Dólar: turismo y ahorro desplazan a importaciones

Hace tres años y medio que hay “cepo” cambiario en la Argentina. Con exclusividad el Estado es el que arbitra a la vez precios y cantidades de divisas y es así que en los últimos meses la decisión política sesgó a favor del público el flujo de billetes, en perjuicio de las importaciones de bienes. Una consecuencia de esta estrategia oficial es que se resintió la actividad económica ante las restricciones para ingresar insumos necesarios para la industria, mientras que se flexibilizaron las ventas a minoristas, ya sea para atesoramiento como para viajes y consumos en el exterior.

En el último informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario del Banco Central, actualizado al primer trimestre de 2015, se explica esta transferencia de dólares que antes se derivaban a empresas y ahora en buena medida capta el público. Las importaciones retrocedieron entre enero y marzo u$s3.373 millones interanual, un monto que equipara los u$s3.368 millones que significaron la caída de exportaciones (u$s2.248 millones) y el incremento de ventas a minoristas (u$s1.120 millones más para ahorro y turismo).

La entidad monetaria logró con esa liberación de divisas mantener bajo control al dólar “blue”, que en el período perdió cerca de 10% frente a sus valores de cierre de 2014 (la divisa cerró marzo a $12,62, casi el mismo precio de hoy). A la vez, sostuvo el nivel de reservas internacionales, pues según el Balance Cambiario “el Banco Central continuó haciendo un uso en forma parcial del acuerdo de ‘swap’ de monedas locales con el Banco Central de la República Popular de China”. De esta manera, compensó la salida de divisas del sistema con ese mayor endeudamiento, ya que nueve de cada diez dólares para atesoramiento son retirados de los bancos y, por lo tanto, dejan de contabilizarse como reservas. En su totalidad fugan del país las divisas autorizadas por la AFIP para viajes y consumos en el exterior.

En esta “sintonía fina” para equilibrar los flujos en el mercado de cambios no todo pasó por “pisar” importaciones. En el primer trimestre hubo una fuerte caída del orden de u$s1.280 millones en las compras de energía, que aliviaron el déficit sectorial, y una baja de u$s1.000 millones en las ventas externas de granos y derivados. En ambos casos fue decisivo el desplome de precios internacionales de las materias primas, dato insoslayable para establecer los niveles de ingreso y egreso de divisas en la economía doméstica.

Según el BCRA, “en el primer trimestre de 2015, la demanda neta por turismo y viajes y pasajes alcanzó los u$s1.900 millones y las compras netas de billetes para atesoramiento los u$s1.400 millones, registrando entre ambos conceptos una demanda adicional cercana a u$s1.300 millones en términos interanuales”. En algún aspecto se reemplazaron importaciones de mercancías por “importaciones” de servicios -al contratar paquetes turísticos en el exterior- e importaciones de bienes al menudeo, como los artículos de tecnología que adquieren los argentinos fuera del país.

Al complementar esos datos con los informes diarios de la AFIP sobre tenencia de moneda extranjera se llega a conclusiones similares. Entre enero y marzo de 2015 el ente recaudador autorizó ventas a particulares por u$s1.404,7 millones para atesoramiento, otros u$s145,5 millones para viajes al exterior. Además, el BCRA puntualizó que en el primer trimestre de este año se registraron egresos brutos por otros u$s2.027 millones por uso de tarjetas en el exterior, pagos a operadores turísticos y pasajes. En total, son unos u$s3.577,2 millones tomados por minoristas tanto para tenencia personal como para gastos en el exterior.

Ese monto es 45,6% superior a los u$s2.457,1 millones para ahorro y turismo insumidos en el mismo lapso del año pasado. Según la AFIP, entre enero y marzo de 2014 se vendieron u$s484,5 millones para atesoramiento y u$s252,6 millones para viajes al exterior. A ello se suman u$s1.720 millones que según el BCRA se destinaron a gastos con tarjetas en el exterior, pagos a operadores turísticos y pasajes.

La firme demanda minorista de dólares responde seguramente a la licuación de la devaluación del peso del año pasado -concentrada principalmente en enero de 2014- por efecto de la inflación. El dólar oficial aumentó en doce meses 31,2% en el mercado mayorista (de $6,523 a $8,555) contra una inflación estimada por consultoras privadas en torno al 38% anual. Ese desfasaje profundizó el atraso cambiario y mejoró la capacidad de compra de divisas de los particulares luego de los aumentos salariales aplicados a mediados del año pasado.

Merval: récord y resistencia

La Bolsa de Buenos Aires exhibe en el 2015 extraordinarias cifras ganadoras y es una de las que más sube en el mundo. El mercado local capturó los beneficios de las expectativas por eventuales cambios políticos en las próximas elecciones, así como las altas tasas de retorno que ofrece la Argentina a los inversores, ante las necesidades de financiamiento del sector público. A su vez, la inflación doméstica y la reciente recuperación del petróleo contribuyeron a motorizar esta estampida en las valuaciones.

La semana pasada, el índice Merval alcanzó un récord histórico intradiario en torno a los 12.600 puntos, apuntalado por los precios internacionales del crudo, en un segundo trimestre del año en el que el este commodity lleva las riendas del mercado, debido a que determina el valor de las empresas de mayor ponderación en el panel: Petrobras Brasil, YPF y Tenaris (proveedor global de tubos sin costura para esta industria).

El panel líder acumula una ganancia promedio en pesos de 42,3% en 2015, desde los 8.579 puntos del cierre de 2014 a los actuales 12.205 puntos. Con una suba del dólar oficial de sólo 4,4% en el año, desde 8,5525 a 8,9275 pesos en el mercado mayorista, la inversión en acciones permitió beneficios cercanos al 40% en dólares en menos de cinco meses. Medido en moneda norteamericana, al dividir la puntuación del Merval por el tipo de cambio implícito en la operatoria bursátil (“contado con liquidación”, hoy a $12,07), el panel líder se afirma en un máximo histórico superior a los 1.000 puntos.

