Es un simple problema de percepción. Joe Arpaio ha sido descrito como “el sheriff más duro” y eficaz de Estados Unidos. Muchos inmigrantes hispanos, en cambio, lo odian más que a cualquier otro policía del país. Sea lo que sea, a los 81 años de edad, Arpaio ya no va a cambiar. Es lo que es. Arpaio, el sheriff del condado de Maricopa en Arizona, y sus agentes han sido acusados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de detener a inmigrantes sólo por su apariencia. Es lo que llaman en inglés “racial profiling;” ésa es una manera suave de decir que Arpaio supuestamente discrimina contra los hispanos.
Él, por supuesto, lo niega. Dice que sólo aplica la ley. Pero su oficina se ha gastado millones de dólares para defenderlo de una multitud de demandas. Fui a conocerlo a Tent City, la cárcel al aire libre que construyó hace 20 años. Ahí me encontré a cientos de prisioneros viviendo bajo carpas de lona y acomodados en literas. En el desierto de Arizona, a veces las temperaturas en el verano pueden superar unos 50 grados centígrados. Uno de los prisioneros me dijo que los tratan peor que a perros. Arpaio se defiende. “Puede ser duro lo que diga”, comentó, viendo directo a los ojos del prisionero que lo criticó, “pero los perros no han cometido ningún crimen. Ustedes sí han cometido un crimen, y han sido declarados culpables”.