La Habana se desvanece

En una deslucida carnicería, justo frente a la Iglesia de los Pasionistas, en la barriada de La Víbora, dos chicos juegan cubiletes encima del mostrador, un ayudante afila con calma un par de cuchillos y el carnicero, sin camisa y sentado en un destartalado taburete fuera del local, se dedica a rellenar un crucigrama de una revista Bohemia del año pasado.

En una pizarra cuelga un aviso que reza: “pollo por pescado y carne de niño”. Algunos jubilados hacen cola con sus jabas, resguardándose del calor insoportable debajo de un alero.

Parece un cuadro surrealista de Chagall. “Aún no ha llegado el pollo ni el picadillo de niños, pero en algún momento del día llegará el camión”, informa el carnicero a los usuarios sin levantar la mirada del puzle.

A los abuelos que intentan cobijarse del sol les da igual. A ellos el tiempo les sobra. Hablan naderías o recuerdan con nostalgia los tiempos en que el Gobierno, cada nueve días, distribuía carne de res por la libreta para todos los miembros del núcleo familiar. Continuar leyendo

Los cubanos sufren otro embargo impuesto por el Gobierno

Aunque usted viaje de Miami a La Habana en segunda clase y en un vuelo de poco menos de 45 minutos, los aranceles y el precio del billete aéreo son de infarto. Probablemente, a un cubano residente en la Florida le resulte más barato viajar a Europa que visitar a sus parientes. El régimen de Castro tiene su arma secreta contra el embargo que desde 1962 implantó Estados Unidos a la isla.

La réplica ha sido ordeñar a los exiliados que viven desperdigados por medio mundo, en particular en la otra orilla. Sin fanfarria, el castrismo ha creado una formidable industria con el sudor y sacrificio de los emigrados.

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