Dólar: la menor brecha en 14 meses

La evolución alcista del dólar mostró una clara reversión durante febrero, como consecuencia de la ortodoxa política de endurecimiento monetario del Banco Central, bajo la impronta de su actual presidente, Juan Carlos Fábrega. Varios mecanismos operados en simultáneo (devaluación, suba de tasas, absorción de pesos, desarme de carteras dolarizadas en los bancos) contribuyeron a un realineamiento de las variables, cuyo signo más visible es la reducción de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo a un 41,3%, su menor nivel en 14 meses..

El dólar “blue” cerró febrero en $11,25, lejos del récord de $13,10 alcanzado el 23 de enero, cuando el mercado libre se sostenía por la efervescencia del pago del medio aguinaldo y la demanda de divisas para vacaciones. Entonces, la devaluación del 18,7% del peso convalidada por el Banco Central en enero (ascenso del 23% del dólar oficial), también potenció el salto de precios del billete informal.

Este viernes, con un dólar minorista a $7,96, según el promedio de bancos y casas de cambio que publica el Banco Central, la brecha con el “blue” retrocedió a un rango no visto desde el 2 de enero de 2013, cuando alcanzó el 38,7%, entre los $4,958 y los $6,88 de los mercados oficial y libre, respectivamente.

La movida de Fábrega en el BCRA también llevó a un cambio de fondo: el dólar formal avanza a mayor ritmo que el informal. En 2014, el primero sumó 21,9%; el otro, 12,1 por ciento. La idea que persiste es la de achicar la brecha de las cotizaciones hasta algún punto de convergencia, en el cual se pueda liberar el mercado de cambios sin generar una corrida del peso ni una espiralización inflacionaria. En el contexto macroeconómico de hoy, este juego de variables necesita precisión quirúrgica y amplia colaboración y sincronización entre el accionar de las autoridades del Palacio de Hacienda, el Banco Central e incluso la AFIP, para empezar a corregir el déficit de las cuentas públicas sin deprimir la actividad económica.

La apertura parcial de las ventas minoristas a través del llamado dólar “ahorro”, bajo supervisión de la AFIP, permitió transacciones por u$s253 millones en un mes. Este volumen negociado prácticamente atrofió las ventas de “cuevas” y “arbolitos”, a la vez que alimentó la oferta, pues pequeños ahorristas que adquieren la divisa al precio oficial más un 20% como adelanto del Impuesto a las Ganancias ($9,55) recurren a ventas en el mercado paralelo cuando necesitan pesos. En este segmento, la brecha con el dólar libre es de apenas 17,8 por ciento.

También queda otro remanente del “cepo”: el dólar “turista” o “tarjeta”. Es decir la salida de divisas autorizada por el BCRA y la AFIP para aquellos que viajan al exterior o realizan gastos con tarjeta de crédito o débito fuera del país, a valor oficial más un recargo de 35 por ciento ($10,75). En este caso, la brecha es aún más chica: 4,7 por ciento. Pagar con dinero plástico o en efectivo en el exterior no tiene gran diferencia para los particulares, aunque sí para el Banco Central. La primera opción significa caída de reservas, pero no la segunda si las divisas se adquirieron por vía informal.

El ministro Axel Kicillof hizo pública la visión del Gobierno sobre la restricción externa que atraviesa el país cuando remarcó: “Si todos los exportadores guardan lo que tenían que exportar ¿cómo no van a caer las reservas?”. Las ventas del campo continúan como principal fuente de divisas para una economía cada vez más primarizada y por eso el Gobierno les hizo dos concesiones a los exportadores agropecuarios. Además de reconocerles más pesos por cada dólar que ingresan, producto de la devaluación, la suba de las tasas les permite una rentabilidad más conveniente al dejar sus pesos dentro del sistema financiero, cuando antes les era más provechoso posicionarse en dólares –adquiridos en el mercado informal- a la espera del momento oportuno para venderlos y cubrir los costos de la cosecha nueva.

La absorción de pesos del Banco Central a través de la colocación de deuda (Letras y Notas) superó los $40.000 millones en dos meses de 2014. Sin contabilizar las licitaciones de la semana pasada, la Base Monetaria se contrajo 10,1% desde los $377.197 millones del cierre de 2013 a los $338.736 millones del 23 de febrero. En este sentido, el llamado dólar “de convertibilidad” o “implícito” cayó de los $13 de enero a los actuales $12,28, al dividir la Base Monetaria por las reservas, a esa fecha en u$s27.575 millones según datos consolidados.

