Dólar: “ley seca” para la paz cambiaria

La reversión de tendencia para las reservas es un potente argumento a favor del Gobierno. Los activos del BCRA aumentan casi u$s800 millones en noviembre y se acercan a u$s29.000 millones, un progreso que no ocurría desde los u$s1.200 millones sumados en abril, cuando el organismo acopió casi con exclusividad las divisas que liquidaron los exportadores del agro durante la cosecha gruesa.

El swap con China, cuyas primeras dos etapas se efectivizaron las últimas semanas, inyectó otros 1.300 millones de dólares. Aún cuando en concreto se trata de una virtual línea de crédito para agilizar y ampliar el comercio con el gigante asiático, la prescindencia de dólares para las transacciones con este importante socio comercial aportó certidumbre al volátil escenario del mercado de cambios.

El presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, puede exhibir la suba de reservas y la caída del dólar “blue” como visibles éxitos, luego de la escalada alcista del billete, que llegó a los $15,95 el 24 de septiembre pasado. Es cierto, el dólar se “amansó” y recortó a 33% la ganancia de 2014 (de $10,04 a $13,35), ligeramente debajo de la línea de inflación real, pero no hay que olvidar que este reverdecer de las reservas se produce en condiciones excepcionales, pues a los manejos contables con el swap chino y préstamos acordados con el Banco de Francia –instrumento recurrente desde ejercicios anteriores-, hay que computar la restricción de divisas para importaciones, que le están permitiendo a la autoridad monetaria adquirir unos u$s500 millones en el mercado mayorista este mes, como hegemónico tomador de la plaza.

Muestra de ello es que en el desplome de 39,2% del saldo comercial de octubre (a u$s361 millones), hubo una caída de 14% en importaciones, consecuencia de la dosificación de las divisas, y de 16% en las exportaciones, por efecto de precios más bajos en el exterior y la erosión de competitividad por la quietud del dólar mayorista.

Vanoli apuesta a torcer la expectativa de un próximo salto del dólar como el ocurrido en el arranque del año. Por radio Nacional Rock explicó que “dar certidumbres y confianza de que no va a haber una devaluación no quiere decir que el tipo de cambio se vaya a mantener fijo, sino que se va a administrar en función de distintas variables para mantener competitividad en la economía”.

En la “era Vanoli” se observa el impacto del ajuste monetario que se inició en enero, con la expansión de la colocación de letras del Banco Central (LEBAC) y el incremento de las tasas a un nivel más próximo al ritmo de los precios de bienes y servicios. Este retiro de grandes volúmenes de pesos del mercado atenuó la demanda de dólares, aunque contribuyó a la retracción de la actividad. Una suerte de “ley seca” para la plaza financiera por la cual los pesos emitidos para financiar al fisco luego son absorbidos por el propio Banco Central, con un sobrecosto del 27% anual, la tasa que ofrecen los títulos de la entidad.

Datos del organismo indican que el ítem “operaciones del sector público” para cubrir la necesidad de fondos de la administración nacional explicaron desde el 1° de enero al 14 de noviembre un incremento en la Base Monetaria de $96.958 millones, que fue neutralizado por la emisión de letras y notas del BCRA por 95.750 millones de pesos.

Aunque escapa a los análisis técnicos, también fue efectiva la estrategia de avanzar con inspecciones y sanciones sobre reconocidas sociedades de Bolsa y agencias de inversión. La advertencia fue captada de inmediato por los actores de los circuitos financieros formal e informal, que están intercomunicados: en dos meses, el dólar paralelo cayó 16,3% y sus variantes bursátiles (“contado con liqui” y dólar MEP), restaron 19%, para pactarse debajo de 12 pesos.

La calma cambiaria es recibida con los brazos abiertos por consumidores y ahorristas, ayuda a desacelerar la inflación, pero no implica una solución consistente para los próximos meses. El año electoral será un período propenso a la expansión del gasto público, con importantes vencimientos de deuda en dólares. Habrá una lluvia de pesos: el ministro Axel Kicillof no deja margen para dudar de lo que vendrá: justificó el persistente desequilibrio en las cuentas públicas y señaló que “el Estado tiene que entrar en déficit fiscal para generar demanda” y con ello dar “señales de inversión al sector privado”.

