¿Por qué están tan enojados los españoles? La lista es larga y, creo, tienen toda la razón para estarlo. Pero, de entrada, digamos lo obvio: la crisis se ve y se siente en España. Cinco años en el hoyo no se pueden ocultar.
Hacía tiempo que no regresaba a España y el recibimiento en esta ocasión no fue festivo. Muchos de los restaurantes a los que fui eran atendidos por muy pocos y cansados camareros. La misma persona que nos recibió en la puerta en un restaurante de Barcelona tomaba reservaciones, sirvió el vino, apuntó la orden y atendió todas las mesas del piso al mismo tiempo. Misión imposible e interminable.
Aun los hoteles de cuatro o cinco estrellas tienen empleados malhumorados haciendo más cosas de las que quisieran. El mismo joven que subió las maletas a mi cuarto en Madrid estaba encargado de la seguridad del hotel y servía el desayuno en la mañana.
Incluso en la luminosa y fiestera isla de Ibiza se vive la crisis. Un nuevo hotel de moda (que cobra cifras absolutamente desproporcionadas por cuartos mínimos y minimalistas el pasado verano) pecaba de un servicio mediocre y una actitud arrogante, todo con una máscara “cool” y al ritmo de música tecno.