Luego de cuatro años de la instauración del cepo cambiario, la administración del presidente Mauricio Macri, en cumplimiento de su promesa electoral, puso fin a las tortuosas restricciones que operaban sobre el mercado de cambios. En este sentido, el levantamiento del cepo implica una mejora del bienestar mediante un conjunto de efectos tanto directos como indirectos. Así, respecto del primero de los casos, la liberación de las restricciones cambiarias supone que cada uno de los individuos que opera en la economía llevará a cabo las transacciones que considere necesarias para maximizar su bienestar, en el plano personal y en el general.
Por otra parte, en cuanto a los efectos indirectos, se explican por los impactos sobre el resto del sistema. Así, el cepo cambiario equivalía a fijar un precio debajo del equilibrio de mercado, que al producir un exceso de demanda en dicho mercado generaba un exceso de oferta en el resto de la economía, lo que implicaba: altas tasas de interés (bonos), presión sobre los precios (dinero), retracción del nivel de actividad económica por habitante (bienes) y menor demanda de empleo productivo (trabajo), que se traducía en desempleo (que se ocultaba detrás de estadísticas con criterios artísticos y empleo público), caída del salario y precarización de las condiciones laborales. Por lo tanto, al levantarse la restricción cambiaria, si bien el precio de la moneda extranjera subirá, el exceso de demanda desaparecerá y con ello se cerrarán los excesos de oferta en el resto de los mercados, junto con sus efectos nefastos. Continuar leyendo