No es lo mismo el vino puro que el vino con soda. Ni su sabor ni sus efectos. Casi podría decirse que son bebidas diferentes. Tampoco tiene nada que ver el vino espumante con aquel cuyas burbujas provienen de la mezcla con un contundente sifonazo. Vale la comparación con el peronismo, porque lo que queda del partido del General está viniendo aguado, es peronismo con soda.
Tal vez sea porque muchos de sus dirigentes de relevancia o con aceptación social tienen orígenes confusos, o porque éstos perciben que viene una de esas etapas de la Argentina en las que el peronismo pierde peso electoral. Los dos referentes que hoy, a dos años de las presidenciales, tienen más posibilidades electorales son Sergio Massa y Daniel Scioli. Uno proveniente de la UCeDe de Álvaro Alsogaray, asimilado durante los 90; el otro con un origen deportivo y una ideología poco clara o, al menos, nunca bien explicada.