Oportuno letargo del dólar

Comenzó el segundo trimestre del año, en el que se incrementan los ingresos de divisas a la economía por el crucial aporte de las exportaciones de la agroindustria, concentradas en este período. Esa garantía de dólares es un alivio para las arcas del Banco Central, que tendrá que afrontar en el corto plazo el compromiso de pago a los holdouts, que prácticamente absorberá las eventuales emisiones de deuda en moneda extranjera que evalúa el Gobierno.

A la par, el potente impulso para la inflación consecuente del ajuste de tarifas de servicios públicos requiere de cierta calma cambiaria, pues una profundización de la devaluación alterará aún más el delicado estado de ánimo social y las expectativas sobre el futuro de la economía. Además, un dólar con presión alcista sería un obstáculo extra para la libertad de maniobra de la política económica, imprescindible en un primer tramo de mandato. Por eso es probable que se haya esperado a abril, estacionalmente un mes de moderada inflación, para aplicar el fuerte aumento del transporte, gas y agua corriente, al que se adosó un nuevo incremento de los combustibles.

El dólar cerró el viernes a 15 pesos para la venta en el promedio minorista: apenas cotizó 3% más caro que el dólar paralelo el 16 de diciembre, a $14,57 en el último día de vigencia del “cepo” cambiario, aún cuando la inflación del último trimestre superó el 12 por ciento.

Entre enero y marzo el billete norteamericano subió 11,3%, coherente con la escalada general de precios. Sin embargo, el mercado cambiario parece encontrar un equilibrio parcial para los próximos meses, pues en marzo retrocedió 6,2% al público (de 15,88 a 14,89 pesos) y bajó 6,8% en el mercado mayorista (de 15,80 a 14,72 pesos), donde se cursan las operaciones de comercio exterior, bancos y empresas.

El propio Banco Central, que definió a la utilización de las tasas de interés como principal instrumento de su política monetaria, señaló en un comunicado que “la relajación de tasas de interés tendrá lugar únicamente cuando la tasa de inflación muestre un nivel y una velocidad de descenso compatibles con los objetivos de la institución”. Y al ser la evolución de la inflación una variable difícil de contener en lo inmediato, por las medidas oficiales de “sinceramiento” de los servicios públicos y la masa de pesos excedentes heredada de 2015, es de prever un horizonte financiero con elevada inflación, tasas reales positivas y un dólar momentáneamente en pausa por el efecto de una oferta ampliamente abastecida por el agro y el fuerte el incentivo a las colocaciones a plazo.

Para el economista Gustavo Ber, “la tasa del 38% en la Lebac a 35 días -que prorroga el BCRA- continúa actuando no sólo como un ‘imán’ para la demanda inversora en busca de aprovechar dicho devengamiento, sino que también está permitiendo mantener anestesiado al dólar a corto plazo”.

Desde Invecq Consultora Económica explicaron que “a pesar de que el dólar se encuentra en caída desde principios de marzo, el Central ha preferido mantener el ajuste para consolidar una tendencia descendiente en la variación de precios. La política fiscal, por su parte, mostró que los ingresos continuaron creciendo por encima de los gastos en febrero, consolidando una nueva tendencia”.

Una progresiva reducción del déficit fiscal es fundamental para que el esfuerzo del BCRA tenga éxito, no solo en aquietar al dólar, si no en combatir la inflación. Por lo tanto, las oscilaciones marginales para la cotización de la divisa norteamericana previstas hasta julio no están garantizadas hacia el cierre del año.

“Si, tal como anunció, el Banco Central mantuviera el actual set de políticas monetarias y cambiarias contractivas y redujera la tasa de inflación a niveles del 1,8% mensual o menos en algún momento del segundo semestre, creemos que tal reducción se verificará en un contexto de apreciación real cambiaria y tasas de interés reales marcadamente positivas”, apuntó un reporte de FyE Consult.

Un informe de la consultora Ledesma advirtió que “mientras no se avance de forma decidida y sustentablemente en los procesos de consolidación fiscal nacional y de las jurisdicciones provinciales, las metas monetarias exigentes sólo podrán ser alcanzadas a costa de fuertes apreciaciones nominales y reales y, consecuentemente, mayores presiones recesivas”.

