El mundo profundiza la devaluación frente al dólar

Postales de la última semana: colas en Venezuela para comprar alimentos; colas en Suiza para cambiar euros por francos. Las coyunturas de estos países se oponen, pero estas imágenes están unidas por una razón: el movimiento convulso de las variables financieras que marcan con el sello de la volatilidad al 2015 y enfrentan a las sociedades a escenarios inéditos desde la crisis financiera de 2008.

La recuperación económica de los EEUU en 2014, con un alza del PBI sobre 3,5% y una sólida caída en el desempleo a 5,6% -el menor desde 2008-, solapó la frágil evolución de la actividad económica en otros países. La inesperada decisión de Suiza de salirse de la “convertibilidad” de su codiciada moneda con el euro, que fijaba un piso de paridad de 1,20 francos suizos por moneda comunitaria, provocó una apreciación del 20% al despertarse la demanda de la divisa helvética como refugio de valor por excelencia. La contracara es la debilidad del euro, indicio de que varios miembros de la Unión Europea transitan el estancamiento económico con alta desocupación, y que suman en los últimos meses la deflación, característica agravante de procesos recesivos. La moneda única bajó de u$s1,15 por primera vez desde 2003 y en los recintos bursátiles ya se anticipa un inminente “uno a uno” entre el dólar y el euro.

La Argentina continúa ensimismada en su contexto interno, pero en los próximos meses serán esas condiciones externas las que van a incidir de una u otra forma la política económica nacional.

En la agenda de próximas novedades, el 22 de enero se espera que el Banco Central Europeo decida un programa de compras de bonos, una iniciativa que profundizará la depreciación del euro e intentará dinamizar la economía de la zona euro y mejorar su competitividad exportadora. EEUU y otros países centrales utilizaron en el pasado reciente esta “laxitud” monetaria en busca de reactivación.

En nuestra región, Venezuela muestra la faceta más dramática del cambio de ciclo emergente. La caída del petróleo aceleró el deterioro de los indicadores económicos y financieros, potenciados por los errores de gestión del gobierno bolivariano. El precio promedio del crudo venezolano quebró el piso de u$s40 por barril, menos de la mitad que los u$s88,42 que promedió en 2014 y los u$s98,08 de 2013. El petróleo aporta nueve de cada diez dólares que ingresan a un país muy dependiente de las importaciones, como refleja su escasez de alimentos y productos básicos.

La caída de las cotizaciones de las materias primas se correlaciona más allá de los fundamentos propios de cada mercado. La soja se opera a precios de julio de 2010, el crudo y el cobre se sitúan en valores de abril de 2009 y el oro, de septiembre de 2010. Es la reacción a una apreciación generalizada del dólar contra otras divisas: frente al real brasileño fue de 12% en los últimos doce meses; 12,5% contra el yen japonés; 17,8% contra el euro; 92,2% frente al rublo ruso; 16,3% frente al peso chileno y 20,6% comparado al peso colombiano. China parece una excepción: el dólar sólo subió 2,6% en un año frente al yuan.

En esta etapa de la “guerra de monedas”, las devaluaciones se suceden y encadenan como una barrera contra las importaciones antes que una estrategia para mejorar las ventas al exterior, pues los gobiernos apelan a este mecanismo de defensa del empleo local como respuesta urgida a las devaluaciones ajenas. Sin embargo, es una salida de corto plazo que al replicarse de un país a otro genera un círculo vicioso, pues no hay crecimiento económico sostenido sin apertura comercial. La fortaleza de una moneda depende de la solidez y productividad de la economía del país que la emite, más que de las reservas de sus bancos centrales. En el mismo sentido, el consenso inversor busca activos financieros de economías que demuestren consistencia y generen expectativas favorables de expansión.

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) descartó que el crecimiento de los EEUU –que representan el 22% del PBI mundial- y la caída del crudo, por sí solos puedan motorizar a la economía global en 2015. Christine Lagarde trazó un panorama de baja inflación y bajo crecimiento en la Eurozona y Japón, efectos negativos de los bajos precios de la energía sobre países productores como Nigeria, Rusia y Venezuela, con “enormes presiones sobre sus divisas”. Para otras economías emergentes, grupo al que pertenece la Argentina, la directiva del FMI anticipó este año “un triple golpe por la combinación de un dólar más fuerte, tasas de interés globales más elevadas y una mayor volatilidad de los flujos de capital“.

¿Más o menos inflación para 2015?

El año recién comienza y se acumulan los pronósticos sobre la evolución futura de los indicadores. Uno que sobresale por su impacto social es la inflación. Después de haber alcanzado en 2014 su mayor nivel desde la salida de la convertibilidad se discute si los precios tendrán una escalada mayor o, por el contrario, moderarán el ritmo alcista de meses anteriores.

Quienes creen que será inferior argumentan que una actividad económica recesiva genera una barrera para que los precios se aceleren. A la vez, si el Gobierno se empeña en sostener una cierta estabilidad cambiaria y el BCRA responde a la emisión de pesos con absorción monetaria, el incentivo para las remarcaciones se desactivará. Hay que recordar que la fuerte expansión de dinero de diciembre de 2013 y la devaluación del peso en enero causaron un abrupto salto inflacionario durante el pasado verano.

Algunos análisis coinciden en que hubo desaceleración de la inflación hacia final del año si se compara con el primer trimestre de 2014, aunque con un intervalo de crecimiento interanual en torno al 40%, superior al 39% de todo 2002. El IPC-Congreso, difundido por legisladores de la oposición en base a datos de consultoras y organismos estadísticos provinciales, marcó un acumulado de 12 meses de 41,06% en septiembre; un 41,25% en octubre y 40,6% en noviembre.

La consultora Elypsis, que dirige Eduardo Levy Yeyati, presentó los resultados preliminares de su relevamiento de precios online (IPCE), con un incremento acumulado de 36,9% en doce meses. “La recesión finalmente logró reducir la inflación que se mantenía estable desde mayo. Luego de siete meses consecutivos en el entorno del 2% promedio mensual, la caída en los niveles de actividad junto con el atraso cambiario y tarifario lograron reducir la inflación”, indica el informe. “Tras haber tocado su pico en febrero con un registro mensual anualizado de 95% y haberse mantenido desde mayo por debajo del 30%, en diciembre registró una inflación mensual anualizada de tan sólo 17%”, refiere el estudio.

