Economía argentina: entre la realidad y las expectativas

Finalizó el primer semestre del año con sensaciones encontradas. En lo inmediato, la indefinición de las negociaciones con los holdouts acaparó la atención de los últimos días, pero fueron los informes referidos al desempeño de la economía los que dieron un panorama claro del devenir de la actividad general, del que la coyuntura nos distrae. Otra visión complementaria y opuesta fue la que dejó el alza de precios de los activos financieros, guiados por el optimismo sobre las expectativas de un cambio de política económica después de 2015 antes que por los datos duros del presente.

Este lunes, el INDEC informó que el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) -anticipo del informe trimestral de PBI- cayó un 0,5% interanual en abril. El dato confirma la tendencia contractiva mostrada en el primer trimestre de 2014, que dejó un 0,2% de caída respecto del mismo período de 2013. De persistir este sesgo, la economía estará técnicamente en recesión con el informe de junio, aunque hay un dato alentador: la actividad del cuarto mes del año creció 0,6% frente a marzo último y podría indicar que la caída empieza a moderarse.

El INDEC también confirmó que la construcción bajó 4,4% interanual en mayo y sumó el cuarto mes consecutivo en descenso. Un estudio del Instituto de Estadística y Registro de la Construcción (IERIC) determinó la preocupante pérdida de 19 mil puestos de empleo formales en este rubro durante el último año. El informe contabilizó que la cantidad de empresas empleadoras se redujo 12,2% entre mayo de este año y doce meses atrás.

También los datos oficiales confirmaron que la actividad industrial cayó un fuerte 4,9% en mayo contra el mismo mes del año pasado. Fue la peor caída fabril en más de cinco años y acumuló así 10 meses de resultados negativos interanuales. La producción automotriz sumó un desplome del 20% en cinco meses. Informes privados, como el Índice de Producción Industrial (IPI) de la fundación FIEL y el estudio mensual de Ferreres & Asociados, detectaron una retracción manufacturera en mayo del 7,9 y 7,4 por ciento, respectivamente, frente a mayo de 2013.

La cara positiva de la moneda la mostraron los activos financieros, como las acciones, que ganaron casi 50% en promedio en el primer semestre, el triple que la inflación real y el doble que el dólar.  Los papeles de empresas energéticas y bancarias fueron los preferidos en las apuestas de los inversores. Al ritmo de las especulaciones sobre un ajuste de tarifas de los servicios públicos, Metrogas trepó un 190% entre enero y junio, seguida por Edenor (+185%), Central Puerto (+113%), Transener (+111%), Endesa Costanera (+110%) Pampa Holding (+108%) y Transportadora de Gas del Norte (+95%). Del lado de las financieras, lideró Banco Francés (+93%), seguida por Banco Macro (+83%), Consultatio (+65%) y Grupo Galicia (+58,4%).

YPF, la empresa más grande de la Argentina y la de mayor ponderación en el mercado bursátil, ganó un 13,7% en pesos en el Merval, aunque resignó un 0,8% en su cotización en dólares en Wall Street. Más ligada a la actividad real -en contracción- y a los avatares de las finanzas públicas -por estar bajo control estatal-, la petrolera no pudo plegarse aún al “rally” ganador de otros papeles.

Una buena performance mostraron los bonos soberanos en dólares, a pesar de que sus precios atravesaron un tramo bajista las últimas dos semanas, movimiento inversamente proporcional a la creciente incertidumbre sobre la suerte de un eventual acuerdo con los acreedores que litigaron contra la Argentina en los EEUU por sus tenencias de deuda en default.

A mitad de camino quedó el dólar. La divisa norteamericana avanzó en el semestre un 24,5%, a $8,135 en el segmento mayorista. Este aumento se concentró en enero, mes de la mayor devaluación en 12 años. Le ganó al dólar informal, que anotó un alza de 21% entre enero y junio, para alcanzar los $12,15, aunque lejos del récord de $13,10 a comienzos de año. El billete verde, de todos modos, fue una buena defensa contra la inflación, que podría acercarse para el INDEC al 15% semestral (acumula +13,5% entre enero y mayo) y al 20% en las mediciones alternativas (el IPC Congreso acumuló hasta mayo 18,5%).

