El 16 de abril de 1961, poco antes de finalizar un encendido discurso pronunciado durante las honras fúnebres a las víctimas de bombardeos que marcaron el preludio de la invasión de Bahía de Cochinos, Fidel Castro exclamó: “Compañeros obreros y campesinos, ésta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida. Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?”.
Esas palabras fueron dichas en la esquina de 12 y 23, en la barriada habanera del Vedado. 52 años después, a menos de diez kilómetros de aquel lugar, todas las noches, al filo de la madrugada un trío de pordioseros comienzan su faena en una desvencijada escuela abandonada en el barrio de La Víbora.