Rescatar al BCRA será prioritario en 2016

El próximo Gobierno asumirá con numerosos frentes abiertos en la economía. El delicado estado de las cuentas del Banco Central representa unos de los más graves, por lo que requerirá especial pericia técnica y un abordaje inmediato a partir del 10 de diciembre para desactivar una futura crisis.

El presidente del organismo, Alejandro Vanoli, aseguró que “el balance de la entidad es saludable” e identificó a los críticos a su gestión con quienes quieren “impulsar una fuerte devaluación” que “provocará mayor inflación, golpeará el poder adquisitivo del salario y generará recesión”.

Vanoli apuntó a la oposición, aunque sus palabras están más cerca del acto fallido, casi una autocrítica sobre el estado en que el kirchnerismo deja a la economía. Desde el “cepo” cambiario a fines de 2011, la política económica del segundo gobierno de Cristina Kirchner fagocitó al BCRA como una dependencia más del Palacio de Hacienda, vapuleó al peso (el dólar oficial subió 125%, de $4,2375 a $9,5475), generó inflación (+160% acumulado según consultoras; 72,2% según el INDEC) y estancó la actividad, con un PBI per cápita y exportaciones inferiores a las de cuatro años atrás, según datos oficiales.

Unos pocos indicadores dan idea cabal de la magnitud del deterioro contable del Banco Central con las presidencias de Mercedes Marcó del Pont, Juan Carlos Fábrega y el propio Vanoli, en particular desde la reforma a la Carta Orgánica vigente desde marzo de 2012. Este vaciamiento de la entidad emisora hereda un tremendo problema para Daniel Scioli o Mauricio Macri -cual sea el ganador en segunda vuelta-, y los funcionarios del área económica que deberán lidiar varios meses con la inercia expansiva de pesos y escasos dólares para respaldarlos.

En octubre de 2011, previo al fatídico “cepo”, las reservas internacionales superaban a la Base Monetaria: $203.377 millones (USD 48.241 millones) frente a 194.019 millones de pesos. En octubre de 2015 la Base Monetaria ya duplicó a las reservas: $551.862 millones frente a 262.068 millones (USD 27.636 millones), según el último balance consolidado al 15 del mes. De este modo, 2015 termina con 20 pesos en la economía por cada dólar en reservas, el doble de lo que marca el “termómetro intervenido” del tipo de cambio oficial, debajo de los 10 pesos. Este cálculo llevó a muchos economistas a asegurar que “el Gobierno ya devaluó” y que la próxima administración estará obligada a reconocer ese desajuste.

Amerita otra mirada el detalle del activo del Banco Central. Las reservas internacionales perdieron participación en el total, del 49,5% el 15 de octubre de 2011 a tan sólo 19% en 2015, a la vez que los títulos de deuda colocados por el Ministerio de Economía en el haber de  la entidad monetaria pasaron a ser el 65,5% del total, por Letras Intransferibles del Tesoro Nacional (44,3%) y Adelantos Transitorios (21,2%). A cambio de “pagarés” el Central entregó en los últimos cuatro años pesos para financiar el déficit fiscal y dólares para cancelar deuda.

Desde el “cepo” las reservas internacionales se diluyeron. No sólo cayeron en monto, para contabilizar ahora menos de USD 27.000 millones, sino que la mitad de ellas son préstamos de corto plazo, principalmente los yuanes ingresados por el “swap” con el Banco Central de China, tomados por Vanoli para suplir la salida de dólares por obligaciones soberanas, el déficit energético y la demanda minorista para turismo, atesoramiento y consumos en el exterior.

En otro aspecto, el Gobierno saliente “marcó la cancha” al próximo por los vencimientos de deuda  en pesos por más de $500.000 millones que recaerán en 2016 y que exigirán mayor emisión monetaria o bien una renovación de títulos a tasas cada vez más altas. Es decir, más inflación en el primer caso o un efecto recesivo en el segundo. En estos pasivos se suman las Letras del BCRA (LEBAC), los bonos del Tesoro y las ventas de dólares a futuro, que son contratos en pesos sobre la futura cotización oficial de la divisa.