El BCRA promovió además el incremento de las tasas de interés para minoristas, hoy en promedio de 24%, que no significó una mejora sustancial en las colocaciones a plazo fijo del sector privado, pues desde enero aumentaron 24,2 por ciento. Esto es un estancamiento en términos reales, con rendimiento negativo frente a una inflación acumulada en los primeros 10 meses del año de 33,25%, según el “índice Congreso”. El contraste es notorio al ver la evolución de la venta autorizada de divisas para atesoramiento y turismo, que se aproxima a los u$s3.000 millones en 2014 y se afirma mes a mes en niveles récord. El ahorrista todavía prefiere dólares.

Las reservas caen 10% en 2014

Octubre es un mes de trascendentes movimientos en el mercado cambiario. La llegada de Alejandro Vanoli al Banco Central disuadió a bancos y empresas de profundizar su dolarización de carteras: el “blue” retrocedió 6,5% (de 15,72 a 14,70 pesos), el “contado con liqui” cayó 7% (de 14,93 a 13,88 pesos) y el dólar mayorista avanzó un módico 0,6% (de 8,4275 a 8,475 pesos). Pero al mismo tiempo las reservas recortaron casi u$s600 millones: se trata de la mayor pérdida de activos en nueve meses, superada en el año por los u$s2.851 millones que salieron en enero, cuando todavía no se sentían los efectos de la devaluación.

Según datos sujetos a ajuste, las reservas se situaron este viernes en u$s27.301 millones, con un retroceso de u$s565 millones respecto de los u$s27.866 millones del cierre de septiembre, cuando aún restan 10 días hábiles en octubre. Marzo también había sido otro mes muy negativo para las reservas, con una pérdida de 539 millones de dólares. Así, en el transcurso de 2014, la tenencia de activos internacionales del BCRA retrocedió u$s3.289 millones, un 10,8%, desde los u$s30.599 millones que se contabilizaban en enero.

El Gobierno hizo efectivo este viernes el pago semestral de intereses del Bonar X, título bajo legislación local, por unos u$s240 millones, cuyo pago no es alcanzado por los bloqueos dispuesto por el juez de Nueva York Thomas Griesa. Ya el 3 de octubre se habían cancelado otros u$s208 millones por el vencimiento de Boden 2015. Además, con la apertura parcial del “cepo” cambiario empezaron a tomar cuerpo las ventas a minoristas para atesoramiento y viajes, que sólo en el décimo mes del año representan unos 390 millones de dólares.

Las reservas habían tocado su piso del año el 3 de abril, en u$s26.729 millones, una marca similar a la del 15 de agosto 2006, durante la presidencia de Néstor Kirchner y pocos meses después de la cancelación total de la deuda con el FMI. Si se hubiera evitado el default “selectivo” que impide pagos de deuda bajo legislación extranjera, el cumplimiento de las obligaciones con bonistas reestructurados el 30 de junio (bonos Discount) y el 30 de septiembre (bonos Par) hubiera absorbido reservas líquidas del BCRA por unos u$s700 millones, aún exceptuados los u$s1.650 millones que los tribunales norteamericanos ordenaron pagar a los holdouts por títulos incumplidos desde 2001.

En 2013 el BCRA perdió u$s12.691 millones de sus reservas: fue el año más negativo desde el 2001, cuando salieron de las arcas de la entidad más de u$s19.000 millones, en el prólogo de la peor crisis económica de la historia argentina. En 2014, las reservas caerán un tercio del monto perdido el año pasado, a fuerza de mayores controles sobre las importaciones y las operaciones financieras y una mayor devaluación de la moneda que encarece a los productos e insumos extranjeros. Estas medidas traen consecuencias recesivas que se perciben en todos los órdenes del desempeño económico.

“Estamos a la deriva, prácticamente paralizados en materia de política económica, con poco tiempo y menos herramientas. Esto se suma un escenario externo que se complica día a día, con el precio de la soja nublando aún más las perspectivas”, explica Juan Pablo Ronderos, de la consultora Abeceb.com.

El Gobierno podrá argumentar que en 2014 se recortó a menos de la mitad la pérdida de reservas en comparación al 2013, pero por un fuerte ajuste de la actividad, pues otras variables no aportaron divisas como se esperaba. Con una devaluación más acelerada, en los ocho primeros meses de 2014 las exportaciones se desplomaron 10% con respecto a igual período del año anterior. Además, las ventas a Brasil disminuyeron un 13% por el estancamiento económico del país vecino. Las inversiones extranjeras para Vaca Muerta y la llegada de dólares por la colocación de bonos de YPF tampoco alcanzaron el volumen estimado.