El sitio Inflación Verdadera detectó un incremento de precios del 38% entre el 25 de diciembre de 2013 y el 24 de diciembre de 2014, mientras que para la fundación FIEL, el acumulado del año pasado fue de 40,6 por ciento. El Relevamiento de Precios Minoristas (RPM) que elabora el Estudio Bein reflejó un incremento anual de 31,6 por ciento.

Factores para la baja

Por la caída de las cotizaciones internacionales del petróleo, también la rebaja del 5% para los combustibles desde enero contribuye a una moderada reducción de costos que se contagia a muchos precios al público, en un mes que estacionalmente registra alta inflación. En esta línea puede esperarse entonces que la caída de actividad más un dólar estable contribuirán a contener la inflación más próxima al 30% que al 40% anual en 2015.

Los datos oficiales refuerzan el concepto de una inflación mucho menor a la del consenso de entidades privadas. Según el INDEC, la inflación acumuló entre enero y noviembre del año pasado un avance de 22,7 por ciento. Esta semana se difundirá el informe de diciembre y se estima que el acumulado anual no superará el 24 por ciento. Por el cambio de metodología del ente estadístico no se pueden empalmar los datos de 2014 con los de 2013, lo que impide una comparación entre ambos períodos.

“Quedó claro que la inflación no es la que algunos decían. Una consultora privada dice que dio un 1,3% en diciembre. Y hace varios meses que baja. Anualizando estos datos estamos abajo del 20 por ciento. Y va a seguir así”, confió el ministro de Economía Axel Kicillof.

Sin embargo, otros analistas se inclinan por anticipar un nivel de inflación más elevado para este año, pues atribuyen que la contracción monetaria que implementó el Banco Central durante la gestión de Juan Carlos Fábrega está siendo desbaratada por su sucesor, Alejandro Vanoli. Es decir que el rol del BCRA vuelve a ser la clave para que la inflación se descomprima o avance un nuevo peldaño en 2015.

Por qué más inflación

Mientras que las tasas de interés siguen rezagadas respecto del avance general de precios, el aumento récord de 16% en la Base Monetaria aplicado en diciembre puede ser el anticipo de una etapa de fuerte emisión de pesos y menor ritmo de esterilización, para darle empuje a la economía durante el año electoral aún a riesgo de recalentar la inflación.

El ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen dijo a InfobaeTV que “en los últimos meses hubo una mejora inflacionaria, que nos permitió cerrar el año por debajo del 40%”, pero recordó que la desaceleración “fue el resultado de las políticas monetarias que llevó adelante el anterior presidente del Banco Central y que tienen cierto atraso al tener impacto. Desde que Fábrega salió del Banco Central, éste dejó de esterilizar la emisión monetaria producida por la Tesorería. Hoy no hay ninguna contención al exceso de moneda en la economía”.

En 2014, el Banco Central triplicó su deuda para absorber el excedente de pesos, con la colocación de Letras y Notas (LEBAC y NOBAC). Estos títulos pasaron de 110.547 millones a 282.135 millones de pesos, es decir, $171.588 millones o un 155% más. El retorno a circulación de estos pesos, más el interés devengado en torno al 28% anual, puede detonar un agresivo desborde de precios este año.

En el mismo sentido, Ariel Barraud, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), apuntó que en el año eleccionario “es muy probable que nos encontremos en un escenario como el actual, en el que vamos a seguir observando el aporte de organismos del Estado y la propia emisión monetaria ya tocando límites de aceleración inflacionaria”. El economista José Luis Espert agregó que “si el gasto (público) y la recaudación siguen creciendo, sin duda que el déficit (fiscal) va a crecer, aún creciendo iguales, dado que el punto de partida es de déficit”. Según sus cálculos, el rojo de las cuentas públicas podría superar los $300.000 millones, hasta un 7% del PBI.

El año electoral manda al “freezer” a la economía local

El nivel de actividad económica está en una encrucijada de salida esquiva este año. La mayor tarea para encarar en 2015 será la recuperación del crecimiento, pues de ello depende el empleo y la estabilidad de las capacidades de consumo. A la par, la necesidad de enfriar el salto inflacionario que dejó 2014, generado por el déficit fiscal, obligará a medidas de ortodoxia en materia cambiaria y monetaria que atentarán contra la expansión del PBI.

“Ingresamos a un 2015 complejo, cuyo derrotero dependerá, en gran medida, de la imprevisible postura del Gobierno en relación a la deuda externa. En general, la política económica será de contención. En otros términos, que nada se mueva demasiado, en especial el dólar. El calendario político será la guía a lo largo del año”, explica el economista Jorge Todesca, de la consultora Finsoport.

La campaña presidencial que marcará el ritmo de los próximos meses será la excusa para que el Gobierno apele a variedad de argucias que evitarán la implementación de medidas de fondo. Al postergar las soluciones no traslada el costo político del ajuste al próximo Gobierno, sino a toda la sociedad que tendrá que asumir mayores estrecheces a medida que el tiempo transcurre, pues el cambio de ciclo económico no tiene exclusivo origen interno: arrecia con toda velocidad desde el exterior y no deja tiempo para dilaciones.

La renovada apreciación del dólar frente a divisas fuertes (euro, yen, libra esterlina) y emergentes (rublo, real) se manifestó en concreto en las caídas de las materias primas cotizadas en moneda norteamericana, como el petróleo, el cobre y también los productos agrícolas que representan un tercio de las exportaciones nacionales.

“El contexto mundial y regional no juega a favor de un dólar cuasi fijo en Argentina durante 2015″, señala un informe de Economía & Regiones, que remarca que “el dólar se viene -y seguirá en 2015- apreciando fuertemente en todo el mundo”. La parálisis del dólar oficial en la Argentina “podría alimentar más las expectativas de devaluación e inflación y consecuentemente un dólar ‘blue’ más caro y mayor brecha cambiaria; o sea más recesión”.

Para Economía y Regiones, en su último año de mandato Cristina Kirchner intentará “preservar la actual estabilidad financiera sin renunciar a su estilo basado en políticas fiscales y monetarias ultra expansivas” dado que “le importa más el nivel de las reservas, de la inflación y del dólar que el nivel de actividad“.

Jorge Todesca subraya el persistente deterioro de las cifras fiscales. “El Presupuesto aprobado a fines del 2013 preveía un superávit financiero de $830 millones y ahora se prevé un déficit de $195.514 millones equivalente a un 5% del PBI. Coincidentemente esa cifra es casi idéntica al monto de los subsidios económicos, que durante el año crecieron alrededor del 70%”, analiza.

