Ha finalizado el 2015. Fue un año intenso. Es probable (así lo deseamos, así lo necesitamos) que haya marcado un punto de inflexión en la historia argentina.
Habíamos señalado, desde el comienzo del año, que existía una voluntad de cambio en nuestro país y que eran muchos los signos que indicaban la llegada de un fin de ciclo.
Pero gran parte de la sociedad, al tiempo que reclamaba ese cambio, era escéptica respecto de su efectiva posibilidad de concreción. Es que doce años de kirchnerismo habían generado cierta sensación de invulnerabilidad.
Recordemos que uno de los primeros acontecimientos políticos de 2015 fue la Convención de Gualeguaychú de la Unión Cívica Radical (UCR), que permitió la conformación de Cambiemos. Ahora lo vemos en retrospectiva como algo natural y necesario, pero nada indicaba antes que ese acuerdo pudiera aprobarse. Continuar leyendo