La pérdida de valor para la soja, en la zona de u$s350 por tonelada, y también para otros cultivos significó una caída en los ingresos de divisas por liquidación de exportaciones del 3,5% en lo que va del año (u$s19.225,5 millones contra u$s19.924,3 millones). Como contracara, por efecto de la recesión y la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos, entre enero y agosto el déficit del rubro energético cedió 2,6% contra similar período de 2013 (u$s4.922 millones contra u$s5.053 millones) .

Un cóctel recesivo que le da mayor impulso al dólar

Para moderar la demanda en el mercado mayorista, este martes los importadores no pudieron realizar operaciones por un monto superior a los u$s150.000 sin conformidad del Banco Central, cuando el límite formal para la demanda es de 300 mil dólares. Esta barrera, comunicada de manera informal y de vigencia temporaria, despejó el camino para que el BCRA pueda acaparar la compra de las divisas ofertadas por los exportadores y redujera la exposición de sus reservas, en un período de menor liquidación de ventas del agro. Por caso, las cerealeras y la industria aceitera rindieron la semana pasada sólo u$s285,6 millones, uno de los montos más bajos del año.

La entidad que preside Juan Carlos Fábrega redobla los esfuerzos para evitar un declive más pronunciado en los activos internacionales, que ya desde agosto exhiben en los informes diarios bajas mucho más profundas que las eventuales alzas. Como el BCRA es el proveedor de los dólares para pagar deuda e importar energía a través de las estatales YPF, Enarsa y Cammesa, debe apelar a iniciativas fuera de libreto para aferrase a las divisas cada vez más escasas por la contracción de las exportaciones.

Entre enero y julio, las ventas externas retrocedieron 10% respecto del mismo lapso de 2013. Para sostener el superávit comercial fue necesario que las importaciones cayeran a una tasa aún mayor, de 27 por ciento. Al mismo tiempo, déficit fiscal, inflación y falta de inversión privada se combinan en un cóctel recesivo que se potencia con la falta de divisas por la menor demanda brasileña de productos argentinos, el rojo de la balanza energética y la caída de precios internacionales de las materias primas, que para la soja significó un 20% desde enero.

Cristina Kirchner criticó por cadena nacional a los productores de soja que decidieron acopiar su producto en lugar de exportar, a la espera de mejores precios en Chicago o de un tipo de cambio más alto. “No vendieron, la guardaron, porque pensaron que se iba a devaluar mucho, que perjudicaban al Gobierno por los ingresos. El cálculo es que si hubieran vendido en ese momento, en mayo, hubiera sido el equivalente a un dólar hoy de 11 pesos“, dijo la mandataria, sin dar detalles de cómo se llegó a calcular ese tipo de cambio, que en muchos rubros productivos no dudarían de calificar como competitivo.

Desde el punto de vista de las reservas, la recesión sirve de freno a la salida de dólares de la economía doméstica por el descenso de las importaciones industriales y de hidrocarburos. En el caso de la energía, en los meses de mayo, junio y julio disminuyeron en la medición interanual por primera vez en cinco años, aún cuando la producción local todavía no repuntó: el refino de naftas cedió 9,1% interanual en el primer semestre, mientras que la extracción de gas descendió 0,6% en los primeros siete meses de 2014. Sólo subió la producción de petróleo, un 0,9% entre enero y julio frente a 2013.

Precio récord para el “liqui”

Cuidar las reservas es necesario, pero con restricciones comerciales y cambiarias genera grandes contrariedades. En el mercado financiero se conoce que una vía para hacerse de dólares es el “contado con liquidación”. Lo usan algunas empresas para girar dividendos y ahora cada vez más importadores, para cumplir con pagos en el exterior, ante la reticencia de las autoridades para ceder divisas.

El “liqui” no significa pérdida de reservas, pues se trata esencialmente de una transferencia de activos. A través de una sociedad de Bolsa se compran acciones o bonos en pesos, en el mercado local, y se los vende en el exterior, en dólares, que quedan depositados en una cuenta fuera del país. Este tipo de cambio implícito en operaciones financieras tuvo un firme incremento en las últimas jornadas y este martes promedió $13,36, valor que le pone el piso al dólar paralelo, ahora en 14,25 pesos.