De todos modos, la calma cambiaria es muy frágil. Las reservas cayeron en el segundo mes del año u$s266 millones, a u$s27.482 millones (con datos definitivos al 26 de febrero), aún con freno a las importaciones e incentivos a los agroexportadores. La desaceleración de la actividad en conjunto con una creciente inflación y la continuidad del rojo fiscal, que lleva ya dos años, anteceden a una economía recesiva en la que la eventual alza del dólar pasará a ser una preocupación de segundo orden.

La mutación del “cepo”

La calma que se observa en el mercado de cambios en las últimas jornadas es aparente. Detrás del recorte de precios que experimenta el dólar oficial y la apertura de las ventas para atesoramiento, el Gobierno fuerza al mismo tiempo una reducción en la demanda de divisas para que la presión sobre las reservas del Banco Central se apacigüe un poco, después de un enero devastador para estos activos.

El “cepo” cambiario persiste con renovadas formas, ahora a través de la dilación para cursar las autorizaciones de compra de divisas para los importadores y en el volumen cada vez más modesto que la AFIP valida para las operaciones minoristas de dólar “ahorro”.

Una muestra de los obstáculos para importar es el menor monto operado en la plaza mayorista, que este martes se limitó a unos u$s182 millones en el mercado de contado y u$s123 millones en el de futuros, con participación compradora del Banco Central. La debilitada actividad de la plaza interbancaria no tuvo que ver esta vez con la oferta privada, cuando febrero se perfila como un mes con mayor protagonismo de exportadores, en especial de la agroindustria, y de los bancos, que tienen que adecuarse al nuevo límite dispuesto por el BCRA para la tenencia de dólares en su patrimonio (hasta 30%) y un techo del 10% para las posiciones de dólares en el mercado de futuros.

En tanto, el dólar para atesoramiento disminuyó los montos transados en forma evidente en su tercera semana de apertura. Mientras que en la primera semana de vigencia (del 27 al 31 de enero) el promedio diario de ventas fue u$s19 millones, en la segunda (del 3 al 7 de febrero) bajó a u$s16,4 millones, aún cuando la demanda minorista tiende a aumentar con el cobro de salarios propio del inicio de cada mes. Esta semana, entre el lunes 10 y el martes 11 se vendieron u$s13,2 millones, con un promedio parcial de 6,2 millones.

En cuanto a las validaciones, el ente recaudador aprobó el lunes 27 de enero pedidos de ahorristas por u$s52,2 millones; el lunes 3 de febrero, por u$s34,5 millones, y el lunes 10 de febrero, apenas 10,2 millones. Con la misma tendencia, el martes 28 de enero se aprobaron u$s21,9 millones; el martes 4 de febrero, u$s20 millones, y el martes 11, sólo 7 millones de dólares.

Cada contribuyente tiene la posibilidad de acceder a divisas por el equivalente al 20% de su ingreso promedio de los últimos meses y el propio administrador federal de Ingresos Públicos, Ricardo Echegaray, aseguró que “la fórmula para comprar dólares se mantiene inalterable”, aunque la AFIP se encargó de aclarar que hay variables que “pueden modificar la situación fiscal del contribuyente”. Entre ellas, cita la demora de los empleadores para presentar la Declaración Jurada de sus empleados, la fecha del pago de los aguinaldos (la fórmula considera las últimas doce remuneraciones y en el último año hay empleados que pueden tener liquidadas dos cuotas del Sueldo Anual Complementarios o una sola) o la fecha de liquidación de los “Bonos Anuales”, sea ésta en diciembre o en enero. En el caso de los monotributistas, la AFIP contempla el nivel de facturación, gastos, el personal a cargo y consumos con tarjeta de crédito que pueden dar al organismo la potestad de recategorizarlos o excluirlos del régimen.

Otras particularidades afectan al dólar “blue”, pero éste no es ajeno a las recientes acciones del Gobierno en el plano cambiario. Por una parte, la demanda de la divisa disminuyó en forma notable una vez superado el período en el que se busca más efectivo para las vacaciones, en diciembre y enero. Así, cayó el precio un 12% desde el récord de $13,10 el 23 de enero último hasta los 11,70 pesos. Por otra parte, la apertura parcial de las ventas formales para atesoramiento retiraron de la plaza informal a una porción importante de compradores, que ahora pueden acceder a la divisa a un promedio de $9,20 (hoy a $7,92 más el 20% de recargo como anticipo del Impuesto a las Ganancias), un 21,4% más barata que el blue.