Un punto a favor lo anotó el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, que contuvo la pérdida de reservas de la mano de la suba de tasas de interés, el endeudamiento en pesos de la entidad y la imposición de desarme de posiciones en dólares para las entidades financieras. Los activos internacionales alcanzan los u$s29.243 millones, con un alza de u$s701 millones en junio y una pérdida de u$s1.356 millones en el primer semestre. En el mismo lapso de 2013 habían cedido 6.285 millones de dólares.

Una mención aparte ameritan el agro y las industrias derivadas, que aportan un tercio de las exportaciones y son importante sostén de la economía local, en particular por el ingreso de divisas y su contribución fiscal por retenciones. La soja, producto insignia del sector, aumentó un 5,4% en lo que va del año, a u$s514,60 por tonelada, una cotización relevante en perspectiva histórica. Asimismo, se espera para la actual campaña una zafra récord de poco más de 55 millones de toneladas. Si bien las liquidaciones de exportaciones en el primer semestre alcanzaron los u$s13.100 millones, prácticamente un nivel similar al máximo de 2011, este monto significa apenas la mitad del valor anual de la cosecha, lo cual puede interpretarse como signo de que los productores están acopiando grano, a la espera de un tipo de cambio oficial aún más alto, que incentive las exportaciones de aquí a fin de año.

Ya se juega el crecimiento para 2014

El 2013 es un año de mayor actividad económica que 2012. Dos sectores protagonizaron el repunte, con ayuda de las ventas al exterior: mientras que la producción agrícola completará doce meses de crecimiento algo inferior al 20%, en particular por el volumen de cosecha después de un ciclo de sequía, el sector fabril sintió el arrastre alcista de la producción automotriz, que con un incremento cercano al 13% interanual aprovechó la mayor demanda de vehículos del mercado brasileño. Para el año próximo, los analistas macroeconómicos estiman un estancamiento o mínimo progreso del nivel de actividad, debido a que el impulso del agro y los autos no tendrá el vigor de 2013.

La producción agrícola es el principal sostén de la economía nacional, por el peso de su producto y su aporte al superávit comercial. Este año contribuyó a movilizar otras actividades emparentadas a su desarrollo, como el comercio y el transporte, aunque hubo un freno a su poder reactivador que llegó del lado de los precios: la tonelada de soja finalizó este viernes a u$s465,45 para el contrato más negociado, con entrega en noviembre, contra u$s568,98 hace exactamente un año, un 18,2% menos. Nada indica que las cotizaciones de las materias primas reboten en los próximos doce meses, cuando la cosecha continuará estabilizada en tono a 100 millones de toneladas.

En cuanto a las terminales automotrices, su nivel de actividad es el mejor de la historia del sector, pero da claras muestras de desaceleración. Mientras en el segundo trimestre del año el INDEC detectó un alza de 29,9% interanual, ésta se redujo a 12,9% interanual en agosto.

Por estas perspectivas moderadas, una de las principales críticas que se le hicieron al Presupuesto 2014 fue que el Gobierno previó un incremento del PBI del 6,2% para el año entrante, tres veces más que lo estimado por mediciones privadas.

La consultora Ferreres & Asociados señala que la economía nacional se enfrenta a “límites de crecimiento para el bienio 2014-2015”, debido a “la menor capacidad ociosa y un agro que crecerá menos en 2014. Comienza a reducirse la cantidad de empresas y el empleo crece en línea con la actividad económica, mientras que el mercado interno tendrá menos fuerza y continuará el deterioro fiscal y la emisión monetaria”. Para 2013 estima un crecimiento del PBI de 3,2%, un 1,4% para 2014 y un 1,2% en 2015.

