La expansión china no se detiene

En el mundo apacible del trading global de granos pasan cosas, los jugadores están repartiendo la baraja. Hace menos de dos meses Nidera anunció la venta del 51% de su paquete accionario a la compañía estatal china COFCO, esto es, el traspaso del control. Poco tiempo después, se largaron los rumores de las negociaciones de COFCO con Noble (la noticia de la operación, aparentemente también una adquisición del 51%, se anunció el mismo día que se filtran los planes de Louis Dreyfus de salir a bolsa o vender una porción de su capital). En el 2011 Glencore salió bolsa adelantándose en la carrera. Las familias comienzan a abrirse, and when the house is rocking, don’t go knocking.

¿Cómo pueden interpretarse estos movimientos? Existen múltiples respuestas, pero cuando los desplazamientos son de estructura de capital, es importante leer que pasa con el flujo de los mismos y como estos afectan al negocio. El mercado mundial de granos entró en tensión desde el 2000: Europa abandonó su rol como exportador neto y pasó a ser un importador (revuelo de la vaca loca y PAC mediante) y China se sumó al mercado mundial de alimentos con el ingreso a la OMC. Esto determinó un precio creciente para todos los granos, particularmente la soja y a su vez elevó el grado de volatilidad de los precios. Pasando en limpio: ser trader se puso más caro y bastante jugado. Si antes para comprar 5 millones de toneladas de soja necesitabas USD 1.000 millones ahora necesitas USD 2.000 y además el precio se pone más incierto. Los bancos te miran feo y Tom Cruise aparece cantando en calzones en el living de tu casa. Risky business, my friend. Y siempre, siempre, hay un chino que quiere alimentar a sus bichitos que irán a parar al asador. Las compañías empiezan a evaluar quien será su socio en el mundo del financiamiento, los bancos ponen un piso mínimo de ganancia con la tasa de interés, mientras que los accionistas enfrentan pérdidas, pero cuando ganás se llevan más: toman riesgo.

Es interesante observar el proceso análogo que atravesaron las 20 mayores empresas de productos lácteos del mundo. La usina láctea es eso, un trader de leche cruda que te la vende en forma productos que aguantan más tiempo en la góndola. Sólo un 13% de la facturación de estos 20 gigantes lácteos pertenece a compañías privadas, el resto se reparte en compañías que cotizan en bolsa o cooperativas, las cuales son en definitiva otra forma de distribuir el riesgo. Lo hacen entre sus socios.

Hay un segundo motivo para esta ola de movimientos en la estructura de capital. Para entenderlo, conviene poner el foco en el origen de la compañía que está realizando estas fusiones y adquisiciones: COFCO, un conglomerado de empresas alimenticias chinas. Cuando alguien realiza compras de manera muy frecuente y por volúmenes considerables existe un potencial de reducir costos de transacción con la internalización de eslabones del proceso productivo. Adicionalmente, esto restringe las fluctuaciones de precios y a su vez asegura el abastecimiento. En un mundo que se prepara para alimentar a 9.500 millones de habitantes en el 2050 con una dieta diversa y rica en proteínas animales el conflicto clave es por aquel bien que no respeta los tiempos del hombre dado que tiene sus tiempos biológicos y por ahora poco se puede hacer para alterarlos. La tensión es por lo escaso, el grano.

Este artículo fue escrito en colaboración con Sebastián Senesi, Magister en Agroneogocios de la UBA y Director y Docente de la Maestria en Agronegocios de la UBA

Lecciones del éxito chileno para la Argentina

En los últimos 24 años Chile redujo la pobreza de un 40% a un 15% en base a una serie de políticas que combinaron un crecimiento económico que multiplicó el PBI en 5,6 veces y redujo la inflación de más de 20% a 2,4% (anual). Chile se rebeló contra su destino manifiesto de pobreza. El país dividido políticamente, manchado con sangre y empobrecido que le entregó Augusto Pinochet a la Concertación es hoy una película que entusiasma, una foto de claroscuros en constante búsqueda de la mejora.

El sistema chileno de partidos fue una de las tantas claves para alcanzar esos resultados; hubo cobre, sí, pero también se supo administrar y eso es lo interesante. Este sistema se encuentra estructurado en torno a lo que coloquialmente llaman “el binominal”, un sistema para elegir parlamentarios que determina que un partido debe duplicar en votos y a la vez superar el 65% para llevarse las dos bancas del distrito. Esto hace que las fuerzas políticas se hayan aferrado a un bipartidismo de alianzas rígido: por un lado la centro izquierda (la Concertación, ahora que ha incluido al Partido Comunista es la Nueva Mayoría) y la centro derecha (Alianza por Chile). A su vez, el binominal generó que ambas cámaras del Congreso requieran del consenso para poder funcionar, dado que es muy difícil que alguna de las alianzas de partidos cuente con una “mayoría automática”.

El sistema electoral genera un espejo en el Ejecutivo: acceder a cargos dentro de la elitista y competitiva maquinaria estatal chilena es complejo, dado que requiere de acuerdos dentro de las alianzas y, una vez en el cargo, los grados de libertad para tomar decisiones con los que cuentan los funcionarios están severamente acotados. Esto se ve reflejado en la duración de los ministros de Hacienda (nuestro equivalente al de Economía) en el cargo. Todos han durado lo mismo que su presidente; por otro lado, ningún presidente chileno se vio obligado a entregar su mandato antes de término.

Ministro

Los cambios en Chile son pausados, prácticamente imperceptibles en el corto plazo, pero determinantes en el largo. La otra clave de la estabilidad chilena es el intercambio de ideas constante entre el poder político y el poder económico que se sintetiza en una fuerte endogamia entre ambos. Este es quizás el rasgo más distintivo de su democracia frente a otras de la región: en Chile el conflicto y los fuegos de artificio son mirados con mala cara. Para muchos, ese diálogo entre poderes es demasiado incestuoso, una estabilidad basada en la incomodidad de otros.

Chile ha producido en los 24 años de la transición hacia la democracia una incipiente clase media con demandas que no han sido correctamente interpretadas por los candidatos de la Concertación primero y por Sebastián Piñera luego, que no consiguió retener el puesto para la Alianza por Chile, a pesar de finalizar un período de espectacular crecimiento. De acuerdo con analistas del país trasandino, el período de la transición a la democracia llegó a su fin cuando Michelle Bachelet le entregó la banda a Piñera el 11 de marzo 2010. Hoy el ciclo se repite en forma inversa y las alianzas determinadas por la posición de los partidos frente la partida de Pinochet dejan de tener sentido y el binominal parece hoy más un problema que una solución.

Hoy Chile es fundamentalmente distinto, pero igual, a como era en 1990. Lo que la elite de la Pequeña Santiago del Poder se pregunta es cómo adaptar un sistema político que supo ser exitoso, para que logre absorber las intensas demandas de una clase social que no existía cuando éste se creó.

Argentina atraviesa ya 30 años del retorno de la democracia, dos presidentes no han logrado terminar su mandato, una infinita cantidad de ministros de Economía ha pasado por el quinto piso de Hipólito Yrigoyen 250. El país precisa quizás de hombres grises surgidos de las entrañas mismas del sistema, pero dispuestos a reformarlo. Volverlo más apacible, sentar las bases definitivas de un desarrollo económico democrático. Un diálogo más fluido entre el poder político y el poder económico.