En un marco de tensión política por las elecciones presidenciales, el mercado financiero brinda a través de los precios su punto de vista y preferencias sobre los candidatos. Así, las últimas encuestas en Brasil que hablan de una reñida definición en segunda vuelta entre Dilma Rousseff y Aécio Neves, con leve ventaja para la actual mandataria, generaron una reacción contraria en la bolsa y la plaza cambiaria. Esta dinámica no debe resultar indiferente: por su peso en la región y su estrecha relación con la Argentina, un cambio de gobierno en Brasil puede acelerar los tiempos para que se produzcan cambios en la política económica de nuestro país.
Para los grandes inversores y operadores financieros, Neves no sólo representa una renovación en el centro del poder de Brasilia, luego de 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), si no que propone una versión de la economía menos proteccionista, intervencionista y regulada, frente a un gobierno que dejó de encontrar respuestas para mitigar el enfriamiento económico que atraviesa el gigante sudamericano: tras un notorio repunte de 7,5% del PBI en 2010, Brasil creció 2,7% en 2011, solo 1% en 2012, un 2,5% en 2013 y se anticipa una expansión menor al 1% para este año.
Las acciones de la Bolsa de Valores de San Pablo retroceden en octubre más de 6%, mientras que el real brasileño profundiza su sendero declinante frente al dólar. La divisa norteamericana alcanzó su valor más alto en casi una década, al negociarse el jueves a 2,5166 reales por unidad, una cotización no vista desde el 27 de abril de 2005, cuando cerró a 2,515 reales.
La evolución de los activos en Brasil tiene mayor influencia en la Argentina que lo que se observa en la superficie. Petrobras Brasil cotiza en el recinto de Buenos Aires y tiene una ponderación del 6,1% en el Merval, y su filial Petrobras Argentina aporta otro 3,4% en la elaboración del indicador referente de la plaza accionaria local. Casi 10% del panel líder está influido directamente por el movimiento de precios en Brasil, y en menor grado también por aquellas compañías que integran sus negocios con operaciones en el país vecino.
No son realidades simétricas ni siempre comparables. En octubre, el índice Bovespa retrocede 6,3%, contra 18,2% del Merval, mientras que el Bovespa pierde un 1,5% desde comienzos de año y el Merval avanza un 90,5 por ciento. En este aspecto, las restricciones cambiarias en la Argentina potenciaron las transacciones bursátiles y exageraron las ganancias muy por encima de la inflación, al utilizarse a la Bolsa local como vehículo para dolarizar carteras ante la vigencia de las prohibiciones sobre la divisa norteamericana.
Más nítido es el paralelo entre la inflación y el tipo de cambio. La Argentina acumuló una inflación de 30,53% entre enero y septiembre de este año –según el índice Congreso-, un porcentaje casi idéntico al que mostró el dólar oficial, que en el mercado mayorista subió 30% en el año –contabilizando tres semanas de octubre-, de 6,532 a 8,49 pesos. Mientras, Brasil experimentó un alza de precios minoristas del 4,61% entre enero y septiembre, aunque el dólar se apreció 7,7%, más de 3 por ciento por encima de la inflación.
Brasil es el principal socio comercial de la Argentina. Si su economía no crece, tampoco lo hace su demanda por productos argentinos. Si el real se deprecia a mayor ritmo que el peso argentino, el Banco Central brasileño, en cierto modo, está erosionando la competitividad cambiaria de nuestro país, ya muy deteriorada por el encarecimiento de los precios internos con una inflación del 40% anual. Cuando Brasil acelera el ritmo de devaluación, ejerce una involuntaria presión para que la Argentina también lo haga.
La otra cara de la moneda es la decisión de la Argentina en los últimos 12 años de priorizar el crecimiento económico y sacrificar las políticas antiinflacionarias, que se replica en el salto del dólar. Hace diez años, el 25 de octubre de 2004, el dólar en Argentina cotizaba a 2,969 pesos, casi igual que en Brasil, a 2,88 reales. Hoy, el dólar oficial en Argentina vale en moneda local un 186% más; en Brasil, un 15% menos.