La necesidad de divisas para mantener fluidos los cada vez más esquivos canales comerciales y financieros con el exterior explican por qué en el año el “contado con liqui” aumentó un 49,8%, por encima del 41,9% que lo hizo el “blue”.

El “liqui” es una operatoria formal y acumula en los últimos días negocios en torno a los u$s100 millones, entre cinco y diez veces mayores al dólar informal. Como su precio está cinco pesos por encima del dólar oficial, a $8,405 en el mercado mayorista, su volumen creciente agrieta la teoría de quienes proponen recurrir al atraso cambiario como “ancla inflacionaria”, debido a que las empresas que consiguen importar insumos, piezas o unidades terminadas con un dólar más caro, trasladan la diferencia a los precios al público, por los mayores costos de reposición.

Avatares económicos que unen a la Argentina y Brasil

Pasó la euforia del Mundial de fútbol, que hizo un aporte muy modesto a la economía brasileña. De hecho, la industria del país vecino utilizó el 80,1% de su capacidad instalada en junio y redujo su facturación un 5,7% respecto de mayo por los feriados y la disminución de ventas durante la Copa, según la Confederación Nacional de la Industria. El oficial Instituto Brasileño de Geografía y Estadística indicó que la producción fabril cayó un 6,9% en junio respecto al mismo mes de 2013, el peor resultado mensual desde 2009. El organismo también atribuyó la caída al certamen celebrado entre el 12 de junio y el 13 de julio, cuando se establecieron varios feriados para facilitar la movilidad de los hinchas, vacaciones colectivas y se redujeron turnos de trabajo las fábricas.

Durante la presentación del Plan ProEmplear, Cristina Kirchner recordó que “el crecimiento previsto que tenía Brasil para 2014 de 1,9% bajó al 1,3 por ciento. En octubre, esa proyección era del 2,5%”. El país vecino genera un menor volumen de comercio exterior que impacta particularmente en la economía argentina y así como el gigante sudamericano reviste -según explicó Cristina- “una reversión de los flujos de capitales, que retornan a las economías desarrolladas”, muchos de esos dólares también dejaron de ingresar a nuestro país, por la menor demanda de productos industrializados. Aunque es una simplificación que omite relevantes factores internos que estancan nuestra economía, tiene razón la Presidente en destacar la necesidad de medidas de estímulo para paliar las consecuencias de la desaceleración de las naciones emergentes, especialmente en Brasil, nuestro principal socio comercial.

En algún punto, “no nos une el amor, sino el espanto”: la economía brasileña se expandió en torno a cero en el primer semestre y el presidente del Banco Central de Brasil, Alexandre Tombini, admitió que la actividad crecerá menos en el 2014 que en el 2013. La sintonía entre los socios del Mercosur se traduce en que la actividad económica en Argentina descendió un 0,2% en mayo pasado con relación al mismo mes de 2013 y el PBI argentino bajó en el primer trimestre de este año un 0,2% interanual, cifras que ridiculizan las previsiones del Presupuesto 2014, que anticipó una expansión del PBI del 6,2 por ciento.

La consultora Abeceb.com señala que para la Argentina “la caída del comercio total registrada durante el mes de junio tiene un gran impacto a nivel regional dado que los países del Mercosur explican prácticamente la mitad de la caída”. Las ventas a Brasil se retrajeron 16% interanual, y a Chile, un 21 por ciento. En términos acumulados al primer semestre, las exportaciones se posicionan en los u$s36.778 millones, un 10% por debajo de los registros de igual período en 2013. Las importaciones acumularon entre enero y junio los u$s33.094 millones, con una contracción del 8 por ciento. El saldo comercial total de la Argentina hasta el mes de junio es de u$s3.684 millones, un 28% inferior que el valor del primer semestre de 2013.

Y la preocupación es recíproca: según Mario Marconini, directivo de la Federación de Industrias de San Pablo, las exportaciones brasileñas hacia Argentina disminuyeron un 20% durante el primer semestre respecto al mismo periodo de 2013, arrastradas, en parte, por las medidas restrictivas adoptadas por el Gobierno argentino. El sector automotriz, considerado uno de los pilares de la industria en ambos países, atraviesa momentos difíciles por la caída de las ventas bilaterales. “Si disminuye la demanda por parte de Argentina, Brasil va a tener mucho automóvil que no va a vender a Argentina y que no va a vender a otros mercados por cuestión de precio y de competitividad“, dijo Marconini.