Sin embargo no hay que pasar por alto las condiciones de mercado que determinan al circuito paralelo, por más informal que sea. Así como los operadores de las “cuevas” ganan con el spread que aplican sobre la cotización para la venta de la divisa, también obtienen una ganancia implícita al comprar dólares a un precio más bajo que el que podrán vender en el futuro. Y el incremento de la oferta de billetes de ahorristas que compran en bancos y casas de cambio y luego venden en el mercado marginal para hacerse de una diferencia es un resultado obvio de la flexibilización de las restricciones de la AFIP y el Banco Central. Por ello, con estos valores más deprimidos para el billete verde, es probable que las “cuevas” y “arbolitos” se aboquen en estos días a acumular stock de divisas más que a ofrecerlas, a la espera de un momento oportuno para vender a precios más altos, en este mercado que subsiste a fuerza de especulación y a la sombra de los controles oficiales.

Tregua efímera para el dólar

Después de la sorpresa que significó para el mercado cambiario la abrupta devaluación del peso aplicada entre el 21 y el 23 de enero, que llevó al dólar mayorista a $8,01, el Banco Central mostró otras cartas esta semana que contribuyeron a apaciguar la expectativa por nuevos saltos bruscos en la cotización de la divisa.

La autoridad monetaria se movió con eficacia para incorporar dólares que estaban en manos de los bancos a su saldo neto. Con esa renovada liquidez se enfriaron los mercados de divisas, acciones y bonos, y en la semana financiera del 3 al 7 de febrero, el dólar oficial retrocedió 2,2%, desde los $8,019 a los $7,843 en la plaza interbancaria.

El Comunicado A 5536 de la entidad determina un límite para la tenencia de divisas o activos dolarizados propios de los bancos –no de los ahorristas- a un 30% de la cartera y fija un techo del 10% para las posiciones del mercado de futuros. Para adecuarse a las nuevas directivas, las entidades deben liquidar en el mercado en total unos u$s1.700 millones antes de abril, un flujo del que puede disponer el BCRA para actuar frente a cualquier recrudecimiento de la tensión cambiaria. En tres jornadas financieras, el Banco Central acumuló compras de divisas por unos u$s1.058 millones en el Mercado Electrónico de Pagos (MEP).

La iniciativa estuvo precedida el martes 4 por una suba de tasas por encima del 28% para la licitación de Letras y Notas, que permitió una absorción de más de $7 mil millones, que se sumaron a otros $5 mil millones de la semana anterior. Estos pesos fuera del mercado son una contención contra el alza de precios, aunque encarecen el crédito, desaceleran el consumo y generan una deuda que habrá que renovar a su vencimiento con tasas tan altas como la inflación real o bien cancelar, con un volumen de efectivo que podría trasladarse a precios o a la demanda de dólares.

Desde que comenzó 2014 el dólar oficial avanzó un apreciable 20,3% (cerró 2013 en $6,52), pero las autoridades no consiguen reducir la brecha superior al 50% con el dólar “blue”, que gana 21,5% en 2014. Aún así, la intención de Juan Carlos Fábrega de acercar las dos cotizaciones es clara: desde que es presidente del BCRA, el dólar oficial se apreció un 29,8% (desde los $6,04 de cierre del 19 de noviembre pasado a los actuales $7,84), más que el 23% que ascendió el dólar libre (desde los $9,92 a los $12,20).

En coincidencia con el “deslizamiento” del dólar oficial, el dólar paralelo alcanzó el 23 de enero su récord de $13,10 para el cierre, un incremento que entonces pudo parecer exagerado, al ritmo de la demanda para turismo y atesoramiento luego del cobro del medio aguinaldo, pero que cuenta con un sólido fundamento: según informa el Banco Central, la división entre la Base Monetaria al 31 de enero ($363.857,6 millones) y las reservas internacionales (entonces en u$s27.742 millones) da como resultado que hay 13,12 pesos por cada dólar en las arcas de la institución emisora.

En este punto, el Central actuó con reflejos rápidos al habilitar parcialmente la venta de divisas para atesoramiento. Al quitarle demanda al mercado paralelo y ofrecer un precio sensiblemente más bajo, el descenso del blue fue una consecuencia lógica. El futuro dirá si este procedimiento, que alimenta la salida de fondos del sistema –pocas operaciones se traducen en depósitos- es sostenible en un marco de notoria pérdida de reservas.

Por ahora, la pericia de Fábrega no es acompañada por medidas profundas y consecuentes desde el Palacio de Hacienda, más allá de los acuerdos de precios sectoriales y voluntarios, la restricción de autorizaciones a los importadores y el pedido de pronta liquidación para las exportaciones del agro.