Crece el apetito por el dólar como refugio inversor

A medida que avanza el año, la profusión de pesos emitidos para el financiamiento de gasto corriente desequilibra las cuentas del Banco Central, a la vez que obliga a la entidad que conduce Juan Carlos Fábrega a incrementar la deuda a través de Letras y Notas, para evitar un efecto inflacionario aún más fuerte por la inyección de moneda.

Por una parte, se observa una oferta de divisas algo más acotada en el mercado mayorista, donde se cursan las operaciones de cambio del comercio exterior. La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron que la semana pasada se rindieron u$s474,9 millones por exportaciones de productos agrícolas y derivados, el monto más bajo desde mediados de junio.

Una desaceleración en la liquidación de los sojeros obedece a un factor estacional, pues estos ingresos de divisas comerciales se concentran en su mayor parte en el segundo trimestre del año, durante la cosecha gruesa. También incide en este rubro el descenso de los precios internacionales, que quita premura a las ventas al exterior: los contratos más negociados, para noviembre (u$s394,04 por tonelada) y septiembre (u$s407,12), suman en la actualidad el 75% de la operatoria en el mercado de Chicago. Estas posiciones están, respectivamente, un 18,3% y 15,6% por debajo de los valores del arranque del año, en torno a los u$s482,27 por tonelada.

De todos modos, en el transcurso de 2014, la liquidación de exportaciones por granos y productos agroindustriales acumula un récord de u$s16.619,7 millones, por encima del máximo anterior de u$s16.550,7 millones alcanzado en 2011, cifra que quita sentido a la teoría de un complot del campo para desabastecer de divisas a la economía, más allá de que existe acopio de una parte de la producción en silobolsas. En ese aspecto, influye una expectativa de mayor devaluación, generada por el ritmo inflacionario tanto como por los débiles datos de la hoja de balance del Banco Central. En cambio, es muy marginal la influencia de un temor al default como factor disuasivo para las operaciones del agro.

Cada vez más pesos y menos dólares

El apetito por el dólar como refugio inversor se acentuó en los últimos días. Las ventas minoristas de divisas para atesoramiento suman en el transcurso de agosto unos u$s135,8 millones, más de la mitad que las vendidas en todo julio, mes récord con 205,7 millones de dólares.

En el mercado bursátil, hubo un firme incentivo a la demanda de activos dolarizados luego de conocido que el BCRA informó que reducirá aproximadamente un punto las tasas de corte para la licitación de Letras (LEBAC), en un rango del 25,86% al 26,08%, según el plazo. Como estas tasas se estiman como inferiores a lo que podría ser la inflación de los próximos doce meses, los agentes se apuraron a comprar bonos en dólares, que subieron el lunes entre 4 y 5 por ciento (Global 17, Discount en dólares con legislación neoyorquina, Boden 2015 y Bonar X) y acciones de empresas con negocios en el exterior: Petrobras Brasil (+4,9%) y Tenaris (+1,9%).

Una baja en las tasas de referencia repercute de inmediato en una mayor demanda por el dólar en todas sus variantes.

En otro aspecto, agosto promedia una salida de depósitos en dólares del sistema financiero de u$s475 millones contra el mes anterior, la cifra más elevada en un año y medio, explicada principalmente por una baja de las colocaciones del sector público, pero también por la salida de fondos privados. Esta caída afecta en el nivel de reservas, como el pago de deuda, la venta de dólar “ahorro” y la necesidad de divisas para importar energía.

Según el economista Luis Secco, la emisión de pesos para financiar al fisco se duplicó este año y acumuló $43.358 millones entre el cierre de 2013 y el 1° de agosto. Esta importante inyección de pesos fue esterilizada por la emisión de deuda de la entidad. Pero con estos instrumentos sólo se posterga el momento en el que los pesos se volcarán a la economía, a cambio de un alto costo: el de la tasa de interés que debe pagar la entidad, que este año llegó a colocar títulos al 30% anual. Además, Secco calcula que el Estado le demandará del Central otros $15.000 millones hasta fin de año para afrontar gastos corrientes.