Los cortocircuitos comerciales que genera el estancamiento en ambos países son concretos: la producción brasileña de vehículos cayó un 20,5% en julio y se redujo un 17,4% en los siete primeros meses del año en la comparación con 2013. Del lado argentino, la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) refirió que “el comportamiento a la baja en materia de exportaciones estuvo marcado principalmente por la caída de la demanda por parte de Brasil, principal mercado de exportación, el cual había registrado en junio el volumen mensual más alto de este 2014. En el acumulado enero-julio, las terminales automotrices exportaron un total de 195.460 vehículos lo que representa una caída de 25,6% respecto de los 262.800 vehículos del mismo período del año pasado”. En tanto, la producción de autos se desplomó 23,3% entre enero y julio respecto del año pasado.

Distinto abordaje a problemas comunes

Aunque nos hermana el bajo crecimiento económico, en los últimos años Brasil decidió tomar un camino distinto al de la Argentina en cuanto a sus políticas, al fijarse metas de inflación y tasas de interés elevadas, por encima de los índices de precios. El gobierno de Dilma Rousseff apeló a moderar el crecimiento a cambio de hacerlo sostenible en el mediano plazo y priorizó el enfriamiento económico a cambio de no recaer en inflación elevada. Los precios minoristas en Brasil ascendieron un 0,01% en promedio durante julio. Fue el menor incremento desde junio de 2010, con lo que acumuló en los últimos doce meses un 6,5%, dentro del rango de las previsiones oficiales. Asimismo, la inflación brasileña sumó en los siete primeros meses del año un 3,76%, una cifra envidiable para la Argentina, aunque aún por encima de 3,18% registrado en el país vecino en el mismo periodo del año anterior.

La economía brasileña defiende algunos buenos fundamentos: una cosecha récord prevista en 193,2 millones de toneladas para la actual campaña; récord en la producción de hidrocarburos y la aplicación de políticas procíclicas, como el llamado Simple Nacional, un régimen tributario que reduce en hasta 40% la carga fiscal para unas 9 millones de micro y pequeñas empresas.

En cuanto a la energía, un rubro crítico para la Argentina por su dependencia de las importaciones, la brasileña Petrobras, bajo control estatal pero con participación privada, concentró el 90% de la producción, que marcó en junio un récord de 2,79 millones de barriles equivalentes por día. Brasil tiene en la plataforma submarina su propia Vaca Muerta, que en pleno desarrollo puede convertir al país vecino en uno de los mayores exportadores mundiales de hidrocarburos: el 92% del petróleo y el 74% del gas natural se extrae de las áreas marítimas.

También Brasil apela a abrirse a los mercados para salir del pozo económico, antes que aplicar restricciones al ingreso de productos. El ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Mauro Borges, aseguró que Brasil pretende adelantar a 2016 el acuerdo de libre comercio con Colombia, Chile y Perú previsto para 2019.

Un análisis de la consultora Finsoport explica que “las exportaciones de la principal economía sudamericana se redujeron 3% durante el primer semestre de 2014, en tanto que las ventas externas argentinas acumularon una contracción de 10% en los primeros seis meses, según el INDEC”. Pero, a diferencia de Brasil, nuestro “Gobierno asigna la responsabilidad del ajuste del comercio exterior a factores exógenos, limitándose a intentar morigerar el impacto negativo sobre el balance comercial mediante el refuerzo de las barreras a las importaciones”. Mientras el país vecino procura incrementar su salida comercial a los EEUU y Asia para compensar el declive regional, la Argentina disminuye su presencia en todos los mercados en los que participa.

En un duro diagnóstico, el presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, José Augusto de Castro, atribuyó el bajo nivel de las exportaciones industriales brasileñas a los altos costos de producción, la elevada carga tributaria, el peso de los salarios, las falencias logísticas y una inversión desintegrada. Otro de los factores que el directivo de la patronal de exportadores puso en debate fue el de la tasa de cambio de la moneda brasileña, la cual considera que debe ser “neutra” y no favorecer ni la importación ni la exportación, y “mucho menos” servir para controlar la inflación.