Según Dante Sica, director de Abeceb.com, el default selectivo de deuda del canje por los fallos adversos a la Argentina en los EEUU profundizó las restricciones al dólar y “el resultado de esa estrategia fue que la recesión se agudizó, como así también el deterioro del mercado laboral. Sin embargo, la expectativa de cambio de ciclo de cara a las elecciones presidenciales de 2015 y de un acuerdo con los holdouts a principios del año próximo funcionó como ancla, evitando un deterioro mayor”.

Además, los vencimientos de capital e intereses previstos para este año también limitan la libertad de iniciativa que tendrán los funcionarios del área económica. El Gobierno nacional demandará unos u$s12.000 millones al BCRA para cancelar deuda. Esta cifra se extiende a u$s14.000 millones si se contemplan pasivos provinciales y corporativos, casi la mitad de las actuales reservas.

Debilidad de las cuentas del BCRA

En ese marco, el Banco Central elaboró para 2015 un diagnóstico al que le sobra optimismo. De la mano de la recuperación del piso de reservas de u$s31.000 millones, su presidente, Alejandro Vanoli, prometió una “normalización gradual” del mercado cambiario, mientras que un informe del organismo prevé “que durante 2015 las actividades comerciales y financieras con residentes del exterior permitirán, en un marco de flotación administrada del tipo de cambio, obtener divisas suficientes para finalizar el año con un saldo de reservas internacionales similar al del cierre de 2014″.

Sin embargo, Daniel Artana, economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), descartó en el corto plazo una salida del “cepo”, debido a que “la caída proyectada de exportaciones por el triple efecto de la reducción en el precio internacional de la soja, el atraso cambiario y la depreciación del real brasileño -y el parate de la economía de nuestro principal socio comercial- no permite ningún espacio para avanzar en una relajación”, que comprometería a las mismas reservas internacionales del BCRA por la irrupción de la demanda reprimida de dólares.

En simultáneo, la desmejora del balance de la entidad demuestra cuan precaria es la tranquilidad cambiaria que se transita desde el tramo final de 2014. El Central resignó su rol al de simple prestamista para financiar el gasto público. Si bien la expansión de la Base Monetaria, en torno al 20% anual, creció a un ritmo menor que años anteriores e incluso a la tasa de inflación anual, datos de Finsoport indican que la asistencia de pesos al Tesoro ascendió a $130.562 millones, un 39% por encima de los montos de 2013, cuando fue de 94.082 millones.

Estos giros no se replicaron en la misma proporción en la expansión del dinero circulante debido al enorme esfuerzo del BCRA para reabsorber este excedente, por cuanto el stock de deuda por Letras y Notas (LEBAC y NOBAC) tuvo un explosivo incremento de 140% en el último año, de $154.385 millones, a $264.932 millones (datos actualizados al 23 de diciembre), que al momento de vencer, con el añadido de intereses cercanos al 30% anual, significarán el reingreso al mercado de una masa de billetes cuya repercusión inflacionaria será difícil dominar.

En 2014 la inflación volvió a ganarle al dólar

En el corto plazo la escalada de los precios contribuye a expandir el consumo: cuando existe la creencia de que los productos van a ser más caros en el futuro se trata de adquirirlos lo más pronto posible. Con los años, al persistir la carrera alcista de los precios, el efecto empieza a ser el contrario; al percibirse a los productos como caros, se compra lo justo y necesario y se posterga la demanda sobe aquéllos que no sean imprescindibles, para cuando soplen mejores vientos en la economía doméstica.

Los aumentos salariales de 2014 no acompañaron el ritmo de la inflación, la más alta en la era kirchnerista. En términos reales hubo pérdida de poder adquisitivo: que el dinero en los bolsillos alcance menos es a la vez causa y efecto de una actividad económica que no se expande desde 2011. Y la actual recesión es el arma más eficaz que tiene a mano el Gobierno para calmar el apetito por los dólares.

Indicadores relevantes como la cosecha de granos o la producción automotriz, por tomar dos de importante incidencia, muestran un resultado similar al de tres años atrás. Este período coincide con el establecimiento de las restricciones al dólar, que representaron un pesado lastre para la actividad económica en general.

En 2011, la producción de vehículos informada por ADEFA alcanzó las 828.771 unidades, cuando este año no llegarán a las 700 mil unidades, puesto que el sector completó el período enero-noviembre con un total de 576.693 vehículos ensamblados en las terminales nacionales.

En la campaña 2010/2011, la producción de granos alcanzó los 104,3 millones de toneladas. Este año, estimaciones privadas indicaron que la zafra nacional estuvo en torno a los 105 millones de toneladas. En este caso es notorio el contraste con los datos oficiales: según el Ministerio de Agricultura, en el último ciclo la cosecha total se ubicó en 110,7 millones de toneladas, debido al cambio de la fórmula de cálculo que utiliza la cartera para el maíz, que le atribuye un área sembrada y producción mayor a la que considera disponible el mercado.

Podría extenderse el análisis a muchos otros indicadores, como empleo, pobreza e indigencia, construcción y ventas inmobiliarias, reservas del BCRA, deuda pública, comercio exterior, entre otros. Más allá de la particularidad de cada sector y de las divergencias entre las estadísticas oficiales y los análisis de consultoras, es muy difícil encontrar datos convincentes para afirmar que la Argentina mantiene en un ciclo de crecimiento como el que sí evidenció desde el segundo semestre de 2002 hasta 2011.

Dólar: la recesión pudo más que la inflación

El ajuste de los controles oficiales sobre el mercado cambiario, con mayores restricciones para la venta de divisas a importadores y la operatoria de “contado con liquidación”, junto con la apertura parcial de ventas para atesoramiento, permitió regular cantidades –estabilidad para las reservas- y precios –atraso cambiario-. Este equilibrio es artificial y se sostiene con prohibiciones, distorsiones y costos muy altos. Las reservas crecen porque no se paga deuda en default selectivo y porque se activan los “swap” de monedas o préstamos de bancos centrales del exterior. La caída de importaciones quita insumos a la producción y deteriora el nivel de empleo, mientras que el tipo de cambio bajo desalienta exportaciones e inversiones.

