Parece que hasta hace solamente unos días, la inflación no existía. Como la inseguridad era una sensación. En términos inflacionarios eso es bastante más complejo de sostener, porque en cuestiones delictivas, entre los índices que “dibujan” las fuerzas de seguridad, lo no denunciado (casi el 50%) y las investigaciones judiciales interminables, se hace complejo un conteo comprobable. Pero en cuestiones de inflación, la composición de la “canasta medible” no debería ser un problema, a menos que alguien quiera distorsionar las cosas. Si incluyo en dicha canasta el aceto balsámico que está bajando de precio y saco el pan o la leche o los fideos que están subiendo, genero una distorsión.
Esta “sensación” de inflación que todos teníamos -y que el “medidor” oficial llamado Indec nos decía que se trataba de una especie de tara mental nuestra- parece que empieza a ser una realidad, y si bien las huestes de Guillermo Moreno siguen emitiendo las mismas mediciones en base a un esquema de evaluación caprichoso y arbitrio, hay algunos funcionarios oficialistas que empiezan a reconocer su existencia.