La arremetida del precio del dólar libre o “blue” volvió a encender señales de alerta sobre la dinámica de la economía argentina, en un año electoral en el que cualquier novedad que altere el humor social potencia su repercusión. Lo curioso es que ante un mismo fenómeno, las reacciones y opiniones generadas describieron realidades contrapuestas, como si se refirieran a países distintos.
La lectura del oficialismo fue la de estimar que el empuje alcista obedeció a una mera especulación financiera, para apurar una devaluación de envergadura (30 ó 40 por ciento) que termine por reducir salarios vía tasa de cambio e incrementar las ganancias de los tenedores de dólares y sectores exportadores.