Así, el dólar oficial registra en 2014 un ascenso del 31,2%, de 6,5225 a 8,5525 pesos en el segmento mayorista, mientras que el dólar paralelo avanza un 33,3%, de 10,04 a 10,38 pesos. En ambos casos, el aumento está debajo de la inflación difundida por los legisladores de la oposición en el Congreso, que promedia estimaciones privadas y de entes oficiales de las provincias, y que acumuló un 38,7% entre enero y noviembre. En la comparación interanual, la inflación-Congreso fue de 40,5%, similar al 38,2% que registró el sitio Inflación Verdadera entre el 17 de diciembre de 2013 y el 16 de diciembre de 2014. En todo caso, se trata del aumento de precios minorista más elevado desde el 41% acumulado durante el convulsionado año 2002.

El aumento promedio de los salarios logrado en negociaciones paritarias fue de 29,7% este año, según un informe del Ministerio de Trabajo. La pérdida real de poder adquisitivo del ingreso frente a la inflación influyó en los niveles de consumo y también en la capacidad de ahorro.

Mientras que en 2012 el índice Congreso mostró una inflación minorista de 25,6%, el dólar “blue” trepó un 44 por ciento. En 2013, el mismo promedio de precios registró un aumento anual de 28,3%, contra un 47% que lo hizo la divisa informal. Este año, por la incidencia conjunta de la intervención oficial y la escasez de excedentes para dolarizar,  la divisa norteamericana quedó rezagada frente al encarecimiento de los bienes y servicios.

Es por eso que una referencia como el dólar “implícito” o de convertibilidad, que se calcula al dividir la Base Monetaria que publica el Banco Central por las reservas internacionales, arroja un tipo de cambio mucho más alto que el actual, sin que se observe la tensión nerviosa característica de la plaza cambiaria en otros momentos de la historia reciente. Al 19 de diciembre, la moneda en circulación, cheques cancelatorios y depósitos a la vista totalizaban $455.507 millones, contra u$s31.110 millones de activos informados por el BCRA, que resultan en un dólar teórico de 14,68 pesos, un 9,7% por encima del “blue” y un 71,6% más que el dólar oficial.

Argentina, mal parada frente a la guerra de monedas

Con diversos instrumentos y la aplicación del poder de policía del Estado, el Gobierno pudo controlar al dólar fronteras adentro: cayó el “blue”, se congeló el oficial y las reservas recuperaron el nivel de un año atrás. Esta delicada calma cambiaria tiene hoy una poderosa amenaza: la evolución de la divisa norteamericana en el plano internacional, que de una forma u otra va a influir en la economía doméstica. En el mundo se habla de un “súper dólar” que se fortalece, después de los años de volatilidad que requirió la salida de la crisis financiera de la década pasada.

Por el contexto local, con alta inflación e insistente presión para el tipo de cambio, el Gobierno argentino recurrió a su propia receta para aplacar al dólar y aventar especulaciones financieras de quienes apostaron al billete: un ajuste de controles sobre el circuito informal y las transacciones de “contado con liquidación”, complementadas con la flexibilización de ventas al público, más restricciones para la demanda de importadores. En tres años el Banco Central mutó de la flotación administrada a un decidido atraso cambiario administrado.

En la Argentina, la divisa norteamericana gana en el año un 31,1% en el mercado mayorista, la plaza cambiaria más relevante por volumen, donde se cursan las operaciones de comercio exterior y en la que interviene el Banco Central. Una inflación acumulada entre enero y noviembre de 38,7% (según el índice Congreso) determina que, a diferencia de lo que ocurre en el exterior, se registra en el país una depreciación real del billete verde en torno al 8% en 2014.

La resurrección del dólar entre las divisas duras que califican como reserva de valor generó una rápida reacción de los bancos centrales. El billete de EEUU trepó a sus máximos en casi una década frente al real brasileño, mientras que el rublo ruso se devaluó un 56% en el transcurso del año.

En Brasil, el dólar sube un 13% en 2014, a 2,66 reales, con una inflación anualizada que es la mitad: 6,6 por ciento. A partir de la reelección de Dilma Rousseff, y pasado un período de apreciación artificial de la divisa brasileña durante el Mundial de fútbol, el banco central profundizó la devaluación como una de las varias medidas para aportarle impulso a una economía estancada.

En las últimas jornadas, Rusia mostró la cara más cruda de esta “guerra de monedas”. El dólar saltó un 80% en 2014, a la sombra de la caída del precio del petróleo, indicador que gravita en la valuación de los activos financieros del gigante europeo, así como sobre la cotización de su moneda. En 2014 el dólar avanza de 32,68 a 58,88 rublos, con una inflación que no llega al 8% anual.

En este contexto, el euro retrocedió en 2014 un 11,4% respecto de la moneda norteamericana, mientras que la libra cedió un 5,3 por ciento. En Japón, donde el banco central inició un período de política monetaria flexible para otorgarle más impulso a la actividad económica, el dólar gana un 13,8% en el recorrido del año.

La Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) manifestó que es “improbable” que decida subir tasas durante un “tiempo considerable”. La entidad que preside Janet Yellen reconoció que ahora se enfrenta a un desafío imprevisto: por el desplome del petróleo la economía de los EEUU registró deflación en noviembre. La tasa interanual de inflación quedó reducida al 1,3%, frente al 1,7% en octubre. La caída de los precios es la más pronunciada en seis años, por cuanto el incremento promedio de los precios en 2014 incluso quebró el piso que se había propuesto el banco central norteamericano en sus metas de inflación, un dato que atenta contra la reactivación económica norteamericana y posterga un endurecimiento de política monetaria.

Sus consecuencias dan alivio parcial a la Argentina, pues desarman los pronósticos sobre un gradual proceso de aumento de tasas de referencia en los EEUU, aún en el mismo mínimo histórico de 0% que sostuvo los precios de las materias primas en la última década y liberó el flujo de crédito barato a las economías emergentes. Esta desaceleración de la carrera alcista del dólar da un tiempo extra que las autoridades argentinas no deben desaprovechar si pretenden captar divisas por inversiones, préstamos y exportaciones, y evitar un colapso mayor del peso.

Mayor atraso cambiario

Desde 2011 el Gobierno utilizó el tipo de cambio bajo como un instrumento para moderar la inflación. El atraso cambiario del dólar, simplemente por haber subido a una tasa inferior a la del promedio de los precios de la economía doméstica, quedó más expuesto en un año en el que la inflación alcanzó su nivel más alto desde la devaluación de 2002 (+39%) y en algunos tramos del año, la más elevada desde la hiperinflación de 1991. Claro que hubiera sido superior con una devaluación más profunda, pero este dólar atado a un precio sólo posible con el “cepo” cambiario y las restricciones para importar es un obstáculo para ampliar las exportaciones e ingresar divisas, más cuando Brasil se pronunció por una fuerte devaluación para mejorar la performance comercial de sus productos.

