Muchos siguieron recientemente el reto #MesSano, 30 días de +nutrición, +bienestar y +salud que realicé en redes sociales junto al doctor Eddie Armas y al entrenador José Fernández. Nuestro objetivo fue relacionar a los participantes con la necesidad de comer sano.
Se habla muy a menudo de las consecuencias negativas de la mala alimentación. La salud se esgrime como el argumento más sólido, más convincente a la hora de promover lo perentorio de saber alimentarse por cuanto de la salud no solo depende la calidad de vida, sino la vida misma.
Sin embargo, pocas veces hacemos énfasis en la parte espiritual, ética y hasta religiosa que acompaña a ese afán de comer irracionalmente, con instinto baconiano, sin pensar en sus malas consecuencias.
Una valoración ético-religiosa muy profunda emana del cristianismo, que ubica a la gula -glotonería, consumo excesivo de comidas y bebidas- dentro de los considerados siete pecados capitales, al mismo nivel de la envidia, la pereza, la ira, la soberbia, la avaricia y la lujuria. Continuar leyendo