En la jerga de los mercados financieros se dice que los índices bursátiles “anticipan” los movimientos de la economía real. Por eso, la intensa volatilidad que mostraron las bolsas en la última semana disparó una serie de especulaciones sobre un eventual cambio de ciclo en la economía global, con particular efecto sobre los países emergentes como la Argentina, beneficiados por las bajas tasas de interés internacionales y el alto precio de las commodities.
En principio, el detonante de la caída de precios en Wall Street que se contagió al resto del mundo surgió de la conferencia de prensa que brindó el presidente de la Reserva Federal de los EEUU en la que reconoció que una “moderación” de los programas de estímulo podría comenzar a final de 2013. Esta reducción gradual no debería cambiar las condiciones generales del mercado, en un año en el que el Dow Jones de Industriales quebró 22 récords históricos entre el 5 de marzo y el 28 de mayo, hasta los 15.409 puntos. Además de superar las marcas de octubre de 2007, previas a la última crisis financiera, lo hizo en un muy corto lapso de menos de seis años, cuando después de la Gran Depresión de 1929 precisó 25 años para retornar a sus máximos valores anteriores.