Todavía estoy conmocionado. Emocionado. La recuperación de Guido es la culminación de una vida de lucha. Una recompensa para el alma. Una reparación.
Pero en esto hay una dimensión que excede largamente lo individual. Incluso que supera el ámbito de nuestra familia. Es que la restitución de la identidad de Guido, el hijo de mi hermana Laura, asesinada por la dictadura cívico-militar después de dar a luz a mi sobrino, es una conquista colectiva.
Durante estas horas frenéticas pero maravillosas hemos comprobado que los valores que guían la militancia de las Abuelas, y que constituyen la política de Memoria, Verdad y Justicia, están instalados en el corazón de los argentinos.