, los cuadros juveniles fueron los primeros en apostar por Scioli a la Nación. El segundo intento de cerco se llamó Gabriel Mariotto. También falló. El vicegobernador, otrora crítico acérrimo del número 9 de La Ñata, hoy es el surfer número uno de la ola naranja. Ahora, es el turno del apóstol incondicional de Cristina Fernández, Carlos “el Chino” Zannini.

La Presidenta entró –antes de lo esperado– en la campaña. Y lo hizo, como sabe, convulsionando la agenda. CFK entiende, como pocos en la política criolla, la naturaleza del poder. A lo largo de estos ocho años, ha demostrado una habilidad inusitada para mantener firmes las riendas en sus manos. La configuración del binomio Daniel Scioli-Carlos Zannini es otra prueba rotunda. “La Jefa” comprendió que la mejor forma de evitar el síndrome del pato rengo no es ni contemplar ni arbitrar la contienda electoral, sino jugarla. Estar en la cancha. Embarrarse.

La maniobra no termina ahí. A Cristina le preocupa –y mucho– el futuro. Especialmente del 10 de diciembre en adelante. Por eso, en caso de un triunfo del candidato oficialista, el objetivo primordial  del “Chino” será sitiar a Scioli. Oficiar de muralla, para que este último no le tome el gustito al bastón presidencial y ponga en riesgo el “operativo retorno” en el 2019. Mantenerlo a una distancia considerable de esa colosal maquinara de poder llamada PJ: liga de gobernadores, CGT y barones del conurbano. Que no llegue a colonizarla, y si es posible, ni a tentarla con la chequera. CFK sabe con qué bueyes ara.

Si la voluntad popular acompaña, lo secundarían en la albañilería de dicho muro, Máximo Kirchner,  Axel Kiciloff y Eduardo Wado de Pedro. El tridente camporista encabezará las listas de candidatos a diputados nacionales por Santa Cruz, Capital Federal y provincia de Buenos Aires, respectivamente.             

Ahora, ¿quién es el encargado principal de esta misión?  A contra natura del Gobernador, Carlos Zannini, Secretario Técnico y Legal de la Presidencia, desde el minuto cero del kirchnerismo hasta hoy, es un cuadro político proveniente de la militancia revolucionaria. Integrante de la Vanguardia Comunista (actual PRML), fuerza de orientación maoísta, estuvo preso –junto a otras figuras resonantes, como Jorge Taiana, Carlos Kunkel y el socialista Alfredo Bravo– durante el gobierno de Isabelita y la última dictadura militar (1974-1978). En los ochenta, con la llegada de la democracia, calmó sus ansias de insurrección y trabajó en un frigorífico mientras finalizaba sus estudios de abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba. Promediando el alfonsinismo, se mudó a Río Gallegos. Ahí conoció, a través del entonces chófer Rudy Ulloa, al matrimonio Kirchner. La relación, sustentada en una profunda confianza – tanto persona como política–, se mantiene  hasta el presente. ¿Su secreto? Un perfil bajo que raya el esoterismo.

Su última tarea fue entrenar a Florencio Randazzo para que le haga de sparring a Scioli en la interna del Frente para la Victoria. Plan que terminó en un affaire. La jefa del Ejecutivo, en otra muestra de fortaleza, a horas del cierre de listas, le bajó el pulgar al hombre de los trenes. Como premio consuelo, le ofreció la provincia de Buenos Aires. El ministro del Interior y Transporte la rechazó. Prefirió cumplir con su palabra que traccionar electoralmente, desde el distrito más grande del país, la candidatura del ex motonauta. Afuera del kirchnerismo, reconocieron su coherencia; adentro, Aníbal Fernández empezó su crucifixión el viernes, tildándolo de singlista.

Cristina, con la inclusión de su ladero en el tándem presidencial, terminó de polarizar el mapa electoral. Dos discursos antitéticos atravesarán la contienda: el populista, encarnado en el Frente para la Victoria, y el republicano, personificado en el frente que encabeza Mauricio Macri, que, en función de esta dicotomía, terminó optando por Gabriela Michetti para condensar una propuesta 100% PRO. Dos interpretaciones de la democracia: una que hace hincapié en su carácter sustantivo, el bienestar de la mayoría, y otra que pone el foco en su funcionamiento, respeto de las reglas y las instituciones.  Escenario que habían pronosticado dos intelectuales de envergadura, como Juan José Sebreli y Ernesto Laclau.

Pero éste no será el único combate. En paralelo, se desarrollará la lucha intestinal del peronismo, protagonizada por la escuadra naranja y el kirchnerismo de paladar negro. Claro que no será televisada ni supeditada al mandato de las urnas. No. Será silenciosa.  Hermética. De entrecasa, como les enseñaron Néstor y Cristina. Y, sobre todo, como nos tiene acostumbrados el justicialismo, con final abierto.