En estos últimos nueve años he luchado públicamente por ayudar a construir una sociedad más justa, más igualitaria y más segura. Las marchas contra la inseguridad fueron un fiel reflejo del intento por hacer despertar a nuestros gobernantes, ante un problema social que ha crecido de forma continua y constante. Después de diez años de crecimiento a “tasas chinas”, según se jacta el kirchnerismo en su relato, la pobreza, la violencia, la delincuencia juvenil y la instalación del narcotráfico en nuestro país ha aumentado notoriamente.
Las políticas diseñadas por el CELS y la corriente de pensamiento que encarna el juez de la Corte Suprema de la Nación Raúl Zaffaroni han fracasado rotundamente en materia de seguridad en la Argentina. Estas políticas fueron llevadas adelante tanto por el ex presidente Néstor Kirchner como por la actual presidente Cristina Fernández de Kirchner, y son ellos los responsables políticos de esta escalada de violencia en nuestras calles. Nosotros siempre hemos dicho la verdad: no se puede ser tibio y timorato para enfrentar al delito en la Argentina. Las mafias enquistadas en el poder, la corrupción policial y los vínculos con el narcotráfico, requieren de un compromiso público sin descanso. Contra la delincuencia no hay vacaciones. Y esta es la principal razón de mi decisión de presentarme como candidato a legislador por la Ciudad de Buenos Aires.