Una señal favorable en ese sentido la exhibieron los números fiscales del primer bimestre de 2016. Un análisis de Ariel Barraud y Gonzalo Torres, economistas del IARAF, indicó que “en los dos primeros meses del año se lleva acumulado un déficit primario de $11.047 millones (cabe recordar que en enero se obtuvo superávit primario) y un déficit fiscal de $22.734 millones, que en comparación con el primer bimestre de 2015 muestra una gradual mejora”, cuando el rojo sumó 29.612 millones de pesos. Si bien las cuentas públicas aún se mantienen deficitarias por montos relevantes, el IARAF destaca que “el déficit fiscal del primer bimestre de 2016 equivale a un 6,8% del Gasto total, mientras que en 2015 este indicador era del 11,2%”.

En 2013 el dólar oficial sube lo mismo que en toda una década

El anuncio del jefe de Gabinete Jorge Capitanich en la mañana del viernes causó un inesperado sobresalto: el Gobierno estableció un aumento de las tarifas del servicio de colectivos de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense desde el 1° de enero. El boleto mínimo pasará de 1,50 a 2,50 pesos con la tarjeta SUBE y de 3 a 5 pesos para quienes renuncien al subsidio y opten por pagar con monedas.

Sin embargo, al igual que el dólar, las tarifas aún siguen rezagadas respecto de la inflación acumulada en los últimos diez años. En la práctica, se siguen manteniendo subsidios por unos $12 mil millones anuales, aunque el incremento del boleto podría significar un ahorro de unos $3 mil millones, si se toma en cuenta que las líneas de colectivos del área metropolitana transportaran en promedio unos 250 millones de pasajeros mensuales promedio.

Este importante incremento del 66% es el más elevado desde principios de 1991, cuando el salto inflacionario derivó en la sanción de la Ley de Convertibilidad entre el peso y el dólar para frenar una acuciante estampida de precios de la hiperinflación que hería de muerte a la actividad económica. La presente conjunción de precios en alza y déficit presupuestario obligó en este caso a una medida que puede interpretarse como una claudicación para el gobierno de Cristina Kirchner, y que eleva el costo de un ítem de amplia incidencia en el gasto cotidiano de las familias de sectores socioeconómicos bajos y medios, si bien aún se destaca el esfuerzo fiscal para mantener subsidiado el 40% del valor del pasaje para beneficiarios de la Asignación Universal y el Programa Jefes de Hogar, jubilados y pensionados y personal de trabajo doméstico registrado en la ANSeS.

Esta “reestructuración de niveles tarifarios”, como la define el Gobierno, no es ajena al atraso de otro precio que estuvo contenido en el mercado interno: el del dólar oficial. La administración kirchnerista consideró a las tarifas y al tipo de cambio como dos factores que, bajo control, permitían moderar la inflación, cuya progresión obligó de todos modos a un sinceramiento que se prevé va a recalentar la tendencia alcista en bienes y servicios, y va a incentivar las demandas salariales que ya cobran fuerza con miras a 2014.

En el recorrido de 2013 el dólar oficial sube $1,57 (desde $4,925 a $6,4925), prácticamente lo mismo que aumentó entre el 1° de enero de 2003 y el 1° de enero de 2013 (desde $3,36 a $4,925), comparación que deja en claro la magnitud de la voluntad oficial por descontar la enorme brecha entre el incremento del valor del dólar y el de otros bienes en la última década, un ejemplo de lo que los economistas llaman “distorsión de precios relativos”.

Dólar y tarifas están lejos de un nivel de equilibrio, cuando la dinámica inflacionaria no tiene pausa. Sólo basta considerar que las reservas internacionales del Banco Central concluirán el año en su menor monto desde diciembre de 2006. Entonces la base monetaria ascendía a unos 74.300 millones de pesos, lo cual resultaba $2,43 por cada dólar, un 25% menos que los $3,06 que cotizaba el dólar en las casas de cambio y bancos.

Al 20 de diciembre de este año –el dato más reciente aportado por el Banco Central- la base monetaria se situaba en un máximo histórico de $365.189 millones, con reservas por u$s30.680 millones, relación que deja un dólar teórico, de “cobertura” o de convertibilidad, de $11,90, un 83,3% más caro que el actual dólar oficial.