El ejemplo del padre Lucho

El padre Lucho es un tipo muy humilde, como debe ser un religioso, pero además está muy involucrado con los problemas de la sociedad. En el lugar en donde predica, come, duerme y vive, la localidad de Pablo Nogués.

En una de las tantas charlas que hemos tenido me ha dicho que su intención era “escrachar” con los feligreses las casas donde se venden drogas que “arruinan a la juventud”.

Él sabe que nosotros desde el municipio llevamos una batalla sin fin contra el flagelo del narcotráfico, ya que hemos puesto buzones para que los vecinos, anónimamente, denuncien los lugares de expendio de estupefacientes, y, una vez constatado que efectivamente en el lugar se lleva adelante esa modalidad delictiva, iniciamos un expediente que lleva mi firma y se eleva a la Justicia y a las autoridades policiales. Continuar leyendo

La Argentina que mata dos veces

Todavía no se acallan los comentarios sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman y lo poco que ha hecho la Justicia por aclararlo cuando nos encontramos, en los matutinos de las últimas horas, con otra “joya” de la extravagancia: el despropósito y la demencial desmesura del juez de Casación Penal, Horacio Piombo, quien redujo la pena para un violador de un menor de seis años al considerar que la figura agravante de “gravemente ultrajante” no era aplicable porque el menor había sido violado con anterioridad de modo que podría ser considerado homosexual.

En la Argentina estamos en serio riesgo, porque cuando los valores propios de cada sociedad son subvertidos y pasa a ser normal lo que claramente no lo es, una sociedad está en peligro.

Cuando niños que están creciendo ven absolutamente normal que su padre y su abuelo no trabajen por que reciben un plan social y esto se hace regla.

Cuando se muere un Fiscal de la Nación de manera absolutamente violenta y la fiscal del caso manifiesta que “ojalá que sea un suicidio porque si no es un escándalo” y nadie se horroriza.

Cuando los diputados hacen leyes para que los alumnos evalúen a los profesores a ver si pueden o no enseñar.

Cuando el deporte de máxima convocatoria en el país se transforma en una batalla campal y nadie castiga a nadie, e inclusive algunos festejan la barbarie una Nación claramente está en peligro grave de disolución.

El caso del juez Horacio Piombo es un eslabón más en la cadena de horrores provocados, inventados, y puestos en práctica por una manera de conducir un país que, a todas luces, muestra su cara más nefasta cuando de hacer justicia se trata. 

El Dr. Piombo justificó en su fallo la violación de un niño de 6 años “por que ya había sido violado antes”, o sea, lo volvió a violar. En el fallo, este juez, argumentó que el menor “ya había sufrido el impacto de lo gravemente ultrajante” de una primera violación ya que, supuestamente, el “niño ya estaba acostumbrado a la sexualidad por lo que en otro momento le pasó”, y que además esto se potenciaba por las condiciones de vida y de pobreza del niño violado. Piombo volvió a violar al niño y ahora el argumento es más grave: “lo violaron porque es pobre”

Cuando decimos que en la Argentina lo anormal se ha vuelto moneda corriente y que están subvertidos los valores, nos apoyamos exactamente en esto. Lo lógico es que los actos de un delincuente sean aberrantes y los fallos, ejemplares, en la Argentina, el fallo es más aberrante que el hecho. Lo que dice Piombo, palabras más, palabras menos, es que si un niño o adulto fue violado una vez, la segunda es menos grave. Un disparate de características insuperables, un fallo que debería disparar miles de pedidos de juicio político, una rápida acción del Estado, aunque más no sea una fortísima declaración.

Pero, claro, hay cosas más importantes en Argentina que un niño violado, y un violador en libertad; hay que sacar de la Corte Suprema a un juez muy mayor, por que puede perjudicar el futuro de los integrantes del Gobierno que se va.

Lo anormal es normal y nadie hace absolutamente nada por cambiar esta realidad que nos lastima como sociedad, nos hunde en la más absoluta de las miserias y que nos incluye en el grupo de personas que alguna vez denunciara Martin Luther King cuando dijo que no le dolían los actos de la gente mala “me duele la indiferencia de la gente buena”

Estamos de pie

Y un 18 de febrero el país se puso de pie, caminó debajo de una lluvia torrencial, en medio de respetuoso silencio que era un grito de rebeldía que cruzaba la República.

