Para quienes alguna vez transitamos con asiduidad los pasillos del edificio de la Avenida Comodoro Py, donde asientan los juzgados y fiscalías federales en lo penal, no puede dejar de sorprendernos algunos movimientos, que deben atribuirse, inequívocamente, al sospechoso y trágico deceso del fiscal Alberto Nisman.
Porque jamás se había producido un comportamiento tan diametralmente opuesto entre jueces federales y fiscales del mismo fuero. Opuesto y a la vez, uniforme: casi todos los fiscales proceden del mismo modo; casi todos los magistrados también siguen una línea similar.
Para graficar la situación basta con observar cómo, nada menos que ocho fiscales federales presentaron juntos una denuncia para que se investigue si el presunto agente de inteligencia Allan Bogado, mencionado por el fiscal Nisman como la persona que, en el marco del plan criminal de encubrimiento del atentado a la AMIA que estaba denunciando, presionaba a los magistrados de ese fuero en nombre del gobierno nacional. Es decir, casi todos los fiscales federales de primera instancia titulares y el fiscal de la Cámara Federal, denunciaron juntos un hecho derivado de la denuncia madre del extinto fiscal Nisman. Continuar leyendo