Hace unos días, dos preocupaciones me consumían horas antes de que comenzara la jornada académica sobre Ciberguerra, organizada conjuntamente por la editorial TAEDA y la UADE. Una de ellas era el éxito de este seminario por el cual habíamos trabajado arduamente durante varios meses; y la otra, era el partido de esa noche en el cual se dirimiría cuál de los equipos más populares de la Argentina continuaría en la Copa Libertadores. Lo cierto es que la jornada académica fue un éxito, pero como todos saben, la deportiva terminó en un verdadero bochorno que excede lo estrictamente futbolístico y que ya ha merecido miles de reflexiones.
El caso es que en esas horas previas al partido entre Boca y River, analizábamos durante el evento académico, las implicancias que en la vida de todos los ahí presentes tenía la Ciberseguridad y la Ciberdefensa, hasta en nuestras propias libertades individuales. La aparición de Internet había revolucionado nuestras vidas a una velocidad desconocida en toda la historia de la humanidad. Y mientras científicos, académicos y periodistas diseccionaban este espacio de conflicto relativamente nuevo, yo no podía abstraerme de vincular una vez más todo lo que se discutía en ese seminario con nuestro deporte más popular. Es que, viendo a esos centenares de jóvenes en el auditorio, de edades similares a las de mis hijos, vino a mi mente el recuerdo de un 20 de diciembre de 1992 en el que un juvenil jugador de nombre Claudio Edgar Benetti, marcaba el gol de la victoria con el que Boca se consagraba campeón ante San Martín de Tucumán, después de once años de no obtener títulos (el período más largo sin campeonatos de toda su historia). Continuar leyendo