La dinámica con la que el dólar en Brasil se apreció alrededor de un 7% respecto del real (13% sube el dólar con una inflación de 6,6%) volvió más competitiva a la economía del más importante socio comercial de Argentina, al menos por efecto cambiario. Con esa perspectiva, la producción argentina se encareció un 8% frente a los competidores externos cuyos costos son fijados por el dólar, mientras que se volvió un 15% más cara al compararla con los productos brasileños.

El presidente del BCRA Alejandro Vanoli sorprendió al declarar que en 2015 “la idea es no generar restricción adicional y normalizar el mercado de cambios“, cuando no se advierte un ingreso suficiente de dólares que impulse la actividad. La pregunta es cómo pretende alinear los precios internos de la divisa sin una dramática devaluación, mientras el país continúa en default, vedado al crédito y obligado a enfrentar el deterioro del valor de sus principales productos exportables.

Noticias externas obligan a asumir la dura realidad local

Desde el exterior llegaron inapelables indicadores financieros que en pocas semanas cambiaron la visión de los operadores locales, que hasta hace poco estaban aferrados a las expectativas de cambios en la política económica en 2015, ya sea antes o después de las elecciones. El mundo real se impuso a las apuestas y proyecciones. Hacia mitad del año, el quiebre de tendencia encontró explicación desde varios flancos: la certeza de una cosecha récord en los EEUU sacudió al mercado global de granos, el default selectivo en el que incurrió la Argentina tras 12 años, luego del revés en la causa promovida por los holdouts en Nueva York, y el más reciente desplome de las cotizaciones del petróleo marcaron la cancha para esta actualidad aciaga de los mercados que tiene al país como protagonista.

Las acciones líderes de la Bolsa arrancaron la semana con un derrape de 8,3% en promedio. El panel Merval cae en diciembre casi 23%, y un 39,8% desde el récord de 12.531 puntos del 12 de septiembre. Las ganancias del año, que habían superado el 130%, se desinflaron en tres meses a un 40,6%, apenas un par de puntos por encima de la inflación minorista acumulada desde enero, según el “Índice Congreso”.

Las petroleras fueron las más perjudicadas. En dólares, YPF prácticamente igualó su valor más bajo del año, alcanzado el 4 de febrero, en torno a los 22 dólares para el ADR que se negocia en Wall Street. En las últimas doce ruedas la acción de la empresa más grande de la Argentina cedió un 36% de valor, lo que representa una pérdida de casi u$s5.000 millones en su capitalización bursátil, a los actuales 8.817 millones de dólares.

En este panorama de precios arrasados impactó la caída del petróleo, que se hundió a u$s55,40 por barril en Nueva York, lo que significa un derrumbe del 44% en 2014, a valores inéditos desde el 5 de mayo de 2009. YPF también es víctima del “cepo” cambiario y el default, pues adolece de financiamiento externo para sus ambiciosos proyectos de desarrollo de campos no convencionales en Vaca Muerta, cuya rentabilidad a estos precios del crudo está en duda, al menos para el corto plazo. También se posterga el desembarco de importantes multinacionales del rubro energético, que se manifestaron dispuestas a invertir y aportar tecnología imprescindible para el éxito de esta explotación.

“Lo que estamos viendo es una caída generalizada en los commodities, con fuerte retracción en lo que es petróleo, en donde hay una especie de guerra fría en la que Rusia y Venezuela son los principales damnificados: el rublo se está depreciando a pasos agigantados”, subrayó Marcelo Trovato, de Pronóstico Bursátil. El analista añadió que “en Brasil no sólo Petrobras es el problema, sino que papeles como Vale o Gerdau SA o Companhia Siderurgica Nacional siguen sufriendo la caída producto de la depreciación del real”.

En 2014, la Bolsa porteña había acelerado las ganancias de la mano de la dolarización de carteras. La compra de acciones y bonos argentinos con pesos en la plaza local posibilitaba hacerse de divisas al liquidarlos en dólares en mercados del exterior. La escalada asombrosa del Merval no fue motorizada por genuinas posiciones inversoras, a la espera de futuras ganancias corporativas. La realidad dicta que la presente es una economía recesiva, que orada los balances, principal fundamento para empinar las cotizaciones. Y en 2015 tampoco se prevé crecimiento para el PBI con la persistencia de las restricciones al dólar.

En otros períodos de la historia reciente se demostró que el valor de las acciones acompañó e incluso superó al ritmo de devaluación. Esta expectativa fue desactivada por el incremento de las reservas del Banco Central, a través de maniobras contables como el swap con China y préstamos de otros bancos centrales, y el bloqueo del juez Griesa a los pagos de bonos Par y Discount. Sólo por estas cuestiones coyunturales se encuentran casi al mismo nivel que en enero, por encima de los 30.000 millones de dólares.

Finalmente, los agentes bursátiles tuvieron que dejar de lado su reticencia a transferir a precios el pertinaz default selectivo, ya convencidos de que la voluntad política del kirchnerismo amenaza con extenderlo más allá de enero, cuando vencerá la cláusula RUFO.

Otro llamado de atención desde los mercados internacionales vino por la soja y sus derivados industriales, los principales productos de exportación nacionales y los que posibilitan el ingreso de dólares comerciales a la economía. Desde los u$s451,23 por tonelada que cotizaba el 29 de junio, la oleaginosa cedió un 15,4 por ciento. Asimismo, resignó 31,6% desde el máximo del año (u$s558 por tonelada) del 16 de abril pasado.

El experto Manuel Alvarado Ledesma indicó que “la excelente evolución de la siembra en la Argentina y el desarrollo de los cultivos en Brasil, Bolivia y Paraguay generan expectativas depresoras sobre los valores”, por lo que el recorte en el flujo de divisas se mantendría en 2015. Sin embargo, en su análisis para Agrositio no descarta que la baja en los precios de la energía mejore la capacidad financiera de los países importadores de granos y sustente la demanda, como un piso para el rebote de las cotizaciones.

El economista Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso, dijo a InfobaeTV que “este año la caída del nivel de PBI va a ser de algo más del 2% y la inflación va a estar rondando a finales del 2014 un 40%”, una estimación desfavorable que ya se está descontando en el circuito financiero.  “Para el año que viene lo que estamos viendo es que aún con un arreglo con los holdouts está la probabilidad de una caída del PBI más alta incluso que la del 2014. Eso porque, a nuestro juicio, la principal razón de la caída del PBI, que viene desde finales del año pasado, no tiene tanto que ver con esta incertidumbre de los holdouts, si no con el impacto del ‘cepo’ sobre los sectores productivos”, evaluó Abram.