Por eso, la divergencia de políticas también se muestra en la evolución del tipo de cambio. El dólar en Brasil cae 3% desde que comenzó el año (desde 2,36 reales a 2,29), aunque después de tocar un piso durante el Mundial –para aprovechar el ingreso de dólares- recuperó un 2,2 por ciento. En la Argentina, la presión inflacionaria hizo subir a la divisa un 27% desde el cierre de 2013 (de 6,52 a 8,27 pesos en el mercado mayorista), mientras que en los últimos dos meses ganó apenas 1,7% (desde los $8,135 del 9 de junio), justamente, como “ancla inflacionaria”.

La presión sobre reservas llevó al dólar a 13 pesos

La indefinición del diálogo con los holdouts en Nueva York renovó la tensión en el mercado cambiario, pero el voltaje político de este litigio opacó a otros indicadores que cobran mayor influencia en el precio del billete y las expectativas de su evolución hacia fin de año.

El dólar alcanzó los 13 pesos en el mercado informal, con un incremento diario de 2,4%, para acumular un 29,5% en el año. Con mínimas transacciones, los operadores de este circuito subieron el precio a un nivel que no tocaba desde el 23 de enero, cuando cerró en un récord de $13,10, que entonces se “desinfló” rápidamente. El dólar paralelo aventaja al oficial, que en el mercado mayorista acumula una suba de 25,5%, desde $6,523 de fin de diciembre a $8,185 de hoy.

Las pocas operaciones del segmento marginal no justificaron semejante salto de precios. Más bien fue la intención de los agentes de esta plaza fijarle un piso al billete ofrecido, en medio de la incertidumbre política y económica por un potencial default.

No obstante, el dólar libre se encuentra aún debajo del rango de precios que se deduce de la división de la Base Monetaria por las reservas internacionales, en u$s29.013 millones según cifras provisorias del BCRA. Con un circulante y depósitos a la vista que, según la entidad, totalizaron $391.644,3 millones al 15 de julio último, el dólar de “convertibilidad” ronda los 13,50 pesos. Este dólar implícito o de “cobertura”, como se lo llama en la jerga financiera, ascendía a $11,90 al cierre de 2013, cuando el “blue” se pagaba a 10,04 pesos.

En el mercado cambiario tienen en cuenta las dificultades del Banco Central para sumar reservas, aún con importantes saldos netos compradores en el mercado mayorista, que este mes ya acumulan 1.470 millones de dólares. Por el pago de deuda y la factura energética, las reservas ceden u$s242 millones en julio, el último mes con volúmenes importantes en cuanto a liquidación de exportaciones del agro.

La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron que el sector liquidó u$s640 millones la semana pasada, mientras que desde comienzos de año rindió u$s15.636 millones por ventas de granos y derivados al exterior, un 5,3% más que en similar lapso de 2013, aún en un contexto de declive de precios internacionales.

La tonelada de soja vale hoy u$s454,30 en los contratos para agosto, un 9,6% menos que un año atrás, mientras que las posiciones más negociadas, para noviembre, rondan los 406,97 dólares. Esta baja en las cotizaciones, en un rubro que representa más de un tercio de las exportaciones locales, es una señal de debilidad para las reservas en el segundo semestre del año.

Sucede que a falta de dólares financieros, el principal ingreso de divisas se registra por el comercio exterior. El superávit comercial del primer semestre del año fue de sólo u$s3.685 millones, un 28,4% menos que en el mismo período del año pasado. Este deterioro significó el saldo positivo más bajo para el período enero-junio en once años de administración kirchnerista, producto de la merma de las exportaciones por una menor demanda de autos por parte de Brasil y términos de intercambio erosionados por la inflación. En 2013, la balanza comercial arrojó un superávit de u$s8.004 millones (36,9% menos que en 2012) y es improbable que este año pueda alcanzar un saldo favorable similar.

Pagos de deuda

Este lunes se produjo el pago inicial al Club de París por u$s642 millones al contado, según el acuerdo alcanzado por el ministro de Economía Axel Kicillof con las autoridades de la entidad el 29 de mayo. En el Palacio de Hacienda lo ponderaron como “un hito en materia de acuerdos con esta institución, puesto que el país consiguió un esquema de financiación de la deuda impaga que, además de constituirse como un mecanismo para potenciar las inversiones (…), no cuenta con la tutela del Fondo Monetario Internacional y, por tanto, no condiciona las decisiones soberanas”.