Enero tuvo la caída de reservas mensual más grande en 8 años (de u$s2.851 millones o 9,4%) y la devaluación mensual más profunda en 12 años. Probablemente en 2014 el déficit fiscal se extienda por tercer año consecutivo y se acumule la inflación más alta desde 2002. Según la consultora Elypsis, que dirige Eduardo Levy Yeyati, enero cerró con una inflación récord de 6,1% y un fuerte arrastre de 1,9% como piso para febrero. El IPC recalculado según las ponderaciones de la Ciudad de Buenos Aires arrojó un 4,8% para enero, una tasa menor pero igual de preocupante. Será imposible que el BCRA en soledad pueda rectificar los numerosos desequilibrios del actual esquema económico.

Un 2014 al calor del dólar y la inflación

El dólar arrancó el año con mayor demanda y un recalentamiento de precios que lo empinó otra vez por encima de los 10 pesos. En dos jornadas operativas (jueves y viernes), saltó 25 centavos o 2,5%, hasta los $10,29, en un mercado que -hay que reiterar- es altamente especulativo y reducido, aunque obediente a ciertos fundamentos.

La consigna parece ser escaparle al “riesgo argentino” y no debe circunscribirse sólo a una demanda estacional de aquellos que viajan al exterior para pasar sus vacaciones. La compra de dólares es la búsqueda de refugio en un activo ligado a la dinámica financiera del exterior, en este caso de los EEUU -emisor de la divisa-, y su eventual estabilidad, para no quedar expuesto a la degradación del valor de la moneda doméstica.

Así como el dólar sube en la Argentina, fronteras afuera fue una apuesta conservadora e incluso perdedora. Por ejemplo, el euro ganó 2,2% contra el dólar en los últimos tres años (desde u$s1,3301 a u$s1,3595), cuando en nuestro país fue una defensa contra la inflación. En el trienio 2011-2013 el dólar ganó 152% si se toma la cotización libre o 65% si se toma la oficial, mientras que el promedio de acciones Merval acumuló un alza de 53% en pesos en ese lapso, en el que el aumento real de los precios minoristas estuvo próximo al 95%, según la estimación del sitio Inflación Verdadera.

Por eso es pertinente preguntarse si el dólar informal ya está caro o sigue barato. “El dólar a $10 es caro para la Argentina. Cuando vos ves los precios de la Argentina, a este dólar blue es un país barato. No se justifica un dólar tan alto, pero hay una estacionalidad”, opinó por Infobae TV el economista Federico Sturzenegger. Sin embargo, el mercado paralelo sigue ciertos indicadores que apuntalan la consistencia de este recorrido alcista. Uno es aquel aumento de la demanda de moneda norteamericana frente a una oferta estrangulada por los controles oficiales. Otro, es la relación cada vez más tensa entre reservas y pesos en circulación, por el efecto conjunto de la caída de activos líquidos en el haber del Banco Central y la intensa emisión de billetes.

Como es frecuente cada fin de año por el pago de salarios, medio aguinaldo y obligaciones de la administración pública, el BCRA inyectó en diciembre más de $37.000 millones, para completar el 2013 con una expansión de la Base Monetaria del 21,7%, a un máximo histórico de 374.056 millones de pesos. Con reservas por u$s30.828 millones al 27 de diciembre, resulta que en la economía local hay $12,13 por cada dólar.

La emisión de pesos sin respaldo no tendrá pausa en 2014, aunque probablemente se atenúe el ritmo de expansión (en 2012 había sido del 39% anual). Una muestra de ello es que la recaudación fiscal está creciendo a una tasa menor que la inflación real: un 22,2% interanual en diciembre, mientras que las necesidades de financiamiento del Gobierno se acrecientan.

Otro factor que contribuye a la apreciación del blue es el avance manifiesto de la inflación, a la que sondeos privados ubican en diciembre en torno al 4% y adjudican un aumento similar para el mes en curso.

Un nuevo acuerdo de precios para un centenar de productos básicos es una señal desalentadora que envía el Gobierno, luego de los dos experimentos fallidos para contener la inflación desde las consecuencias en lugar de las causas, durante la gestión de Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio. El 2014 será un año marcado por precios crecientes: el alza de combustibles, peajes y pasajes de transporte público son peldaños en este camino ascendente, con impacto inmediato en el bolsillo de los consumidores. A su vez, el ministro Julio De Vido anticipó que “los recortes de subsidios van a continuar y aquellos que más consuman van a tener menores subsidios”.

La devaluación oficial, cada vez más vertiginosa aunque distante del ritmo que cobra el dólar blue, sumará presión a esta expansión inflacionaria, por el encarecimiento de los productos importados medidos en pesos argentinos. A la vez, disminuirá la demanda ya de por sí restringida de artículos del exterior, cuya mayor oferta es uno de los instrumentos para mantener a raya los precios internos de productos homólogos fabricados en el país.