Con heterogeneidad, esa evolución se percibe en las cotizaciones de las acciones argentinas en Wall Street, negociadas a través de certificados ADR (sigla en inglés de American Depositary Receipt). Grupo Financiero Galicia acumuló ganancias de 33% en Nueva York durante 2015; YPF subió 13,9%; Edenor, 59,3%, y Pampa Energía, un 63,4 por ciento. Banco Francés (+35,3%), Banco Macro (+22,8%) y la brasileña Petrobras (+33,4%) también subieron con fuerza, mientras que Tenaris y Telecom apenas se mantuvieron en zona positiva en el año.

Esta inigualable capitalización producida en poco más de cuatro meses y la actual estabilización del barril de crudo en u$s60 pusieron cierto límite al rally alcista del Merval en esos 12.600 puntos que también sondeó en septiembre pasado. Si hubo un fuerte posicionamiento en activos argentinos en el último año, ahora es momento para la cautela o, al menos, una pausa selectiva, pues no hay números macroeconómicos que susciten semejante progreso en el valor de las compañías cotizantes, más cuando el desenlace de los comicios presidenciales y las directrices económicas del año próximo son todavía una incógnita.

El Gobierno procuró en el año electoral una estabilidad inducida para el dólar, que direccionó un elevado volumen de pesos a las acciones y los bonos. Por eso, la caída a la mitad del monto operado en las últimas jornadas es reflejo del actual período de prudencia. La elevada inflación fue otro condicionante que apuntaló la secuencia de escalada de precios de los activos, buscados como refugio de valor. La Bolsa respondió a este proceso inflacionario con un salto de cotizaciones, pero éste no reemplaza los fundamentos reales.

Los agentes de la plaza porteña también supieron aprovechar la novedad del endeudamiento en moneda extranjera encarado simultáneamente por el Tesoro nacional, YPF y el Banco Central, con el Bonar 2024, la emisión de Obligaciones Negociables y el “swap” con el Banco Central de China, respectivamente. A cambio de una elevada tasa cercana al 9% anual, estas instituciones estatales captaron en los últimos seis meses el equivalente a unos 8.000 millones de dólares. Los operadores observan en esta inyección de liquidez un flujo imprescindible para sostener importaciones y darle dinamismo a la actividad económica que, en el mismo sentido, revitalizarán las ganancias corporativas.

¿Qué inflación tendrá 2015?

El fenómeno inflacionario no tiene una causa única, aunque la variable monetaria es un indicador fundamental para deducir en qué proporción y dirección evolucionarán los precios minoristas. Así lo demuestra la relación entre el incremento de la Base Monetaria informada por el Banco Central y los reportes de inflación que elaboran algunas consultoras privadas y organismos estadísticos provinciales.

En 2013, la Base Monetaria, es decir el efectivo en circulación más los cheques cancelatorios y depósitos en cuenta corriente, aumentó 22,7% (de $307.352 millones a $377.197 millones), con una inflación que según estudios privados totalizó 28,38% según el denominado “índice Congreso”, y 23,28% según el sitio especializado Inflación Verdadera.

En 2014 el índice Congreso determinó que la inflación trepó al 38,53% anual, e Inflación Verdadera registró un 38,48%, mientras que a lo largo del año pasado la Base Monetaria se incrementó sólo un 22,6% (de $377.197 a $462.564 millones). La inflación sacó ventaja luego de que en enero del año pasado se aplicara una devaluación del peso del 18% (una suba del dólar oficial del 20%).

En parte dicha diferencia se explica porque en el año anterior el entonces presidente del BCRA, Juan Carlos Fábrega, emprendió un programa de absorción de liquidez a través de instrumentos de deuda (LEBAC y NOBAC), que desde octubre fue flexibilizado por su reemplazante en el cargo, Alejandro Vanoli. En 2014, el monto acumulado en letras y notas de la autoridad monetaria saltó 155%, de 110.546 millones a 282.135 millones de pesos.

En el 2015 estas variables aparecen más alineadas. La Base Monetaria progresa a un ritmo del 27% en la comparación interanual, semejante a la tasa de interés licitada en LEBAC. Significa que el BCRA viene renovando prácticamente los vencimientos de títulos, pero la deuda igual crece por un efecto de tasa de interés.

Según el Estado Resumido de Activos y Pasivos del BCRA, al 7 de abril pasado, la Base Monetaria creció 27,3% respecto de abril del año pasado (de $360.888 millones a $459.329 millones). En sintonía con esa tasa, el denominado índice Congreso reflejó que los precios minoristas entre marzo de 2014 y el mismo mes de 2015 acumularon un alza del 29,81 por ciento. Según inflación Verdadera, la inflación anual en ese período fue de 32,39 por ciento.

Ambas mediciones privadas coinciden en una desaceleración de la inflación anualizada respecto de los registros de 2014. No obstante, la tasa de interés de las Letras del BCRA –que coincide con la expansión de la Base Monetaria- es un “piso” para la inflación que el Gobierno establece en forma implícita.

De la misma forma, puede estimarse que la brecha entre el dólar oficial y el “contado con liqui” es la expectativa de devaluación que el mercado financiero percibe para el peso respecto de la divisa norteamericana, a través de la cotización de acciones y bonos, pues este dólar implícito se calcula al dividir los precios en pesos de los activos por su valuación en dólares en Wall Street.

En este caso dicha expectativa devaluatoria asoma como un horizonte de “techo” para el incremento de precios. Hoy la brecha entre el “liqui” y el dólar en el mercado mayorista es de 34,5% ($11,93 y $8,87, respectivamente). Si no hay sobresaltos y la Base Monetaria crece a lo largo del año al mismo ritmo que las tasas del BCRA, la inflación se sostendrá por debajo de la de 2014 y en nivel similar a la de 2013, aunque dentro de los registros más elevados desde la salida de la convertibilidad y con un costo creciente para un BCRA cada día más endeudado.

El dólar “ahorro” es hoy el fundamento del mercado

Con el paso de las semanas se afianza el modesto objetivo que se trazó el Gobierno para llegar a las elecciones: una economía estabilizada en débil receso, escasas reservas reales, un profundo déficit fiscal y elevada inflación. En el saldo positivo queda un muy ajustado superávit comercial y las cifras de empleo, que de la mano de las contrataciones del sector público aún muestran resultados contundentes respecto de la crisis de 2001-2002.