El déficit fiscal alcanza el 7% del PBI en 2014

En una semana en la que el dólar paralelo mantuvo su tendencia bajista y las reservas se acomodaron sobre los u$s28.000 millones, el Gobierno asumió, a través de una nueva ampliación presupuestaria, un déficit financiero que los analistas estiman en un 5% del PBI para todo 2014, en torno a los 200 mil millones de pesos.

El Ministerio de Economía informó que entre enero y septiembre, el déficit financiero –tras pago de deuda- subió a $53.629,6 millones, un 143% más que en el mismo período del año pasado. Según este resultado de la “base caja”, Argentina también se encamina a su tercer año consecutivo con déficit primario, al acumular en el mismo lapso un saldo negativo de 419 millones de pesos.

También la semana pasada se publicaron en el Boletín Oficial dos ampliaciones presupuestarias: una partida por $39.952,5 millones acreditada por decreto de necesidad y urgencia, más otros $8.876,4 millones dispuestos por decisión administrativa del Ministerio de Economía y la Jefatura de Gabinete. La Asociación Argentina de Presupuesto y Administración financiera Pública (ASAP) indicó que al contabilizar estas remesas, el déficit financiero asciende a 195.372,7 millones de pesos.

Gran parte del rojo fiscal es atenuado por los Adelantos Transitorios que le gira el Banco Central al Tesoro nacional. En el transcurso de 2014, estos préstamos se expandieron 27% ó 50 mil millones de pesos.  Los Adelantos Transitorios, en $232.450 millones al 15 de noviembre último, según el último reporte de la entidad se aproximan a los $250.844 millones que el BCRA emitió en Letras en pesos (LEBAC), la llamada deuda “cuasi fiscal”.

La emisión de estos títulos, que en el año se duplicaron (+127%), significó una activa absorción de liquidez por parte del Banco Central, que contuvo la mayor expansión de pesos circulantes y redujo su presión inflacionaria. Con este procedimiento para financiarse a través del Banco Central, el Gobierno transfiere su déficit a la autoridad monetaria que, a la vez, debe endeudarse en la misma proporción. Se aplica la particular interpretación dl dinero como “bien fungible” a la que adhieren los funcionarios nacionales.

Un déficit insostenible

Junto con el giro de “utilidades”, por efecto de la devaluación, el BCRA le envió al Tesoro entre enero y septiembre unos 64.900 millones de pesos. Las rentas de la Administración de la Seguridad Social (ANSeS) con el mismo destino crecieron en el ese lapso un 85%, a $30.000 millones de pesos. Al sumar los aportes de otros organismos –como el PAMI- son más de $96.000 millones los girados por entes descentralizados para sostener el gasto público en los primeros nueve meses del año.

Con un PBI que el INDEC calculó en 3,3 billones de pesos al cierre de 2013, este año (con actividad económica estancada e inflación superior a 35% anual) la producción de bienes y servicios de la Argentina podría cifrarse en unos 4,5 billones de pesos.

En esta aproximación, al sumar a un déficit fiscal de $195.372,7 millones los $96.000 millones en concepto de “Rentas de la Propiedad” que el Ministerio de Economía contempla como ingresos corrientes en su esquema de ahorro, el rojo de las cuentas públicas se acerca a los $300 mil millones ó casi 7,5% del PBI. Se trata de una tasa difícil de sostener y que atenta contra la intensión oficial de evitar una nueva devaluación del peso, el camino más rápido –y con serias contraindicaciones -para licuar el desbalance presupuestario.

Una recesión que desacelera la inflación

El último dato del IPC Nacional Urbano del INDEC reflejó un incremento de precios minoristas de 1,2% en octubre. El resultado oficial resultó un punto porcentual por debajo del 2,2% del cálculo de inflación que difunden legisladores de la oposición en el Congreso, que promedia los datos suministrados por las consultoras privadas.

A pesar del ampliamente anunciado cambio de metodología con el que el ente estadístico prometió normalizar sus mediciones de 2014, la realidad es que la brecha entre sus datos y los de los estudios privados -y otros oficiales de distritos como San Luis y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- ya se amplía por encima del 10% en el año.

El INDEC calculó que en diez meses el alza acumulada fue 21,4%; la inflación “Congreso” sumó un 33,3 por ciento. El Índice de Precios al Consumidor de Buenos Aires (IPC CABA), elaborado por la Dirección de Estadísticas del Gobierno porteño, aumentó un 1,9% en octubre y avanzó un 33,6% en diez meses de 2014 y un 39,9% en la comparación interanual.

El flamante director del INDEC, Norberto Itzcovich, defendió los cálculos del ente intervenido desde enero de 2007 y desestimó un nivel de inflación del 40% anual que, a su juicio, se da en productos que se venden en los “barrios top” de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, el economista Paul Krugman, un premio Nobel que goza de la simpatía oficial, afirmó que “la Argentina realmente parece tener una inflación mucho mayor que aquella que el Gobierno admite”.

Los datos cruzados impiden definir con exactitud la evolución de los precios minoristas en el país, aunque la manipulación de los números oficiales evidenciada en los últimos siete años permite inferir que la inflación está más próxima a los informes privados y de provincias que no gobierna el Frente para la Victoria.

De todos modos, los cálculos coinciden en un punto: después de la brusca devaluación del dólar oficial en enero, que detonó una suba intempestiva de precios en el primer trimestre, los incrementos tendieron a moderarse con el transcurrir de los meses. Y aunque el aumento acumulado de 2014 es muy superior al de 2013, en los últimos meses empieza a observarse una inflación en un rango similar a la de los mismos períodos del año pasado. Así como el salto del dólar oficial replicó inmediatamente en los precios, el actual atraso cambiario explica parte de este período de estabilización de la inflación.

Si se analiza el IPC Congreso, en los últimos meses hay una progresión alcista pero tendiente a moderarse en agosto (de 2,14% en 2013 a 2,65% en 2014), septiembre (2,2% en 2013 a 2,48% en 2014) y octubre (2,1% contra 2,25%).

El IPC CABA muestra incluso que la inflación de julio de 2013 (2,5%) fue mayor a la del mismo mes de 2014 (2,2%), mientras que subió levemente en agosto (2,3% en 2014 frente a 2,1% en 2013) y en septiembre (2,2% en 2014 frente a 2,1% en 2013). En octubre de este año (+1,9%) fue inferior al año pasado (2,2%).

