Se han cumplido dos meses desde la asunción de Mauricio Macri. Es un lapso escaso para un balance de su Gobierno, pero suficiente como para identificar algunos rasgos que probablemente se vayan acentuando a lo largo de la gestión.
En primer lugar, se respira un clima de normalidad que hacía muchos años no teníamos. No hay cadenas nacionales, no hay puestas en escena constantes, no hay una figura que invade casi diariamente nuestros hogares con el dedo levantado para señalar enemigos por todas partes. No hay propaganda política del Gobierno en la transmisión de los partidos de fútbol. No hay relatores militantes. No hay programas que desde los medios estatales se dediquen a hostigar a los adversarios del oficialismo. No hay anuncios de obras que ya fueron anunciadas varias veces. No hay convocatorias abruptas a gobernadores, empresarios y sindicalistas para servir de decorado a discursos presidenciales cuyo contenido se ignora previamente. Continuar leyendo