Por: Jesús Cariglino
Definitivamente, hay que readecuar las estructuras que han demostrado acabadamente que ya no están en condiciones de dar respuesta.
En otra época, en otra coyuntura, con otra realidad, y con otra Argentina, sin dudas, que deben haber significado un gran cambio, y un gran aporte para la sociedad; sobre todo para los que menos tenían.
Pero esa Argentina de antes, hoy ya no existe. Y desgraciadamente, ese sistema de salud que tuvo su época de esplendor, con esas estructuras hospitalarias enormes y grandilocuentes, hoy se ha convertido en una verdadera trampa.
Hospitales colapsados, destruidos, sin recursos físicos ni humanos, imposibles de mantener y mucho menos de reacondicionar para volver a llevarlos a ser lo que fueron otrora, son incapaces de afrontar la actual problemática de la salud en la Provincia de Buenos Aires y en el resto del país.
En Malvinas Argentinas supimos ver oportunamente que los vientos habían cambiado, y acompañamos el crecimiento del distrito con un desarrollo en salud moderno y adecuado para los tiempos que corren. Desde la infraestructura, desde el recurso físico y desde el recurso humano. Hoy los vecinos de este Municipio pueden gozar de hospitales modernos, muy bien equipados desde lo tecnológico y con un recurso humano de excelencia.
Por ello es que trascendiendo las fronteras del distrito, nos sorprendemos permanentemente recibiendo vecinos que vienen a atenderse en nuestro sistema de salud, desde todos los puntos de la provincia de Buenos Aires.
A diferencia de lo que vemos sucede a diario en la Argentina, y especialmente en la Provincia, en Malvinas Argentinas la salud nunca está de huelga. El contraste es enorme, y no pasa desapercibido para ningún vecino de esta Provincia ni mucho menos para sus dirigentes. Ni siquiera da para responsabilizarlos; sencillamente, el actual modelo de salud que lleva adelante el gobierno de Cristina Fernández, es inviable. Lo que sorprende, es que nadie lo denuncie. Ni los actuales gobernantes regionales, ni los que se ponen en la fila para sucederlos.
Cualquiera que recorra esas enormes estructuras en plena decadencia y que parecieran abandonadas a su suerte, entendería de lo que estoy hablando. Techos que se vienen abajo, paredes repletas de humedades, ascensores que no andan, quirófanos que asustan, subsuelos inundados; guardias que no pueden completarse, turnos colapsados, insumos que no son suficientes, personal médico agredido y temeroso. Ni que hablar de la falta de prótesis. Lamentablemente, pareciera ser que de la salud nadie se ocupa ni se quiere ocupar. Seguramente, consideren que es mucho más económico mirar para otro lado que invertir en salud. De cara a lo que viene, no tengo dudas que la salud debe ser “la prioridad“; sin embargo, no veo que esté en la agenda de ningún candidato.
En alguna oportunidad escuché a Cristina Kirchner decir que en un país donde su Presidente no se atendía en los hospitales públicos, la Salud Pública era puro cuento. Y esa, lamentablemnte, es la realidad de nuestro país, ya que la Primera Mandataria jamás se atendió ni atiende en hospitales públicos; siempre que tuvo un problema de salud, -ella o sus hijos-, recurrieron a instituciones privadas. Lo mismo sucede con el Gobernador de la Provincia. Dicen una cosa y hacen otra. Un capítulo más del “relato salvaje” al que estamos sometidos los argentinos. Como los ilusionistas, el gobierno muestra con una mano lo que todos querríamos tener, para luego, con la otra, hacer el truco, y hacerlo desaparecer; salvo que esta “ilusión” no divierte a nadie.
Lo cierto es que esto es lo que ocurre en nuestro país; la salud pública es puro cuento, pues los hospitales, salvo honrosas excepciones, no están en condiciones de dar las respuestas que los argentinos nos merecemos. Hay que barajar y dar de nuevo. Como hicimos en Malvinas Argentinas.
Me he propuesto replicar en la Provincia de Buenos Aires a partir del próximo gobierno, lo que hemos sabido hacer en nuestra Patria chica. No es declamación ni oportunismo electoral. La experiencia está a la vista de todos. No requirió de milagros. Solo fue cuestión de decisión, y de priorizar recursos en función de las verdaderas necesidades de los vecinos; y por supuesto, de sensibilidad social.
La otra cara de la moneda, un obsceno gasto en publicidad, en pintura y en fútbol. Nada de ello redunda en beneficio de la salud de nuestra gente. Honestamente, no comprendo cómo es que ello no se advierta, o se pueda ser tan indiferente; por cierto, tampoco comprendo, como es posible que no escuche a ningún candidato, hablar de la salud que viene, o la que debiera venir…