Por: Jesús Cariglino
El pésame que la Presidente de la Nación y el Gobierno todo le negaron a las hijas y familia del Fiscal Alberto Nisman les será brindado por la gran mayoría de los argentinos el próximo 18 de Febrero.
Un pueblo dolido, impactado, se autoconvocó para suplir y reparar lo que desde el poder se quiso evitar. Que la República le rindiera homenaje a un fiscal de la Nación, que ofrendó su vida en aras de la verdad. Verdad que desde el Gobierno, pareciera se quisiera que no salga a la luz. Demasiadas contradicciones, demasiadas interferencias, demasiadas descalificaciones, demasiados silencios. Se descalificó hasta la ofensa el trabajo del fiscal muerto. Se quiso hacer ver desde un primer momento, que al fiscal se lo “miraba” todo el tiempo, estuviera donde estuviera. Y a partir de esa “mirada” se quiso poner en duda su conducta; incluso se cuestionó, que haya sido él, el responsable de su trabajo.
Se apresuró la Presidente de la Nación en acusar un suicidio, para inmediatamente después denunciar un homicidio. En ambos casos, sin dar razón de sus dichos. Contrasta tanta incontinencia verbal para opinar y entrometerce en una causa judicial, lo que constitucionalmente le está vedado, con el silencio que guardó respecto a los personajes involucrados en las escuchas que todos los argentinos hemos podido conocer. Asusta cuando uno toma conciencia que las personas involucradas en las escuchas no solo preservan sino que aumentan su poder de control sobre todos nosotros, o caminan libremente, sin dar ninguna explicación.
Tanto es así, que jueces y fiscales por primera vez en muchísimos años, han hecho conocer sus preocupaciones y temores públicamente. No solo por lo que sucedió con el fiscal Nisman, sino por lo que pudiera ocurrir a cualquiera de ellos, de aquí en más. Desde la desintegración de la Cámara Federal Penal, tras el asesinato del juez Jorge Vicente Quiroga y los atentados sufridos entonces por los jueces Munilla Lacasa Malbrán y Bianco que no se vive una situación de estas características en el país. Tampoco recuerdo tanto cuestionamiento de la sociedad y de los propios fiscales hacia la persona de un Procurador. Difícil trabajar cuando uno no confía en quien lo debe dirigir; tan o más difícil para el ciudadano común, confiar en la transparencia del Ministerio Público cuando se desconfía de su cabeza.
Por ello, es muy importante la valiente actitud que han tenido los fiscales y jueces de cara a la sociedad , que no solo han expresado sus miedos, sino que al mismo tiempo han transmitido confianza y compromiso en su gestión. A excepción de ese pequeño grupo que integra lo que se conoce como “Justicia Legítima” que lidera Gils Carbó, se han mostrado más unidos y compenetrados que nunca con lo que su labor exige. En esa convicción, no les ha temblado el pulso para proponer una marcha en silencio, para rendir homenaje al colega caído en el cumplimiento de su deber.
En momentos en que la República atraviesa momentos muy dificiles, de los que se hacen eco no solo los medios y noticias locales sino también del exterior, resulta muy sano y oportuno mostrarle al mundo que los argentinos, mas allá de algunos pocos, estamos juntos y rechazamos y despreciamos la violencia y el terrorismo. Por ello, hoy más que nunca es una obligación de todos nosotros acompañar la marcha de jueces y fiscales, para rendir el justo homenaje que el fiscal Alberto Nisman se merece, y dar el pésame a su familia que este Gobierno les negó. Como un ciudadano más, sin título ni cargo, por supuesto que allí estaré.