Fausto Spotorno, director de Ferreres y Asociados, subraya que “hay un crecimiento del comercio y de los bancos, que son los grandes beneficiarios de la inflación. Es un crecimiento muy malsano, porque es a costa del ahorro. Y del ahorro sale la inversión. A largo plazo pasa que no se invierte lo suficiente para seguir creciendo. Es lo que estamos viendo ahora: el largo plazo está llegando”.

Carlos Melconian, de la consultora M&S, calcula un crecimiento económico promedio de 1,2% para el bienio 2012/2013, mientras que para 2014 y 2015 cree que habrá “un stop and go, con más stop que go”. Para Abeceb.com, la institución que dirige Dante Sica, el crecimiento rondará el 3% en 2013, mientras que en 2014 apenas alcanzará la mitad de ese porcentaje si persisten los desequilibrios: baja inversión; restricciones a las importaciones y al mercado de cambios; la salida de dólares por energía, pago de deuda y turismo, y un elevado nivel de intervencionismo.

Desde el exterior, la proyección sobre la economía nacional es un poco más optimista. El FMI afirma que el PBI crecerá un 3,5% este año y un 2,8% en 2014, mientras que el Banco Mundial espera en 2013 una mejora del 4 por ciento.

Un impedimento para que el crecimiento argentino sea mayor en el futuro es el déficit de energía, que a su vez, presiona sobre las reservas del Banco Central, porque esas importaciones de combustibles se pagan con las divisas de la entidad. Este viernes, los activos líquidos del BCRA tocaron su piso desde febrero de 2007, en u$s34.502 millones, con una pérdida de u$s8.788 millones o 20,3% en el año.

En ese aspecto, el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), entidad que dirige el economista Nadin Argañaraz apunta que “el drenaje de dólares es un tema clave para la marcha de la economía. Luego de las elecciones algunas medidas adicionales seguramente serán tomadas por el Gobierno, dado que este drenaje va menguando las reservas y consecuentemente el respaldo duro de los pesos que circulan en la economía”.

El Indec lo hizo: Argentina lidera el crecimiento mundial

¿Cuánto crece la Argentina? Es una de pregunta casi imposible de contestar. La divergencia entre los índices de inflación oficiales y de consultoras privadas, e incluso de la percepción de precios de los propios consumidores, se trasladó en los últimos meses a datos más abarcadores, como los de crecimiento de Producto Interno Bruto.

Es seguro que el segundo trimestre fue el de mejor desempeño del año para la economía nacional, con el destacado empuje de la cosecha récord de granos (un 20% superior a la de 2012, que había sido consumida por la sequía) y la producción automotriz, animada por las exportaciones a Brasil y la demanda interna.

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Las importaciones sostienen el PBI industrial

La producción fabril mantiene un leve crecimiento en el transcurso de 2013 y cumple con lo justo con su cuota dentro de la actividad general, apuntalada por el sector automotriz, el de mayor desarrollo y también el que más depende de la importación de insumos, piezas y unidades terminadas para mostrar números positivos.

Esta condición refleja que no siempre el crecimiento fabril es baluarte del superávit comercial, que permite el ingreso de dólares al país. Si bien la ministra de Industria Débora Giorgi destacó en el Council of the Americas la sustitución de importaciones por u$s15 mil millones desde 2008 -un dato muy positivo-, aseguró que la relación importaciones-PBI pasó del 17,6% al 14,1%, una mejora mediocre si se toma en cuenta que este porcentaje está subestimado por la distorsión de la brecha cambiaria, que toma el tipo de cambio oficial para medir la producción de bienes y servicios.

El déficit comercial automotriz acumuló importantes u$s3.258 millones en el primer semestre del año, según el Banco Central. Aunque fue un 6,9% menos que en el mismo lapso de 2012, las terminales locales se consolidaron como el principal complejo importador de Argentina, con u$s8.781 entre enero y junio, contra exportaciones por 5.524 millones.

