Vivir en armonía

Los hábitos alimentarios revelan el nivel de relación entre el cuerpo y la mente, y pueden determinar la calidad de vida de los seres humanos. Se habla mucho de lo positivo que es mantener una dieta adecuada, o sea, comer alimentos saludables, sólo los necesarios y, dentro de lo posible, respetar un horario.

A pesar de la propaganda, aún existen incrédulos que prefieren dar el gusto al cuerpo. Algo así como malcriar a un niño satisfaciendo sus antojos, sin tener en cuenta la educación futura. Por lo general, son personas que no dominan la mente, que se rinden cuando esta cae de rodillas ante los sentidos del olfato y el gusto.

Es cierto que se disfrutan segundos de inmensa felicidad, pero, a la larga, son solamente instantes que se transforman en años de pesadillas, porque crean la base para el exceso de peso, el colesterol alto, la diabetes, la presión sanguínea elevada y otras secuelas que también perjudican la actividad mental. Por esa razón, el cuerpo y la mente deben vivir en armonía, cuidarse y respetarse mutuamente. Lograr momentos de felicidad sacrificando calidad de vida nada tiene de ventajoso. Continuar leyendo

Gula: ciencia y religión coinciden

Muchos siguieron recientemente el reto #MesSano, 30 días de +nutrición, +bienestar y +salud que realicé en redes sociales junto al doctor Eddie Armas y al entrenador José Fernández. Nuestro objetivo fue relacionar a los participantes con la necesidad de comer sano.

Se habla muy a menudo de las consecuencias negativas de la mala alimentación. La salud se esgrime como el argumento más sólido, más convincente a la hora de promover lo perentorio de saber alimentarse por cuanto de la salud no solo depende la calidad de vida, sino la vida misma.

Sin embargo, pocas veces hacemos énfasis en la parte espiritual, ética y hasta religiosa que acompaña a ese afán de comer irracionalmente, con instinto baconiano, sin pensar en sus malas consecuencias.

Una valoración ético-religiosa muy profunda emana del cristianismo, que ubica a la gula -glotonería, consumo excesivo de comidas y bebidas- dentro de los considerados siete pecados capitales, al mismo nivel de la envidia, la pereza, la ira, la soberbia, la avaricia y la lujuria. Continuar leyendo