En ese esquema los funcionarios del Palacio de Hacienda comprendieron que, por la experiencia de la historia reciente, los argentinos ven luces de alerta cuando hay inestabilidad cambiaria. Las restricciones a la divisa en el mercado formal y el avance en el circuito paralelo provocaron nerviosismo y desconfianza en los ahorristas e inversores. Después de tres años de “cepo”, el Gobierno encontró una vía para calmar las tensiones que, casualmente, era la más simple: flexibilizar los controles y aumentar la oferta minorista. El BCRA pierde reservas, pero las equilibra con préstamos de China. Esa estabilidad se paga con un aumento de la deuda pública.

Detrás de la mayor demanda de dólar “oficial” muchos analistas advierten el creciente atraso del tipo de cambio, debido a que el precio de la divisa queda rezagado respecto de la inflación. Este flujo de dólares “subsidiados” es hoy el principal “driver” del mercado, el indicador de referencia que contagia a toda la economía e incide en la valuación de los activos argentinos, pues:

1) Contiene al dólar “blue”. Desde que el Gobierno pergeñó el “cepo” hasta diciembre de 2014, el dólar paralelo saltó de $4,27 a $14,05, un 229% en poco más de tres años, mientras que el minorista subió a $8,61 para la venta, un 101,6 por ciento. En lo que va de 2015, el dólar cayó 11,7% en el circuito informal y avanzó un leve 3,3% en el formal. Este movimiento de precios por la intervención oficial muestra que invertir en pesos en 2015 es mucho mejor negocio que refugiarse en el dólar.

2) Anticipa que no habrá devaluación brusca. La voluntad oficial de mantener a raya al dólar a cambio de tomar préstamos con el exterior, es decir, de arriar la bandera del “desendeudamiento”, es la prueba concreta de que no habrá una devaluación profunda, como la aplicada en enero de 2014 (el peso cayó 18% en tres días) o en el primer semestre de 2002, cuando el peso se depreció 74% y pasó del “uno a uno” con el dólar a representar apenas 0,256 centavos de dólar ($3,90 por dólar) el 28 de junio de 2002.

3) Hace a la Argentina más cara en dólares. Devaluar sin un programa adecuado no sirve. El ministro Áxel Kicillof pudo corroborarlo con el experimento de 2014: el ajuste del dólar se trasladó a inflación y caída del salario real en pocos meses. Si algo diferencia al nulo crecimiento económico del año pasado con el de 2015 es que ahora es más notorio el atraso cambiario, cuando coincide con la devaluación de otras monedas de la región y el euro. A la vez, la economía familiar se encuentra menos dañada por una inflación que se desacelera respecto de 2014.

4) Se sostienen las reservas. La asistencia de entidades del exterior como los bancos de Francia y Basilea y, especialmente, el Banco Central de China, permite al BCRA suplir la sangría de dólares con préstamos en moneda extranjera. Así se mantienen el nivel de las reservas internacionales por encima de los u$s30.000 millones, aunque se deteriora el balance de la entidad. Desde que Alejandro Vanoli asumió la presidencia del BCRA el 1° de octubre del año pasado, en poco más de seis meses se incorporaron a reservas los yuanes provistos por el “swap” con China, equivalentes a 3.114 millones de dólares. En el mismo lapso, de octubre a hoy, la AFIP autorizó ventas de dólares a minoristas por unos u$s3.200 millones, casi el mismo monto de los préstamos chinos, pues se efectivizaron u$s2.939 millones por “atesoramiento” y otros u$s262 millones para “viajes al exterior”.

5) Crece la deuda pública. El ingreso de yuanes a las reservas, que integran casi un 10% del total de activos internacionales, en u$s31.518 millones, es reconocido en los informes oficiales como deuda pública. El Ministerio de Economía calculó la deuda externa bruta a diciembre de 2014 en u$s147.457 millones, con un aumento de u$s2.872 millones en el último trimestre del año pasado, prácticamente explicado por la deuda del sector público no financiero y el BCRA (u$s2.803 millones). “Aportaron fundamentalmente a la variación, las cuentas ‘Organismos Internacionales’ por desembolsos netos y ‘Acreedores Oficiales’ principalmente debido a la activación de tres tramos del Swap de monedas con la República Popular de China”, especificó Economía.

6) Se incentiva la fuga de capitales. Si bien siempre estuvo vigente en las últimas cuatro décadas, la fuga de capitales fue un rasgo saliente de períodos mucho más críticos para la economía nacional. No obstante, el atraso cambiario la promueve y no parece un punto que preocupe al Gobierno. Nueve de cada 10 dólares autorizados por la AFIP para “ahorro” salen del sistema. Según el informe el Ministerio de Economía, al cierre de 2014 los activos externos del sector financiero y no financiero ascendieron a u$s224.865 millones, casi u$s7.400 millones más que 2013 (u$s217.475 millones). El dinero de argentinos depositado en el exterior, o dentro del país, pero en cajas de seguridad o atesorado en forma particular, representa un 42% del PBI medido a precios corrientes (u$s539.000 millones según datos oficiales) o el equivalente a la deuda pública total del Estado Nacional (unos u$s200.000 millones entre acreedores del sector privado y público) más el monto que se estima que pueden reclamar los holdouts, unos 25.000 millones.

7) Los dólares están. Puede servir como conclusión alentadora: las divisas fuera del sistema son fondos líquidos, atesorados en cajas de seguridad, “en el colchón” o en cuentas en el exterior, listos para volver a incorporarse al financiamiento de la economía local en cuanto haya señales claras de que se liberará el mercado cambiario y se establecerá un tipo de cambio de equilibrio. Sin “cepo”, el sucesor de Cristina Kirchner deberá restablecer esa convicción para que la economía vuelva a crecer a partir de 2016, pues las divisas en poder de los argentinos serán más gravitantes para la reactivación que la “lluvia” de capitales extranjeros con la que se ilusionan los agentes de mercado.

En solo un año Argentina es 50% más cara que Brasil

El Gobierno argentino puso el “piloto automático” en materia económica para llegar en lo posible con las aguas calmas a las elecciones. El préstamo de reservas por el “swap” con el banco central de China, que suma el equivalente a u$s3.100 millones a la deuda externa, y el inicio de la liquidación de la cosecha gruesa son los dos pilares que sostienen el ingreso de divisas al país y a los que el Ministerio de Economía apuesta, a falta de señales de crecimiento en el corto plazo.

