Los adolescentes, entre el centeno y sin guardián

A veces me toca presenciar el cambio de conducta, pero lo que más me impresiona es el cambio en el rostro. Caritas que aplaudieron entusiastas el final de alguna lectura, que bajaron ojos emocionados al recibir elogios, se vuelven grises. La mirada pierde el aura que le da la inocencia, se vuelve turbia. Y el chico, luego de pasar más o menos años “portándose mal” dentro del aula, corta la conexión con la escuela, porque ahora siente vergüenza.

El abandono no es abrupto, pero tarde o temprano sucede. Lamentablemente, la escuela gimotea aliviada ante otro problema espantoso que fue incapaz de resolver.

¿Qué se hace dentro de un espacio cerrado con 20, 25, 30, 35 o más adolescentes que provienen de diversas realidades? Chicos que saben (o no saben) distintas “cosas escolares”, que se niegan a quitarse los auriculares y a abandonar sus celulares (“un ratito, es porque estoy explicando algo importante y quiero que entiendas, por favor”), chicos que se duermen cerrando los ojos más o menos, porque se quedaron toda la noche navegando en internet, buceando, buscando y buscando en el único campo que creen despejado y que en realidad está plagado de peligros y es el campo de centeno, pero sin guardián. Continuar leyendo

Cuatro propuestas para mejorar la educación pública

Durante los últimos días volvió a hablarse, en los medios de comunicación, de la educación y de su importancia. El caso de la chica asesinada en Junín por una patota de compañeras a la salida del colegio, el caso de la “escuela túnel” en La Plata, la necesidad o no de una ley “para el bullying”, las aulas container, el problema de las drogas, la gente que desea el regreso del servicio militar obligatorio, los “ni-ni” y, seguramente, algún tema más que se me escapó.
El asunto es que  los titulares que deambulan por las portadas de los diarios y los programas de televisión, para los trabajadores de la educación, son más que temas esporádicos. Se habla de inseguridad  multiplicada, de sociedad violenta, de linchamientos, de desprecio y maltrato hacia discapacitados, de acoso. Todo eso que está afuera de las escuelas, también está adentro. Y es adentro donde estamos los docentes, metidos en las aulas con los alumnos, como nos pidieron durante la huelga de este año cuando prometieron ocuparse prontamente de resolver problemas planteados.
 
¿Cuáles serían los puntos más urgentes a tratar para que el panorama educativo mejorara? Me pareció importante que no fueran los periodistas, columnistas, panelistas o candidatos los únicos que pudieran difundir sus propuestas. Hice esta pregunta a decenas de profesores de escuelas públicas de la provincia de Buenos Aires y más o menos, estuvimos de acuerdo en que serían los siguientes:
1)      Solucionar el problema de la infraestructura. En mi nota anterior, escribí sobre la importancia de las aulas dignas y su impacto sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje. El caso de la escuela túnel de La Plata es extremo, pero no aislado. Todas las escuelas tienen problemas con sus edificios: o bien se quedaron pequeñas para la cantidad de alumnos que poseen (porque funcionan en edificios que eran escuelas primarias, por ejemplo, y no hay aulas suficientes, hecho que produce que se dé clase en comedores, gimnasios, aulas improvisadas con durlock, etc), o tienen problemas con el mantenimiento del edificio y sus instalaciones, en mayor o menor grado.
2)      Solucionar el problema salarial docente, que está lejos de estar resuelto por la última paritaria. Dejemos de lado el tema de “trabajan 4 horas”, por favor, ya quedó suficientemente aclarado que no es así. Me voy a referir a los profesores para ejemplificar la idea, porque en el imaginario colectivo no están sentados tranquilamente tomando tecitos mientras dictan clase en una escuela bonita cercana a su domicilio. Los profesores trabajamos en muchas escuelas, a veces en los tres turnos, para poder reunir un salario. Si los famosos 20 módulos permitieran vivir dignamente a un docente, éste podría tener 200 alumnos y no quichicientos. Y podría trabajar mejor, dedicarse personalizadamente a los alumnos, preparar concienzudamente sus clases. Y la lista de “mejoras” que traería esta mejora sería tan larga que no alcanzaría mi texto: impactaría en absolutamente todo, cambiaría la concepción que la sociedad tiene del docente y más jóvenes considerarían dedicarse a esta profesión imprescindible.
3)      Solucionar el tema de la atención médica de los docentes. Si existiera un lugar en donde el docente pudiera atender su salud, con especialistas de todas las áreas, equipamiento moderno, tecnología, y todo lo necesario… se terminarían dos problemas. Uno, todos los dolores de cabeza y trastornos que pasamos con IOMA. Dos, se terminaría con el tema de las licencias falsas, que tanto daño hacen a las escuelas y nos estigmatizan a todos los docentes, acusados de vagos y corruptos por las famosas “suplencias de suplencias de suplencias”.
4)      Y por último, un tema importantísimo que espero poder explicar claramente. La escuela es inclusiva: se ha conseguido un adelanto inmenso en ese aspecto y hay una generación de chicos estudiando que son hijos de padres que no pudieron acceder a la educación formal. El logro abarca todos los ámbitos:  la primaria,  la secundaria y  la universidad. Los docentes sabemos eso y todos estamos felices con lo que se ha logrado. Pero (sí, hay un tremendo “pero”, lean atentamente que no quiero que me malinterpreten) los docentes no podemos solos, ante una avalancha de “casos que contener”, “problemas a solucionar” o como quieran eufemísticamente  denominar. Es necesario que nos ayuden, que haya gabinetes en todas las escuelas, con más carga horaria y más profesionales. Necesitamos psicopedagogos, asistentes sociales, psicólogos y más  bibliotecarios y preceptores. Sería grandioso que existiera el cargo de “Coordinador del Consejo de Convivencia”, con el turno entero en una misma escuela y sueldo, para encargarse desde el encuadre de este nuevo paradigma de lo que antes denominábamos “disciplina”. Los docentes no podemos hacer todo. Y como en el punto anterior, se podría hacer una larga lista de las cosas que mejorarían si ingresara en cada escuela un refuerzo de profesionales para ayudar en la tarea: los docentes podríamos delegar todos esos “extras” que estamos haciendo más mal que bien y podríamos dedicarnos exclusivamente a dar clase. Que sería lo que corresponde, creo, porque a esta altura de tergiversación de las funciones de la escuela, no sé si se considera así. Mejoraría la calidad educativa, inmediatamente.Mejoraría todo.
Escribo estas propuestas en una columna de opinión, en democracia. Los invito a expresar en los comentarios los puntos que consideren que olvidé, los que modificarían entre los que escribí, los que les parece que expliqué deficientemente. Somos nosotros, como sociedad entera, los que lograremos que la situación actual cambie.Paremos de insultarnos y descalificarnos, propongamos ideas, continuemos el debate, que de nosotros depende el futuro de nuestros jóvenes, que en definitiva, es El futuro.