El IPC elaborado por la Dirección de Estadísticas y Censos de San Luis mostró una desaceleración en junio (2,3% en 2013 contra 1,8% en 2014) y julio (2,3% en 2013 frente a 2,0% en 2014), y una aceleración en agosto (1,9% en 2013 y 2,5% en 2014) y septiembre (1,9% en 2013 y 3,1% en 2014). Todavía no hay datos de octubre último.

La suba de precios de este año es, según los datos oficiales, la mayor del período de gobierno del matrimonio Kirchner, y según las consultoras, superior a la de 2002, durante el gobierno de Eduardo Duhalde, que acumuló entonces un 40,9% en doce meses. Para el sitio Inflación Verdadera, el alza interanual de octubre de 2013 a octubre de 2014 es de 41,86%, mientras que en el IPC Congreso fue de 41,25 por ciento.

La actual escalada alcista se produce en el marco de una recesión de la economía, que no es comparable a las crisis de 1989-91 y 2001-2002, pero asoma como un límite para que el público convalide incrementos de precios que alcanzaron un récord desde la hiperinflación de 1991.

Absorción del excedente de pesos

Además del modesto efecto del plan de Precios Cuidados, contribuyen a contener los aumentos un medidas de corte ortodoxo, como la fuerte emisión de Letras del BCRA (las LEBAC) para absorber pesos excedentes, complementa con la emisión de deuda del Tesoro, iniciativas que no se implementaron el año pasado con esta magnitud.

En lo que va de 2014, el monto de LEBAC se incrementó 117,8%, a 240.764 millones de pesos. Esto es $130.217 millones más, que representan un 31,2% de la Base Monetaria (billetes, monedas y cheques en circulación más depósitos en cuentas corrientes). Además, el Ministerio de Economía colocó deuda en pesos por unos 200 mil millones a través de diferentes instrumentos, como los recientes Bonad 16 y Bonad 18. Es casi la mitad de la Base Monetaria, que en el año se expandió 10,8% (un tercio que la inflación) a 417.909 millones de pesos.

En forma indirecta, la flexibilización del “cepo” cambiario, con ventas de divisas a particulares para atesoramiento y turismo por unos u$s2.850 millones, también significó el retiro de pesos que antes se destinaban al consumo. Al efecto recesivo de la pérdida de ventas en comercios también le correspondió un efecto disuasivo para eventuales remarcaciones. Esto se produce incluso con una pérdida de poder adquisitivo del salario, con alzas promedio (29,7% según las paritarias) inferiores a la tasa anualizada de inflación.

La recesión resultó ser una barrera más contundente que los controles para evitar una espiralización inflacionaria, a falta de medidas específicas de política económica no sólo contra la carestía de precios, sino contra el déficit fiscal que debe ser financiado con emisión. O como sintetiza el mismo Krugman, “la Argentina tiene un déficit presupuestario persistente que se está monetizando porque carece de acceso a los mercados de capitales”, a la vez que “se mantuvo heterodoxa demasiado tiempo, lo que lleva a la inflación persistente y problemas de balanza de pagos”.

Un mes de bruscos sobresaltos financieros

En el plano económico, la novedad sobresaliente del pasado octubre fue el reemplazo de Juan Carlos Fábrega por Alejandro Vanoli en la conducción del Banco Central. Este nombramiento tuvo decisivas derivaciones: el ajuste de los controles sobre el mercado y los gestos contundentes para disuadir a los referentes de la plaza financiera que buscaban el refugio del dólar. Éstos últimos optaron por desarmar posiciones, con relativo éxito para frenar la escalada del precio de la divisa. Si esta presión permite un forzado triunfo al Gobierno, trae duras consecuencias, como el exacerbado el “cepo” a las importaciones y una continuidad sin plazo para la recesión. El propio INDEC reconoció que la producción industrial acumuló 14 meses de retroceso interanual.

Inspecciones rigurosas, como el publicitado allanamiento a la sociedad de bolsa Arpenta, y la advertencia del titular del BCRA acerca de que se investigará si hay maniobras de lavado de dinero en las operaciones de “contado con liquidación” fueron ejemplos de las movidas oficiales que desactivaron la dolarización de carteras a través de operaciones bursátiles formales. Cayó el volumen negociado en la Bolsa y el índice Merval perdió en promedio un 12,2% en octubre.

En el mismo sentido, también se recortó con fuerza el precio implícito del dólar en transacciones financieras, al dividir las cotizaciones en pesos en la Bolsa porteña por los precios en dólares en Wall Street. El “contado con liqui” se desplomó 12% (de $14,93 a $13,14), el dólar MEP cayó 12,6% (de $15,26 a $13,34) y el dólar “blue” perdió 9,1% (de $15,72 a $14,28).

El descenso del dólar informal tuvo cierto sustento si se observa la relación de “convertibilidad” entre la Base Monetaria ($396.113 millones) y las reservas (u$s27.402 millones), con datos actualizados por el BCRA al 23 de octubre, que resulta en un dólar teórico de $14,45, más cercano al valor actual del “blue” que de los casi 16 pesos del 24 de septiembre pasado. El atraso cambiario parece ser un baluarte del esquema económico: el dólar mayorista terminó el mes en $8,5025, con una suba de apenas 0,9%, la mitad que la inflación real, desde los $8,4275 del final de septiembre.

Sobre el cierre del mes, el Banco Central activó el swap con China y sumó unos u$s800 millones a las reservas, a las que hay que añadir unos u$s200 millones adquiridos en el mercado mayorista, donde la autoridad monetaria monopoliza las compras, a expensas de los importadores. Así, el ente emisor logró un modesto éxito: terminar octubre con un saldo positivo de u$s237 millones para los activos internacionales, en u$s28.103 millones, aún con la efectivización récord de divisas para atesoramiento y turismo por un total de 485 millones de dólares. Hay que recordar que por el default “selectivo”, el BCRA todavía contabiliza u$s700 millones de intereses de bonos Discount y Par, cuyo desembolso fue bloqueado por el juez Thomas Griesa.

De todos modos, hay que resaltar las muy buenas noticias desde el frente externo. Por una parte, los precios de la soja rebotaron desde sus pisos del año y recuperaron un 14% en el mes. Los granos y sus derivados aportan más de un tercio de las exportaciones argentinas y las mejores cotizaciones en el exterior alientan mayores liquidaciones de divisas.