Sin embargo, en el detalle del informe oficial se conoció que la deuda refinanciada ascendió a u$s9.690 millones, incluyendo intereses y punitorios, un 95,6% por encima del capital adeudado en 2001 (u$s4.955 millones), casi el doble. El Ministerio de Economía aceptó pagar u$s1.102 millones de intereses y u$s3.633 millones de punitorios. Este último ítem más que duplica los u$s1.650 millones que el juez Griesa ordenó pagar a los holdouts por todo concepto.

También continúan contabilizándose como reservas unos u$s539 millones depositados para el pago de intereses de bonos Discount en dólares con legislación de Nueva York, bloqueados por Griesa y que serán depositados en cuanto una decisión judicial en los EEUU lo habilite. Sin estos fondos, las reservas se ubicarían en u$s28.472 millones, con un precio implícito para el dólar de 13,75 pesos.

El frente externo le suma dificultades a la Argentina

A veces una buena noticia puede convertirse en negativa por la interpretación que a ésta les dan los mercados. El tiempo “casi ideal” para el desarrollo de cultivos en las zonas agrícolas de los EEUU, en el centro-oeste del país norteamericano, desató una ola de caídas en los precios internacionales de los granos y sus derivados. La expectativa por una cosecha récord se sumó a la certeza sobre rindes máximos en la Argentina y Brasil, los otros dos grandes proveedores globales de alimentos. Y la abundancia de un producto deprime su cotización.

Los contratos de la soja más negociados, para entregar en noviembre, cayeron el martes a u$s392,94 por tonelada. A esta altura del año, estas posiciones representan más de la mitad de las operaciones en el mercado de Chicago, pues noviembre concentra las exportaciones de granos de los EEUU. Los contratos con vencimiento inmediato, para agosto, cedieron a u$s432,01 por tonelada, un 10,4% menos que en enero y 22,7% por debajo de los precios de doce meses atrás. Es la valuación más baja desde el 11 de octubre de 2010 (u$s423,48 por tonelada).

“El foco de los mercados es la pregunta de qué tan grande es la oferta en EEUU, lo cual tiene una connotación netamente bajista. Eso lleva a los fondos especulativos a construir una posición neta vendida por primera vez en mucho tiempo. Ese proceso recién se está iniciando y por ello creemos que puede haber todavía hilo en el carretel de las bajas”, afirma Dante Romano, de Austral Agroperspectivas. “Veremos más adelante cómo se mueve la demanda ante precios más bajos, y cómo afectan estos valores las decisiones de producción de Sudamérica”, añade.

El complejo cerealero-oleaginoso aporta un tercio de las exportaciones argentinas, por granos y derivados. Nuestro país es el tercer vendedor de soja y maíz del mundo, y el primero de aceites y harinas derivadas de la oleaginosa. Así como Argentina podría cerrar la actual campaña con una cosecha récord de 55 millones de toneladas de soja, lo propio podría ocurrir con el maíz y una producción esperada entre 25 y 33 millones de toneladas. El martes, la tonelada de maíz para septiembre tocó un piso de u$s142,91, su precio más bajo desde el 1 de agosto de 2010. Es un 33% debajo del valor de enero y la mitad del que tenía hace 16 meses.

Elevado costo de la energía

El agro es el principal abastecedor de dólares comerciales; el sector energético es el principal demandante, por la etapa de déficit que la Argentina atraviesa en esta materia. En 2006 el sector energético argentino dejó un superávit de u$s6.100 millones, que se redujo a apenas u$s1.900 millones en 2010. En 2011, por primera vez en más de 20 años, la balanza comercial energética cerró en rojo: -2.931 millones de dólares.

En 2013, el déficit de energía ascendió a u$s6.334 millones, con importaciones de hidrocarburos y electricidad por u$s12.268 millones (u$s9.667 millones y u$s2.601 millones, respectivamente) y exportaciones por 5.934 millones.

En este caso, el dato negativo que deja el frente externo es el incremento de los precios del petróleo en torno al 4,5% en el transcurso del año, desde u$s98,42 a u$s102,89 el barril en los EEUU. Sólo con mantenerse el déficit energético argentino en el nivel del año pasado, el componente de precios lo elevará a unos 6.600 millones de dólares.

Hay que recordar que es el Estado el que afronta el costo de este desequilibrio, pues acapara casi todo el volumen importado, a través de YPF y Enarsa. Además, este monto significa tres cuartas partes de lo que pueda percibir el Estado por retenciones al agro, en torno a los u$s9.000 millones este año, siempre que se frene el declive de precios en Chicago.