El real brasileño aparece como un factor explosivo en este panorama local de variables sujetas con alfileres. La moneda del principal socio comercial cayó a un mínimo de 12 años, a valores de abril de 2003, y la conflictividad política y económica en Brasil va en ascenso al mismo ritmo que el dólar: los inversores huyen de activos respaldados en reales, sean acciones, bonos, o de los mismos billetes, para “fugar” al dólar o activos nominados en divisa norteamericana.

Cuando el dólar en Brasil tocó el viernes a 3,31 reales (luego cedió a 3,23 reales), con una suba de 24,5% en el año y de 42% en doce meses, la presidente Dilma Rousseff debió salir a rechazar versiones sobre cambios de gabinete. Una noticia peor está en ciernes: la posible pérdida del investment grade en la principal economía de América Latina, si desde Brasilia no consiguen imponer la aprobación parlamentaria de un programa de ajuste de gasto público y alza de impuestos.

El gobierno brasileño tiene demasiados frentes domésticos para preocuparse por la coyuntura argentina y le adosa, por vía cambiaria, un problema que hasta ahora no incidía en la agenda. Con una inflación interanual por encima del 30% y un ascenso del dólar de apenas 10,7% en 12 meses, el peso argentino se “fortaleció” prácticamente un 20% respecto de la moneda norteamericana. Todo lo contrario sucedió en Brasil, que con un salto del dólar del 42% en ese período y una inflación inferior al 7% anual se hizo 35% más barato en dólares. En cuentas simples, la Argentina es hoy 50% “más cara” que Brasil, por una cuestión cambiaria.

Según un informe de la consultora Prefinex, “la merma en las exportaciones se explica por el menor dinamismo de la demanda externa en un contexto de fuerte apreciación del tipo de cambio real de Argentina”, a la vez que “la caída en las importaciones responde a una menor demanda interna sumada al impacto de las restricciones al acceso de divisas”.

Detrás de la devaluación brasileña está el velado objetivo del gobierno de Rousseff de torcer el sendero de estancamiento de cuatro años, experimentado por la economía en general y por la industria en particular, a través de una reactivación exportadora. En ese aspecto, el director para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, reconoció que el reciente desplome del real es un fenómeno “bienvenido”, debido a que “la inversión en Brasil ha sido muy baja y se ha venido contrayendo”, pero por otro lado “en los momentos en que ocurre abona a la incertidumbre”.

“Déjà vu” de 1999

Desde la Argentina el diagnóstico es poco favorable. Algunos analistas económicos comparan el horizonte de hoy con el observado en enero de 1999, cuando el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso permitió una devaluación del real del orden del 40 por ciento. La Argentina mantuvo la convertibilidad del peso con el dólar casi tres años más, y agudizó la recesión y sus desequilibrios estructurales hasta que se hicieron insostenibles y detonó la crisis económica de 2001-2002.

La recesión y la devaluación brasileña contraen la oferta de dólares comerciales, pues el descenso de su demanda de productos importados significa para la Argentina menos divisas, más retracción en la actividad industrial, refuerza las presiones sobre el tipo de cambio y afecta los niveles de empleo. Esta debilidad fue discutida la semana pasada en la Exposición Argentina de Economía, Finanzas e Inversiones (Expo EFI 2015). Allí, Daniel Artana, economista jefe de la fundación FIEL, planteó que la “verdadera restricción de la economía es el sector externo” y alertó que “se mire el rubro que se mire, las exportaciones caen al 20%, lo que lleva a que caiga la generación no financiera de dólares”.

El ex secretario de Finanzas Miguel Kiguel consideró que “el tipo de cambio es un tema eterno en la Argentina, mucho más sensible que en otros países, donde si bien la devaluación aparece en los diarios y afecta a los negocios, no son decisiones disruptivas. En Brasil hemos visto cómo el real pasó de 2,34 a 3,24 por dólar en un año y ningún brasileño ha sentido nerviosismo o tensión. En la Argentina es un tema traumático y tabú. Sería importantísimo que la Argentina pudiera salir de esta dólar-dependencia, pero lamentablemente en el corto plazo no va a ser. Va a haber algún ajuste, va a ser necesario después de la fuerte devaluación del real, pero creo que va a ser mucho menos traumático de lo que la gente piensa”.

El economista Diego Giacomini aportó que “el tipo de cambio no es el único problema” y que “será necesario hacer reformas fiscales, monetarias, de deuda”. La definición es tan oportuna para Argentina como para Brasil: “No es suficiente una devaluación porque si no se soluciona el problema de fondo, que es el gasto público excesivo y la presión tributaria, no hay tipo de cambio que aguante”, acotó.

Confianza exacerbada: otra vez el Merval pica en punta

El mercado accionario argentino es el que demuestra la mejor performance en un mundo mezquino en cuanto a rentabilidades financieras. Mientras la economía real de la Argentina sigue sin ofrecer signos vigorosos para augurar un crecimiento en el corto plazo, las cotizaciones de los activos refuerzan la tendencia al alza, cuando los agentes financieros apuestan a que el país podrá revertir el “cepo” cambiario y su escasez de dólares presente por un ciclo de mayor dinamismo futuro, sustentado por un abundante ingreso de capitales a partir del año próximo.

Son especulaciones, que en este caso favorablemente apuntalan a los precios de las compañías argentinas cotizantes en Buenos Aires y el exterior, así como a la deuda pública y corporativa. Muestra de ello es el descenso ostensible del riesgo país argentino. El diferencial de tasa de los bonos soberanos con sus pares del Tesoro de los EEUU disminuyó al rango más bajo desde julio de 2011, en torno a los 560 puntos básicos.

El avezado analista técnico Jorge Fedio, de Clave Bursátil, fue de los primeros que registró las señales de “bull market” que los inversores globales comenzaron a atribuir a la Argentina: “Esa proyección la tenemos para el 2015/2016 y tiene que ver con las expectativas que generan los cambios que surgen sin necesidad de anuncio alguno y el recambio presidencial”.