Hasta fin de año, a la entidad monetaria le quedan vencimientos de LEBAC y NOBAC por unos $146.000 millones, nada menos que un monto equivalente al 39% de la actual base monetaria ($371.668,7 millones en billetes y monedas en circulación, cheques cancelatorios y cuentas corrientes en pesos). Queda una disyuntiva indeseada e inevitable: para renovar los vencimientos de estos títulos, el BCRA deberá sostener altas las tasas, con la consecuencia recesiva de esta medida. Si convalida una baja de las tasas –como ocurre esta semana-, para no quitar liquidez a la alicaída actividad económica, el volumen de pesos empujará al alza a la inflación y al dólar y, seguramente, obligará a devaluar a un ritmo mayor que el actual.

En 2013 el dólar oficial sube lo mismo que en toda una década

El anuncio del jefe de Gabinete Jorge Capitanich en la mañana del viernes causó un inesperado sobresalto: el Gobierno estableció un aumento de las tarifas del servicio de colectivos de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense desde el 1° de enero. El boleto mínimo pasará de 1,50 a 2,50 pesos con la tarjeta SUBE y de 3 a 5 pesos para quienes renuncien al subsidio y opten por pagar con monedas.

Sin embargo, al igual que el dólar, las tarifas aún siguen rezagadas respecto de la inflación acumulada en los últimos diez años. En la práctica, se siguen manteniendo subsidios por unos $12 mil millones anuales, aunque el incremento del boleto podría significar un ahorro de unos $3 mil millones, si se toma en cuenta que las líneas de colectivos del área metropolitana transportaran en promedio unos 250 millones de pasajeros mensuales promedio.

Este importante incremento del 66% es el más elevado desde principios de 1991, cuando el salto inflacionario derivó en la sanción de la Ley de Convertibilidad entre el peso y el dólar para frenar una acuciante estampida de precios de la hiperinflación que hería de muerte a la actividad económica. La presente conjunción de precios en alza y déficit presupuestario obligó en este caso a una medida que puede interpretarse como una claudicación para el gobierno de Cristina Kirchner, y que eleva el costo de un ítem de amplia incidencia en el gasto cotidiano de las familias de sectores socioeconómicos bajos y medios, si bien aún se destaca el esfuerzo fiscal para mantener subsidiado el 40% del valor del pasaje para beneficiarios de la Asignación Universal y el Programa Jefes de Hogar, jubilados y pensionados y personal de trabajo doméstico registrado en la ANSeS.

Esta “reestructuración de niveles tarifarios”, como la define el Gobierno, no es ajena al atraso de otro precio que estuvo contenido en el mercado interno: el del dólar oficial. La administración kirchnerista consideró a las tarifas y al tipo de cambio como dos factores que, bajo control, permitían moderar la inflación, cuya progresión obligó de todos modos a un sinceramiento que se prevé va a recalentar la tendencia alcista en bienes y servicios, y va a incentivar las demandas salariales que ya cobran fuerza con miras a 2014.

En el recorrido de 2013 el dólar oficial sube $1,57 (desde $4,925 a $6,4925), prácticamente lo mismo que aumentó entre el 1° de enero de 2003 y el 1° de enero de 2013 (desde $3,36 a $4,925), comparación que deja en claro la magnitud de la voluntad oficial por descontar la enorme brecha entre el incremento del valor del dólar y el de otros bienes en la última década, un ejemplo de lo que los economistas llaman “distorsión de precios relativos”.

Dólar y tarifas están lejos de un nivel de equilibrio, cuando la dinámica inflacionaria no tiene pausa. Sólo basta considerar que las reservas internacionales del Banco Central concluirán el año en su menor monto desde diciembre de 2006. Entonces la base monetaria ascendía a unos 74.300 millones de pesos, lo cual resultaba $2,43 por cada dólar, un 25% menos que los $3,06 que cotizaba el dólar en las casas de cambio y bancos.

Al 20 de diciembre de este año –el dato más reciente aportado por el Banco Central- la base monetaria se situaba en un máximo histórico de $365.189 millones, con reservas por u$s30.680 millones, relación que deja un dólar teórico, de “cobertura” o de convertibilidad, de $11,90, un 83,3% más caro que el actual dólar oficial.