Yo caminé entre ellos y todavía me dura la enorme emoción de ver tanta gente con las mismas consignas: justicia, respeto a las instituciones, basta de atropello, en definitiva, paz dentro de un país normal. Argentina estaba otra vez de pie.

Llegaban de todos lados, tuve oportunidad de hablar con muchos de ellos, los había de Mar del Plata, de Olavarría y de los lugares más recónditos de nuestra provincia de Buenos Aires. Continuar leyendo

Los argentinos nos convocamos para dar el pésame

El pésame que la Presidente de la Nación y el Gobierno todo le negaron a las hijas y familia del Fiscal Alberto Nisman les será brindado por la gran mayoría de los argentinos el próximo 18 de Febrero.

Un pueblo dolido, impactado, se autoconvocó para suplir y reparar lo que desde el poder se quiso evitar. Que la República le rindiera homenaje a un fiscal de la Nación, que ofrendó su vida en aras de la verdad. Verdad que desde el Gobierno, pareciera se quisiera que no salga a la luz. Demasiadas contradicciones, demasiadas interferencias, demasiadas descalificaciones, demasiados silencios. Se descalificó hasta la ofensa el trabajo del fiscal muerto. Se quiso hacer ver desde un primer momento, que al fiscal se lo “miraba” todo el tiempo, estuviera donde estuviera. Y a partir de esa “mirada” se quiso poner en duda su conducta; incluso se cuestionó, que haya sido él, el responsable de su trabajo.

Se apresuró la Presidente de la Nación en acusar un suicidio, para inmediatamente después denunciar un homicidio. En ambos casos, sin dar razón de sus dichos. Contrasta tanta incontinencia verbal para opinar y entrometerce en una causa judicial, lo que constitucionalmente le está vedado, con el silencio que guardó respecto a los personajes involucrados en las escuchas que todos los argentinos hemos podido conocer. Asusta cuando uno toma conciencia que las personas involucradas en las escuchas no solo preservan sino que aumentan su poder de control sobre todos nosotros, o caminan libremente, sin dar ninguna explicación.

Tanto es así, que jueces y fiscales por primera vez en muchísimos años, han hecho conocer sus preocupaciones y temores públicamente. No solo por lo que sucedió con el fiscal Nisman, sino por lo que pudiera ocurrir a cualquiera de ellos, de aquí en más. Desde la desintegración de la Cámara Federal Penal, tras el asesinato del juez Jorge Vicente Quiroga y los atentados sufridos entonces por los jueces Munilla Lacasa Malbrán y Bianco que no se vive una situación de estas características en el país. Tampoco recuerdo tanto cuestionamiento de la sociedad y de los propios fiscales hacia la persona de un Procurador. Difícil trabajar cuando uno no confía en quien lo debe dirigir; tan o más difícil para el ciudadano común, confiar en la transparencia del Ministerio Público cuando se desconfía de su cabeza.

Por ello, es muy importante la valiente actitud que han tenido los fiscales y jueces de cara a la sociedad , que no solo han expresado sus miedos, sino que al mismo tiempo han transmitido confianza y compromiso en su gestión. A excepción de ese pequeño grupo que integra lo que se conoce como “Justicia Legítima” que lidera Gils Carbó, se han mostrado más unidos y compenetrados que nunca con lo que su labor exige. En esa convicción, no les ha temblado el pulso para proponer una marcha en silencio, para rendir homenaje al colega caído en el cumplimiento de su deber.

En momentos en que la República atraviesa momentos muy dificiles, de los que se hacen eco no solo los medios y noticias locales sino también del exterior, resulta muy sano y oportuno mostrarle al mundo que los argentinos, mas allá de algunos pocos, estamos juntos y rechazamos y despreciamos la violencia y el terrorismo. Por ello, hoy más que nunca es una obligación de todos nosotros acompañar la marcha de jueces y fiscales, para rendir el justo homenaje que el fiscal Alberto Nisman se merece, y dar el pésame a su familia que este Gobierno les negó. Como un ciudadano más, sin título ni cargo, por supuesto que allí estaré.