El INDEC señaló que la industria automotriz registró un crecimiento interanual de 19,2% en el acumulado del primer semestre del año, frente al mismo período de 2012. En esa comparación, el indicador general (Estimador Mensual Industrial-EMI) progresó apenas 1,5 por ciento. A su vez, la UIA informó que en el primer semestre el sector fabril acumuló un crecimiento de 1,9% frente a 2012. En junio el alza fue de 3,6% interanual; sin el aporte automotriz la mejora sectorial hubiera sido de sólo 1,2 por ciento.

Ya con cifras de julio, la consultora Orlando Ferreres & Asociados detectó una recaída de 0,8% anual para la industria, “por la desaceleración que evidenció la producción de automotores”, a la vez que anticipó que “es esperable que se consolide la desaceleración en los meses venideros”, debido a que las terminales mostrarán indicadores de producción interanuales más modestos. La industria argentina adolece de una desmesurada ”automotriz-dependencia”.

Para la fundación FIEL, la actividad fabril también promedió una caída de 0,8% en julio. Otra vez fue decisivo el desempeño automotriz, que avanzó 18,6% en los primeros siete meses de 2013. En ese mismo sentido, Gustavo Dalmasso, analista de Abeceb.com, comentó que en julio “pese a su gran primer semestre, el deterioro del mercado brasileño obligó a realizar un leve ajuste a la baja de la producción de la industria automotriz”, que pasó del 10,5% interanual en junio a 10,1% el mes pasado. Brasil es el destino del 86% de las ventas externas de vehículos.

Más ventas y más importaciones

Además del “efecto Mercosur”, pesan los incentivos internos que empujan las ventas de autos en Argentina. Ante la imposibilidad de ahorrar en divisas, la falta de alternativas de inversión que superen la inflación y el salto del dólar blue, comprar un 0 kilómetro es visto como una forma de mantener el capital a través de un bien durable, cuyo precio en dólares -en caso de unidades o componentes importados- se traduce en pesos al tipo de cambio oficial. Este año se prevén ventas de automóviles en el mercado interno cercanas a las 840 mil autos, lo que constituirá un nuevo récord.

Según ADEFA, la entidad que integran las terminales radicadas en el país, entre enero y julio se produjeron casi 72 mil vehículos, de los cuales más de la mitad (unos 39.200) se exportó. Sin embargo, para abastecer a las concesionarias locales debió importarse un número mayor: casi 52 mil unidades. Es decir que el fuerte crecimiento del principal rubro industrial no evitó el déficit en materia de comercio exterior.

El INDEC informó que la importación de vehículos automotores terminados en julio fue de u$s668 millones, con un aumento del 65% en términos interanuales. En siete meses, este segmento representó compras al exterior por 3.881 millones de dólares (+26%). Asimismo, el ente estadístico refirió que el ingreso de piezas y accesorios para bienes de capital, en el que las autopartes tienen amplia participación, sumó entre enero y julio 8.961 millones de dólares.

Esos dos ítems de importación significan un 82% del total de exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial: u$s15.612 en siete meses, de las cuales u$s6.400 millones son aportados por los automóviles que se enviaron al exterior. Muchas de sus piezas se ensamblan en el país, pero no se fabrican acá. La complementación de las terminales “binacionales” –marcas con establecimientos en Argentina y Brasil- deja un claro resultado comercial deficitario.

Datos privados confirman esta tendencia en el sector autopartista, cuyo rojo comercial creció en el primer semestre del año 14,5% comparado con igual lapso de 2012, según un informe de Investigaciones Económicas Sectoriales (IES). El estudio indicó que el déficit del intercambio de autopartes sumó en la primera mitad del año u$s4.947 millones, lo que implica un aumento de 15% en relación a los u$s4.321 millones registrados en seis meses de 2012.

Las importaciones de autopartes alcanzaron en el lapso enero-junio a u$s6.312 millones, un incremento de 11,5% interanual, pese a las trabas impuestas por el Gobierno. En cambio, las exportaciones en ese lapso crecieron a un ritmo muy inferior, apenas 1,8% interanual por 1.364 millones de dólares.