Cristina y Kicillof contra los fantasmas

El dólar paralelo regresó a los principales titulares de las secciones de Economía, cuando el miércoles llegó a operarse sobre los 9 pesos, a valores que no se registraban desde mayo último. La intervención oficial, con ventas de bonos en dólares de la ANSeS y llamados disuasorios a mesas de dinero, retrajo la oferta en las “cuevas” y arbolitos y dejó el precio de cierre este viernes en $8,52, con mínimas transacciones.

El lanzamiento del Cedin no contuvo el apetito de los ahorristas por el dólar, incentivado por el cobro del medio aguinaldo. Desde que comenzó julio, la divisa en el mercado marginal ganó un 5,8%, mientras que con el certificado para blanquear capitales no se concretó hasta ahora ninguna operación en la Bolsa de Comercio.

Esta semana, la presidente Cristina Kirchner decidió aludir en forma directa al dólar y apuntó a los bancos como responsables de una intentona devaluacionista. “Sabemos que nos van a poner escollos, por eso nos corren con algunos fantasmas ‘blue’, porque hace muy poco desde el Banco Central de la República Argentina obligamos a los bancos a disminuir la tasa de interés”, afirmó y advirtió: “Sabemos que nos responden con ficción y con fantasmas, pero les vamos a correr las sábanas para que los argentinos les vean las caras a esos fantasmas”.

El discurso de la mandataria sacó al dólar de la zona tabú y con una dosis de ironía lo llevó al terreno de la superstición. Omitió decir, de todos modos, que no son apariciones del más allá, sino funcionarios del “más acá” los responsables esta suba, que se explica por las medidas aplicadas durante la actual gestión , como la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central y el “cepo” cambiario. De estas políticas, el circuito de divisas marginal es un emergente de poca trascendencia si se lo comparara con otros problemas como el déficit fiscal y la inflación creciente.

La base monetaria del Banco Central refleja un incremento interanual de la emisión de pesos del 29,7 por ciento. La suma del circulante (billetes y monedas en poder del público, en entidades financieras y cheques cancelatorios, más los pesos en cuenta corriente del Banco Central) pasó de $252.248 millones el 12 de julio de 2012 a $327.229 millones el 12 de julio de este año. En el mismo período, el dólar ganó casi la misma proporción: 30,7% en la comparación interanual, desde los $6,55 del 17 de julio de 2012 a los actuales 8,52 pesos. El incremento del dólar, por más que se genere en un mercado especulativo e irregular, obedece a indicadores y no a un capricho desestabilizador.

Al dividir la base monetaria por las reservas del Banco Central (en u$s37.457 millones), surge un dólar implícito de $8,74, casi igual que los $8,75 que se pagaban por el “blue” el martes pasado. Por eso, otro fuerte factor de presión para que suba el “blue” es el deterioro de los activos líquidos de la entidad que preside Mercedes Marcó del Pont, que disminuyeron 13,5% en el año o u$s5.833 millones desde que comenzó 2013, cuando alcanzaban los 43.290 millones de dólares.

Esta erosión de la hoja de balance se explica en cierta medida por los adelantos transitorios que el Banco Central hace al Tesoro nacional, a cambio de un documento de pago, que pasaron a constituir el 23% del activo del BCRA, cuando significaban el 15% hace un año. En sentido inverso, las reservas, que representaban el 43,6% del activo total en julio de 2012, ahora significan un 33 por ciento.

La teoría conspirativa sobre el circuito informal del dólar fue instalada por la Presidente de la Nación en un mensaje que puede enmarcarse dentro de la campaña electoral, pero más preocupa que fue rubricada por un funcionario técnico, como Axel Kicillof, quien también acusó a las entidades financieras de tener “vasos comunicantes” con “el mercado ilegal del dólar”. Además, el el viceministro de Economía rechazó las críticas a los instrumentos para el blanqueo de capitales y denunció una “guerra de guerrillas de los medios opositores para tirarlos abajo, metiéndole miedo a la gente”, según su expresión, para convencerla de no entregar sus dólares en el colchón.

Las palabras de Kicillof muestran como el diagnóstico oficial se obstina en negar el atraso cambiario, producto de la inflación, y a ésta como consecuencia de la emisión de pesos sin respaldo para financiar el déficit público. Así, las condiciones para que el dólar siga demandado y con proyección alcista permanecen intactas.