El panel Merval de acciones líderes acumula una ganancia en pesos de 17,1% desde que comenzó el año, contra un avance del dólar de apenas 2,5% de 8,555 a 8,7625 pesos en el mercado mayorista. En 2015, el Dow Jones de Wall Street acumula un alza promedio de apenas 1%, el Bovespa brasileño cae 1,7%, el FTSE de Londres progresa 4,7%, el Ibex madrileño sube 7,5 por ciento. El DAX de Francfort asciende 17,4% en el año, pero el beneficio es inferior al del Merval, pues el euro se depreció más que el peso argentino, un 10,8% desde el cierre de 2014.

Para Fedio, “la Bolsa sube y dispara, comienza a tener ‘dinámica alcista’ y, obviamente, estampida de precios en un marzo con todo, que desde el arranque se alza con el ‘Merval 10.000’. Cuando el Merval achica no es para asustarse, en todo caso es para aprovechar que ya recupera la tendencia. Y con mercado alcista, toda baja es oportunidad de compra”.

En una comparación interanual el Merval trepa 70% en pesos, que al restarle el 11,4% que subió el dólar oficial en el período, deja una ganancia cercana al 60% en dólares en doce meses, que supera a la de mercados bursátiles de China (+57,6%), Venezuela (+53,9%) e India (+36,9%), aún sin contar la devaluación de las divisas de estos países respecto del dólar norteamericano.

“La expectativa de que la suba de tasas de la Fed será gradual y sobre todo ordenada, junto a los múltiples estímulos monetarios desde otros bancos centrales, siguen dando espacio para que el apetito por riesgo global continúe vigente”, explicó Gustavo Ber, economista del Estudio Ber. “Ello se combina con una creciente demanda por activos locales, la cual se refleja con claridad no sólo entre los bonos, sino también en las acciones, a pesar de tener que cargar todavía con la ‘mochila’ del petróleo”, agregó.

Germán Fermo, director de MacroFinance y de la Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella, indicó que “se está incubando hace rato ya y muy anticipadamente la ‘historieta’ de Argentina como una nueva perla potencial de emergentes y todavía ni activamos un ‘bull market’ de economía real argentina, cosa que quizá ocurra en 2017”. Enfatizó el potencial que ofrece la acción de YPF, el título financiero más representativo de la Argentina en el mundo, cuyo ADR en u$s26 en Nueva York luce como una oportunidad difícil de igualar en caso de un rebote del crudo. “En algún momento del 2015 tengo la sensación de que habrá que considerar seriamente armar una posición long-energía global como trade de mediano plazo”, estimó Fermo.

Quizás está en el sendero correcto: YPF aún no despegó en el breve recorrido de 2015, que comenzó en u$s26,47, mientras que otros ADR mostraron extraordinarios rendimientos en dólares: Grupo Galicia (+45,1%), Edenor (+69%), Telecom (+18,8%), Banco Macro (+28,8%), Banco Francés (35%), IRSA (+16%), Pampa Energía (+57,4%) o Transportadora Gas del Sur (+32%).

Alerta desde Brasil

Alta inflación, dólar estático y tasas reales negativas para plazos fijos vuelven tentadora a la Bolsa local. Pero es un mercado inestable y volátil, descorrelacionado de la economía real, apto para traders curtidos y de alto riesgo para ahorristas corrientes.

Jorge Compagnucci, analista de Fénix Report, advirtió que las apuestas financieras por la Argentina pueden estar impulsando a una “burbuja” en algunos papeles, pues descuentan un escenario en el que el petróleo tocó un piso y en el que no se pondera la amenaza de una eventual crisis en Brasil, que ataque en simultáneo los planos político, económico y social del país vecino. Por el peso específico del socio del Mercosur en la región, su recesión postergará a la vez una pronta recuperación argentina.

Es más importante el ciclo en el que están compenetrados la Argentina y la región, y sobre todo por la estrecha relación que existe entre Brasil y la Argentina. Si Brasil se hunde, la economía argentina se verá socavada brutalmente”, dijo Compagnucci por Desde la Bolsa en Directo. La turbulencia brasileña, junto con la caída del crudo y la devaluación del real, hundieron 23,1% el precio en dólares de la acción de Petrobras en 2015. También Tenaris (-4,4%) sufrió la depreciación del euro y la baja del petróleo.

“Hay que hacer foco en lo que está pasando en Brasil”, subraya el economista y consultor Luis Secco. “La depreciación es frenética, y después de los cacerolazos, llevó a que Fernando Henrique Cardoso y Dilma Rousseff, por separado, hablaran sobre el juicio político. Hay anunciada hasta una marcha el 15 de marzo, y los brasileños no son de salir a la calle”.

“El sistema político está colapsando por la corrupción, igual que el real, y no hay consenso de que con esta devaluación la actividad se recuperará pronto. De hecho, los pronósticos se vienen revisando para abajo y ya varios apuntan a una caída del PBI de 1% este año. Todavía la industria argentina, que complementa la brasileña, no recibió ningún ‘mazazo’ en sus previsiones de pedidos. Pero lo están esperando de un momento a otro”, alertó Luis Secco.

Dólar: impacta con fuerza la baja de commodities

Pasados los dos primeros meses del año, el declive de precios para los granos y derivados golpea en los ingresos por exportaciones. Las ventas de cereales, oleaginosas y derivados mostraron una caída de 31,7% respecto del mismo período de 2014, en un sector que representa un tercio de las ventas externas argentinas.

Según informaron la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entre enero y febrero ingresaron divisas por u$s2.022 millones, monto equiparable al de cinco años atrás, cuando se rindieron u$s2.016 millones entre el 4 de enero y el 26 de febrero de 2010. La baja es sustancial en un marco de restricción de dólares necesarios para aportarle dinamismo a la economía local, pues los poco más de u$s2.000 millones declarados por el agro en el primer bimestre de 2015 quedaron lejos de los u$s2.960 millones de 2014, los u$s2.317,8 millones de 2013 (-12,8%), u$s2.850,6 millones de 2012 (-29,1%) y u$s2.647,7 millones de 2011 (-23,6%).

Esta caída no dio de lleno en las reservas, en gran medida, por el retroceso de las cotizaciones de los hidrocarburos, cuando el sector energético desplazó al complejo automotriz como el principal rubro importador de la economía argentina. Según el Banco Central, las compras de energía al exterior ascendieron a u$s13.423 millones en 2014 (+8,1% interanual), contra u$s12.000 millones importados por las automotrices para abastecerse de autopartes, insumos y unidades terminadas, un 38,7% menos que en 2013.