A la vez, se consolidó el descenso del precio del petróleo, que permitirá a la Argentina estabilizar en 2014 el déficit en materia energética, que había trepado en todo 2013 a unos 6.500 millones de dólares. El barril de crudo de Texas se situó apenas sobre u$s80 el barril y desde enero cedió 18%, mientras que la variedad Brent, que se negocia en Londres, perdió alrededor de 25% en el año.

Según el Balance Cambiario del BCRA correspondiente al tercer trimestre del año, en el lapso julio-septiembre los pagos de importaciones de las empresas vinculadas al sector energético bajaron un 7% o u$s258 millones frente al mismo período de 2013. Si bien entre enero y septiembre las compras de energía al exterior se mantuvieron por encima del año anterior (u$s10.800 millones frente a u$s9.722 millones), la tendencia es declinante por el efecto conjunto de la recesión local y la baja de precios internacionales.

La conclusión que dejó octubre es la de una cierta tregua financiera en un país aquejado por el estancamiento, el default y la carencia de crédito. Es un poco de aire fresco para una política económica agotada, que tiene como único objetivo pagar el menor costo político posible para llegar al cambio de mando en diciembre de 2015, a costa de postergar esfuerzos contra los problemas de base acumulados desde la intervención del INDEC para encubrir la inflación, el atraso cambiario que nació a la sombra de “crisis del campo” de 2008 y el camino sin retorno a la recesión que significó el “cepo” al dólar desde 2011.

Comercio exterior: Chile superó a la Argentina

Argentina duplica a Chile en cuanto a número de habitantes y al tamaño de su economía. Sin embargo, la nación trasandina superó en septiembre a nuestro país en el volumen de su comercio y en el superávit alcanzado en su balance de intercambio. Esta dinámica era previsible: las prohibiciones sobre el dólar en la Argentina llevaron a una economía local más cerrada al mundo. Del otro lado de la frontera, Chile profundizó la senda que eligió hace más de dos décadas, la de apostar a una agresiva apertura comercial para crecer, con mayor exposición a la volatilidad del frente externo, pero también con mayores réditos.

Desde que el Gobierno argentino decidió implementar el “cepo” en 2011 varios indicadores de actividad dejaron de mostrar evolución positiva. Uno de ellos fue el comercio exterior, que en 2014 marcó una neta caída si se lo compara con el récord de 2011 y los niveles anteriores al control de divisas. Según datos de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), las exportaciones argentinas en el período 1987/98 se expandieron un 315% y entre 2002/2014 subieron un 184 por ciento. Al desagregar este último período, se observa que entre 2002 y 2011 las ventas externas se incrementaron un 226%, pero la caída de 12% entre 2011 y 2014 redujo el promedio de crecimiento. “De los últimos 65 años, en 35 se obtuvieron récords de exportaciones. Faltan dólares, pero 2014 será el tercer año consecutivo sin poder igualar o superar un récord. No ocurre algo así desde 1981”, explicó Marcelo Elizondo, CEO de DNI.

Entre enero y septiembre de 2014 las exportaciones argentinas acumularon u$s56.116 millones y las importaciones, u$s50.236 millones, con un saldo positivo de 5.880 millones. En los primeros nueve meses de 2011, las exportaciones sumaban u$s63.553 millones; las importaciones, u$s55.391 millones, y el superávit, 8.162 millones de dólares.

Del otro lado de la cordillera, la balanza comercial de Chile acumuló entre enero y septiembre de 2014 un superávit de u$s6.523 millones, resultado de exportaciones por u$s57.496 millones e importaciones por 50.974 millones de dólares. Estas cifras son 11,9%, 2,5% y 1,5% superiores, respectivamente, a las informadas por el INDEC la semana pasada.

Las matrices exportadoras y las estructuras económicas de la Argentina y Chile son muy diferentes, aunque ambos países dependen de las materias primas para insertarse en el comercio global: la minería acapara un 57% de las exportaciones trasandinas, mientras que los granos y la agroindustria significan el 35% de las ventas argentinas. Chile es el principal exportador de cobre del mundo, por lo tanto sufrió también los avatares de la caída del 10% en el precio del metal en 2014, como nosotros con la soja y el maíz.

En cuanto a población, la Argentina, con unos 42 millones de habitantes, prácticamente duplica a Chile, con 18 millones. Similar es la relación del Producto Bruto Interno: según el Banco Mundial, el PBI argentino alcanza los u$s510.000 millones, frente a u$s277.000 millones del chileno.

Sin embargo, el ingreso de dólares a Chile muestra mayor fortaleza que en nuestro país. Las reservas internacionales en el banco central de Chile se mantienen estables, en torno a los u$s40.000 millones; en la Argentina muestran tendencia declinante, apenas por encima de los 27.000 millones. En el mismo sentido, la inversión extranjera directa en Argentina se desplomó el año pasado un 25%, a unos u$s9.000 millones, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), menos de la mitad de lo que recibió el vecino Chile.

Debilidad en la economía, debilidad en el comercio

La caída de la actividad económica en Argentina genera una menor demanda de productos extranjeros e, indirectamente, menores exportaciones industriales por el retroceso de la producción. Para las manufacturas, el estancamiento de la economía brasileña también contrajo la demanda para las fábricas argentinas que enfocan sus exportaciones en el mercado más grande de la región.

La baja de precios internacionales, como reflejaron las materias primas este año, trae como consecuencia un ingreso de dólares inferior, aún con un volumen de ventas externas similar al del año anterior. Según las cámaras exportadoras del agro, por ventas de granos y derivados se llevan liquidados hasta el 17 de octubre u$s19.492 millones, un 3,6% menos que los u$s20.271 millones que se registraron en el mismo período del año pasado, cuando la retracción de precios en el mercado de Chicago supera el 20% en 2014.

La escasez de dólares que golpea a la economía desde el establecimiento de las restricciones cambiarias hace tres años obliga a racionar divisas que se destinan a la compra de insumos, piezas y unidades terminadas en el exterior.

A la par, el atraso cambiario por la creciente inflación desincentiva las exportaciones y reprime la oferta interna de divisas, con un efecto contractivo aún mayor. Se estima que entre 20 y 23 millones de toneladas de soja de la campaña 2013/14 todavía no fueron comercializadas. “La persistencia y ampliación de la brecha existente entre la cotización del dólar ‘oficial’ vis a vis el precio en el mercado paralelo, incentiva a los productores y acopiadores -que venden al tipo oficial menos derechos de exportación- a no vender su producto a la espera de una devaluación”, sintetiza Abeceb.com.