La presidente Cristina Fernández de Kirchner declaró hace solamente unos días que el periodismo “dispara balas de tinta para derrocar gobiernos populares”. Se refería evidentemente a la prensa libre, al menos a aquella prensa que no es solventada por el gobierno, la que siguiendo su lógica, sería un ejército mercenario que le brinda a los gobiernos populares “armaduras de papel”, o algo así, para continuar con la licencia poética.
Los medios son empresas. Mantener su funcionamiento, los gastos de papel e impresión de un periódico, un espacio radial o televisivo, el salario de los trabajadores de prensa, tiene un altísimo costo y su sostenimiento depende de una empresa que, como tal, puede soportar dichos costos. Por ende, cuando el empresario construye un medio, selecciona periodistas en base a su gusto, y este gusto, si se trata de periodísticas políticos, posiblemente se relacionen con su forma de ver las cosas y no con la forma del vecino. Eso hace que tal medio tenga determinado perfil y las opiniones en él brindadas, una cierta tendencia.