Asimismo, la caída del crudo permitió un sostenimiento en el superávit comercial, pues el intercambio registra una retracción de exportaciones e importaciones en proporción similar, como ocurrió en enero pasado (-18% y -19%, respectivamente). En los últimos doce meses el barril de petróleo de Texas se desplomó 52,7%, a los actuales 50 dólares. En el mismo lapso, la tonelada de soja se depreció 28%, de 517 a 372 dólares.

El BCRA destacó en un informe que en los últimos meses “no se cumplieron las expectativas de devaluación y crecieron las reservas“, dado que los activos internacionales alcanzaron los u$s31.458 millones, con una suba interanual de 14,9 por ciento. Sin embargo, la mayor parte de esa recuperación se registró a partir de octubre, cuando comenzó a activarse el “swap” firmado con el Banco Central chino. Este acuerdo de intercambio de monedas locales tiene un alcance total equivalente a 11 mil millones de dólares. Argentina captó yuanes que representaron unos u$s814 millones el 30 de octubre de 2014, otros u$s500 millones el 17 de noviembre y u$s1.000 millones el 11 de diciembre, más u$s800 millones entre el 13 y el 30 de enero últimos.

En menos de cinco meses las reservas del BCRA pasaron a integrarse en un 10% del total por yuanes, equivalentes a unos 3.114 millones de dólares. Además, desde julio el país recayó en default “selectivo”, por cuanto se siguen contabilizando en el activo del ente monetario los vencimientos de bonos reestructurados que no pudieron pagarse por el fallo del juez Griesa en los EEUU. Estos intereses de bonos Discount, Par y Global 17 en moneda extranjera no atendidos desde el 30 de junio pasado rondan los 1.230 millones de dólares.

Sólo estos dos conceptos (“swap” y default) maquillan en más de u$s4.300 millones a las reservas y explican el 13,8% del total computado por el BCRA como activos líquidos. Esta aparente holgura de divisas, sólo de carácter contable, es aprovechada para liberar más dólares a los ahorristas y también a importadores. Según la AFIP, las ventas para atesoramiento efectivizadas en febrero de este año marcaron un récord mensual de u$s463 millones, tres veces más que los u$s167,7 millones vendidos en febrero de 2013.

La inyección de dólares en manos de los particulares se vuelca en parte a ventas en el mercado paralelo, con una renta inmediata de 30% (deducido el 20% por el adelanto del Impuesto a las Ganancias) gracias a la brecha cambiaria del 50 por ciento. Es el arma más efectiva que encontró el Gobierno para moderar el alza del “blue”, que en los últimos 12 meses avanzó sólo 16%, una tasa inferior a la de plazos fijos en pesos y a la inflación. Pero esta ecuación trae consigo nuevos riesgos: mientras que en el primer bimestre de 2014 las ventas para atesoramiento y turismo significaron u$s329,1 millones, un 11,1% del total liquidado por el agro en el período, este año aumentaron en el lapso enero-febrero a u$s1.026,2 millones para ahorro y viajes, un 50,1% del total exportado por cerealeras y aceiteras.

Una transición muy dura, pero aún manejable

El 2015 corre a velocidad vertiginosa. Pasados los dos primeros meses del año electoral, las miradas ya están puestas en 2016, a seis meses de las primarias y ocho de las presidenciales. Por la continuidad del default selectivo, la semana pasada se frustró una colocación de Bonar 2024 con la que el Gobierno esperaba captar unos u$s2.000 millones para oxigenar sus cuentas. El pobre presente económico con carencia de divisas promete un mediocre desenlace para el ciclo kirchnerista.

La discusión de los analistas sobre la “herencia” abunda, con fundamentos, en el pesimismo, pero al mismo tiempo, la lectura de los mercados financieros no oculta una expectativa positiva sobre el futuro económico de la Argentina a partir de 2016. Apelando a la memoria del pasado reciente, no está en el horizonte un escenario de colapso económico como el de 2001-2002, si no una transición dura, con grandes dificultades en el corto plazo, y una oportunidad de crecimiento sostenido en la medida que una próxima administración elimine gradualmente los controles en el mercado de cambios y el comercio exterior y regrese del callejón sin salida de la cesación de pagos, para contar con la vía del financiamiento a tasas bajas como aprovecha el resto de la región.

El INDEC informó el viernes que la actividad económica tuvo en diciembre un repunte de 0,6% interanual. En el acumulado de los 12 meses, el incremento no alcanza el 1% y es inferior al crecimiento vegetativo de la población. Estudios privados señalan que el PBI del año pasado cayó respecto de 2013. Más allá del debate estadístico, la economía argentina produce hoy a un nivel similar al de 2010. Hace cuatro años que Argentina dejó de crecer, si bien este estancamiento se produjo en niveles elevados en la comparación histórica.

Una sucesión de indicadores demuestran esta dinámica. El INDEC informó que en la comparación interanual la industria argentina acumuló en enero 18 meses consecutivos de caída. Las reservas internacionales del Banco Central se estabilizaron apenas por encima de los u$s31.000 millones, con default selectivo mediante, en una cifra similar a la de diciembre de 2006 y marzo de 2001. En el mismo sentido hay un fuerte retroceso de montos y volúmenes del comercio exterior.

Las exportaciones argentinas apenas superaron los u$s4.000 millones en enero y fueron las más bajas en cinco años y diez meses. Mauricio Claverí, experto de la consultora Abeceb.com, dijo a InfobaeTV que “la menor cantidad de divisas lleva a que haya un efecto recesivo sobre la economía, al frenar importaciones esenciales, como el caso de bienes intermedios y de capital, en los que hay mucha dependencia de las importaciones. Esto incide mucho sobre la producción y la productividad de la economía y por lo tanto retroalimenta el impacto sobre el empleo, que hasta ahora no se ha notado tanto”.

Otros indicadores oficiales muestran que el PBI argentino está en su nivel más bajo desde 2010. Según el último informe de deuda pública del Ministerio de Economía, con datos actualizados al 30 de junio de 2014, el stock de pasivos asciende a u$s198.900, equivalentes al 42,8% del PBI. Esto se traduce en un Producto nacional de unos u$s465.000 millones para el cálculo oficial o un PBI per cápita de u$s11.071, si se estima la población argentina en unos 42 millones de habitantes.

