Con el intento desesperado de recuperar parte del monto de las reservas del Banco Central en franco retroceso, el kirchnerismo recurre ahora al “blanqueo de capitales”. Cedin, Baades y pagarés serán los instrumentos detrás de los cuales se habilita la entrada legal a la Argentina de cualquier negocio oscuro -incluido, por supuesto, lo que sacó en negro el corrupto testaferro de la familia presidencial, Lázaro Báez. Un verdadero festín para los lavadores de divisas. ¿Con qué objetivo? Conseguir, y presentarlo como un gran éxito, unos “miserables” 4.000 millones de dólares (según proyecciones reconocidas por el propio oficialismo). Contradictorio y orillando la más absoluta ineficacia técnica, al mismo tiempo que se apuesta a esto, el Indec publica proyecciones sobre crecimiento del PBI 2013 (infladas, claro, para simular que estamos bien) que prácticamente aseguran el pago del cupón PBI de este año por 4.000 millones de dólares para los acreedores externos.
Sigue entonces, y se multiplica, el festín de la bicicleta financiera. La de siempre, encabezada por los acreedores externos, seguida por los que arman ganancias rápidas aprovechando las herramientas que les brinda el propio gobierno -el mercado secundario de Cedines será una más, que se sumará al contado con “liqui” y las mil y una formas de hacerse legalmente de dólares y fugarlos. Mientras tanto, “no hay plata” para obras de infraestructura, llegándose a catástrofes como las inundaciones de La Plata, estamos al borde la bancarrota energética, los jubilados siguen cobrando pensiones de miseria y se ha llegado a dos masacres ferroviarias, como las de Once y Castelar, porque los subsidios van directo a los bolsillos de las patronales del tren (Roggio y Ferrovías, entre otras).