Nada aquí es fácil. Nada fluye. Todo se tiene que discutir, negociar y acordar. Y después de hacerlo, hay que empezar de nuevo. Esta maravillosa y milenaria ciudad alberga, dentro de sus muros, el principal problema internacional de nuestros tiempos: ¿Cómo lograr la paz entre Israel y los palestinos?
Israelíes y palestinos, les guste o no, están condenados a vivir juntos en un territorio muy pequeño. Ninguno de los dos grupos se va a ir a vivir a otro lado. Pero todavía no se ponen de acuerdo en las reglas de su obligada convivencia.
En una reciente visita a Israel y a los territorios palestinos, el extraordinario guía que me acompañó sufría para describir los lugares que me mostraba. “Este es un lugar liberado, según Israel, u ocupado, de acuerdo con los árabes”, me decía. Uno de esos lugares liberados/ocupados fue Belén. Desde luego, no deja de sorprender que donde yace una estrella plateada con 14 puntas nació, según la tradición cristiana, el hombre que originaría una de las religiones más importantes del planeta. Pero a mí lo que más me impresionó fueron los muros que dividen a Belén de Israel.