Este PBI per cápita es inferior al de los años 2010 (u$s11.460,4), 2011 (u$s13.693,7), 2012 (u$s14.679,9) y 2013 (u$s14.715,2), tal como consigna el sitio del Banco Mundial. El organismo dependiente de Naciones Unidas refiere además que el PBI argentino no es mucho más alto que el de niveles “pre-crisis”, pues en 1998 alcanzaba u$s10.028,8 por habitante, con un dólar cuyo poder de compra en el mundo era mucho más alto que el actual, pues EEUU también depreció su moneda para superar su propia crisis financiera de 2008-2009.

Por InfobaeTV, el ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen aseguró que “la actual conducción del país está haciendo todo lo que puede en agravar la herencia” y que “se está dejando correr sin límite el gasto público”, con un elevado déficit fiscal, en parte disimulado porque la deuda del Tesoro se le está transfiriendo al Banco Central. Para Diego Giacomini, economista jefe de Economía y Regiones, “hay apetito por los papeles argentinos en el exterior. Todo el mundo está apostando al 2016”, mientras que al Gobierno le atribuye una “agenda muy sencilla: aguantar y llegar a fines de 2015 con la mayor cantidad de reservas, por cuanto necesita que la inflación baje algo con respecto de 2014 y el dólar aumente lo mínimo posible durante el transcurso del año”, con un atraso cambiario que alcanzará para diciembre el del fin de la convertibilidad.

Las diferencias entre el epílogo del “uno a uno” y la coyuntura actual son muy grandes, aún cuando ambos ciclos caducan con estancamiento económico. Los términos de intercambio argentinos fueron mucho menos ventajosos en el pasado. El 20 de diciembre de 2001, cuando estalló la crisis económica más grande de nuestra historia, la soja cotizaba a u$s160 por tonelada, menos de la mitad que hoy. La relación deuda/PBI era muy superior, con pasivos casi en su totalidad nominados en moneda extranjera y contraída en su mayoría con acreedores externos, más una carga de vencimientos inmediatos insoportable en un contexto de profunda debilidad política.

Hoy Argentina tiene serias dificultades para afrontar el remanente de deuda sin reestructurar, pero no representa un problema de la magnitud del de 2001. Los mismo puede decirse del atraso cambiario y el desempleo, si bien ahora coexisten déficit fiscal e inflación muy altos.

En el futuro próximo los precios internacionales y tasas de interés en el exterior todavía ayudarán al país, aunque la recuperación argentina difícilmente será equiparable a la de la primera década del siglo: el mundo se desacelera y la carga se invierte: los países centrales aprovecharán para acaparar los fondos que se repliegan en un movimiento de “vuelo a la calidad” global y serán los emergentes los más expuestos a los ajustes, con sus dirigentes políticos y esquemas económicos puestos a prueba.

El aporte de agrodólares sigue bajo presión

El breve recorrido del 2015 permite avistar un debilitamiento del ingreso de divisas por exportaciones de granos e industrias afines, que se agudiza por el efecto nocivos de diversos factores ya advertidos en 2014 y 2013. La liquidación de divisas del agro desciende un 20% en lo que va del año, principalmente por la pérdida de valor de los principales productos de exportación de la Argentina, además del atraso cambiario con elevadas retenciones que desalientan estas ventas. En ese contexto, los productores optan por aumentar sus tenencias en silbolsas, cuando los rindes se sostienen en niveles récord y “pisan” los precios en el mercado internacional.

Dante Romano, del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, calcula que “en la Argentina se podrían pasar de campaña unos seis millones de toneladas de soja, que se sumarían a una producción de entre 57 y 58 millones de toneladas”, un nuevo máximo histórico. A esta previsión la alimentan favorables pronósticos climáticos, vitales en este mercado, con abundantes precipitaciones que mantienen el buen estado de la soja y el maíz en la presente campaña en la zona núcleo argentina. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires coincide en estimar la producción de la oleaginosa en un récord de 57 millones de toneladas y la del maíz, en 22,5 millones.

La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron que entre el 2 de enero y el 20 de febrero de 2015 los exportadores de granos liquidaron u$s1.813,1 millones por ventas al exterior, un 20% menos con una cosecha que resultó 15% superior. Esta caída en el ingreso de divisas a un monto equiparable al de 2007 no es ajena a la baja de precios de los productos primarios que perduran como el principal sostén de las ventas externas. En comparación a un año atrás la tonelada de soja se desplomó un 27,9% en el mercado de Chicago, a u$s367; el trigo restó 17,6% (u$s187) y el maíz apenas recuperó un 0,7% interanual, a 151 dólares. Estos valores hacen añorar las cotizaciones máximas históricas, que en el caso de la soja alcanzaron los u$s650 por tonelada en septiembre de 2012.

La cosecha de soja fue en la última campaña –concluida en julio último- de 55,6 millones de toneladas, un récord que superó en 14,6% los 48,5 millones de 2013 y en 39% los 40 millones de 2012. Estas zafras elevadas también se advirtieron en Brasil y los EEUU, que integran con la Argentina el selecto grupo de mayores productores y exportadores de la oleaginosa, y motivaron que la cotización en Chicago descendiera 4,5% en los últimos dos meses. Argentina es el principal exportador mundial de aceite y harina de soja (45% y 43% del mercado global, respectivamente), el tercero de grano de soja (8%) y el cuarto de maíz.

“La duda es si los productores podrán seguir reteniendo. Su intención será vender lo mínimo indispensable para cancelar cuentas del año pasado y los vencimientos de esta campaña. Con precios que son más bajos, costos crecientes, inflación y una devaluación que nunca llegó, la proporción de soja que habrá que vender será mayor que la del año pasado”, consideró Dante Romano.

Un estudio de Guillermo Rossi, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario, indicó que la producción agroindustrial redujo 10% sus ingresos en 2014, a u$s35.429 millones, al incluir granos, sus derivados industriales, carnes, lácteos, frutas y cultivos regionales. Sólo el complejo sojero (porotos, harina, aceite y biodiesel) representó ingresos por exportaciones de 21.345 millones de dólares.

En este trabajo, en base a datos de comercio exterior del INDEC, Rossi refiere que “en la caída de algo más del 10% en el ingreso de divisas del 2014 hay elementos de precio y de cantidad. Como es sabido, el mercado internacional de productos agrícolas sufrió una brusca caída en el segundo semestre del año pasado”, que impactó en un momento en que el país contaba con amplia disponibilidad de stocks. “Uno de los productos más perjudicados fue el aceite de soja, altamente correlacionado con el precio del petróleo”, añadió.

Según CIARA y CEC la liquidación de exportaciones sectorial fue de u$s24.143,7 millones en 2014, un 4% más que en 2013 (u$s23.208 millones) y apenas 3,9% debajo del máximo registro de u$s25.133 millones en 2011. Debe destacarse que en 2014 la tonelada de la soja promedió u$s474,59 y la de maíz, unos 172,62 dólares. Estas cotizaciones son un 11,5% y 28,8% más bajas, respectivamente, que en 2013, pues la soja promedió u$s536,25 por tonelada, y el maíz, 242,58 dólares. En 2011, el grano de soja promedió u$s505 por tonelada y el maíz u$s288,70: así, los precios de 2014 fueron 6% y 40% menores, respectivamente.

Otros informes oficiales ratifican la trascendente contribución de dólares del agro, aún con deterioro de precios internacionales y el acopio de producto que desde el Gobierno le atribuyen al sector. El Balance Cambiario del Banco Central contabilizó en la totalidad de 2014 “cobros de exportaciones del sector olaginosas y cereales por u$s27.097 millones, un importe marginalmente superior al del año 2013”, que contrastó con el resto de los rubros exportadores de bienes, que liquidaron u$s42.473 millones, con una caída interanual de 12 por ciento.

Según las planillas del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), el BCRA detectó que el complejo cerealero-oleaginoso expandió su participación al 38,9% de las exportaciones argentinas el año pasado, sobre un total de u$s69.569 millones acumulados en 12 meses. Es decir que mientras que el agro sostuvo sus ventas externas, el resto de los rubros arrastró a un descenso interanual del 8% en las exportaciones de 2014.

El derrape del crudo no redujo el déficit energético

Este mes el Banco Central difundió su informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario de 2014, en el que señala que el déficit comercial del rubro energético se incrementó 25% frente a 2013 y superó los u$s8.000 millones, en un nuevo récord.

En las cuentas del Central, el rojo comercial por energía ascendió a u$s8.131 millones, producto de exportaciones por u$s5.292 millones –con una caída interanual de 11%- e importaciones por u$s13.423 millones, un 8,1% más que en 2013. En un contexto de restricciones para operar divisas en el país, esta cifra cobra mayor magnitud cuando se recuerda que hasta 2010 Argentina tuvo superávit energético.

Con precios internacionales más elevados, en 2013 el déficit sectorial fue de u$s6.478 millones, según el ente monetario. La Argentina no pudo capitalizar plenamente la debacle de los hidrocarburos: desde los u$s107,26 por barril que cotizó el petróleo de Texas el 20 de junio de 2014, su valor se redujo prácticamente a la mitad en el segundo semestre. Este viernes el barril finalizó a u$s50,34 en Nueva York y a u$s60,22 en Londres para la variedad Brent.

En el saldo final del año, esta caída no fue suficiente para equilibrar las cuentas comerciales de la Argentina en este ítem y, probablemente, será recién en 2015 cuando la economía local podrá beneficiarse de los bajos precios del crudo, en tanto éstos se conserven estables. Sin embargo este abaratamiento de la energía es el principal escollo para reducir el déficit, pues desactiva los planes de inversión para desarrollar campos de gas y petróleo en el país, en particular del yacimiento no convencional de Vaca Muerta.

La baja del crudo se percibió levemente en el tercer trimestre del año pasado (-7% interanual) y con más contundencia en el período octubre-diciembre, pues “durante el cuarto trimestre de 2014 las distintas empresas vinculadas al sector energético registraron pagos de importaciones 20% menores a las realizadas el mismo trimestre del año anterior”, indica el documento del BCRA.

En 2014 la energía consumió el 22% de las divisas demandadas para las importaciones nacionales, que totalizaron u$s60.635 millones, según el Banco Central. Esto significa que hidrocarburos y electricidad se llevaron uno de cada cinco dólares destinados a compras en el exterior. “A excepción de los sectores vinculados al sector energético que registraron un aumento por unos u$s1.000 millones, el resto de los principales sectores registraron bajas interanuales en el total de pagos de importaciones”, subrayó el BCRA. Así, el peso del rojo energético se evidencia en otro dato: de las diez primeras empresas con mayores pagos de importaciones en 2014, seis correspondieron a la industria automotriz y tres al sector energía: dos petroleras y una del rubro eléctrico.

Por efecto del “impuestazo” a los autos premium y la leve recesión económica de 2014, resalta el recorte en u$s7.500 millones en compras del sector automotriz por insumos, piezas y unidades terminadas. De esta forma, el rubro energía, al contabilizar hidrocarburos y electricidad adquiridos en el exterior, desplazó a la industria automotriz como principal complejo importador de la Argentina. Las terminales locales acumularon compras por unos u$s12.000 millones el año pasado, frente a u$s19.579 millones en 2013.

El BCRA detalló que “los mayores pagos de importaciones del sector energía en 2014 se dieron en un contexto de mayores niveles de demanda. Según la información disponible en la síntesis del mercado eléctrico mayorista, informe publicado por la Secretaría de Energía, la energía demandada del sistema creció alrededor de 2% interanual en los primeros once meses de 2014. Dicho incremento se observó particularmente en el periodo marzo-julio”.

Divergencias con el INDEC

Las cifras del rojo energético registrado por el BCRA son holgadamente mayores que las difundidas por el INDEC, con una diferencia de 30,2% o 1.888 millones de dólares. El cuestionado ente estadístico informó un déficit sectorial de u$s6.243 millones en la balanza comercial energética en el acumulado de los doce meses de 2014.

Esta divergencia puede surgir por el momento en que se asientan las transacciones con el exterior, que en algunos casos se efectúan al contado y en otros se cancelan por adelantado o a plazo, aunque no deja de ser llamativa, pues en el ejercicio 2013 la brecha entre las cifras del BCRA y el INDEC no superó el 12%, entonces unos 800 millones de dólares.