Un informe de FIEL, elaborado por Marcela Cristini y Guillermo Bermudez, subraya la “caída de las cantidades exportadas en todos los rubros salvo las manufacturas de origen agropecuario (complejo sojero). En cuanto a las importaciones, el 16% de las mismas se concentra en el rubro ‘combustibles y energía’, cuya dinámica domina en buena parte la urgencia por las divisas”.

En el plano financiero, perjudica la decisión del juez de Nueva York Thomas Griesa del pasado 27 de junio, que le impidió a la Argentina pagar vencimientos de bonos Discount por u$s539 millones, bajo la exigencia de cumplir con el fallo a favor de los fondos especulativos por u$s1.330 millones más intereses. Este litigio no tiene tanta relevancia en cuanto a la economía real, pero agrega una dosis de incertidumbre que impacta en los precios de los activos, más aún si no se llega a un acuerdo antes del 30 de julio, fecha límite para evitar un nuevo default.

La desaceleración de Brasil

El viento en contra para la economía local también viene desde Brasil, el principal socio comercial del país. Los analistas del mercado financiero rebajaron sus previsiones de crecimiento al 0,97% en 2014, según informó el Banco Central brasileño, una tasa inferior a la del crecimiento vegetativo de la población, que significa en términos reales un estancamiento de la actividad.

Rubros industriales como el automotriz son dependientes del mercado brasileño, que adquiere prácticamente la mitad de los vehículos fabricados en la Argentina. “Al mal desempeño de las ventas externas argentinas en la primera parte de 2014, se suma una estructura de exportación que otorga una alta volatilidad al flujo de ventas externas total”, explica Mauricio Claverí, coordinador de Comercio Exterior de Abeceb.com.

El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) señala que “Brasil es el principal destino de la venta de automóviles, con un 89% de participación en las exportaciones. De hecho, las ventas de vehículos nacionales han estado destinadas principalmente a este país desde el año 2007”. En el mismo sentido, la Asociación de Fábricas Automotores (ADEFA) indicó que en el primer semestre, las terminales registraron una producción de 308.423 vehículos, un 21,8% menos respecto del volumen contabilizado entre enero y junio de 2013. En cuanto a las exportaciones, el sector automotor acumuló en ese lapso 171.375 vehículos enviados, una caída de 23,3% interanual.

Luego de crecer 7,5% en 2010, el PBI brasileño mostró modestos avances de 2,7% en 2011, 1% en 2012 y 2,5% en 2013. Este será el cuarto año consecutivo de magro crecimiento, que le restará fuerza a la actividad en la Argentina. Las proyecciones privadas recabadas en el “Boletín Focus” del Banco Central de Brasil mantienen la perspectiva de crecimiento para 2015 en el 1,5%: el año próximo también escaseará el poderoso incentivo de una demanda pujante del socio del Mercosur.

El mundo todavía ayuda

La profundización del déficit fiscal y la estabilización de la inflación un peldaño por encima de la de 2013 agregan tensión a una coyuntura local que impide ver que este año las condiciones financieras internacionales aún colaboran para que el desempeño económico de la Argentina se rectifique. Es tan cierto que la sequía de divisas, la escasez de inversiones y la atrofia del crédito empantanan el crecimiento, como que estos condicionantes no son impuestos por el exterior, sino un daño autoinfligido por las políticas de Gobierno.

Una prueba de que el mundo no se “nos cayó encima” la da el complejo cerealero oleaginoso, con cifras alentadoras en términos de producción y exportaciones, para atenuar un año que será el más duro para la economía argentina desde la salida de la convertibilidad. Los contratos de la soja para entregar en mayo, cuando la cosecha gruesa estará a pleno, se situaron en u$s537,34 por tonelada, cerca del precio máximo del año (en u$s545 la semana pasada) y en un destacado nivel en términos históricos.

Las cerealeras y procesadoras de granos informaron hasta el viernes 4 de abril un monto liquidado por exportaciones de u$s5.055 millones desde que arrancó el año, una cifra cercana al récord de 2011 para el mismo período, cuando también acompañaron las elevadas cotizaciones de materias primas con una cosecha por encima de las 100 millones de toneladas.

Las bolsas de cereales locales mantienen una estimación récord de 54,5 millones de toneladas de soja para la campaña 2013/2014, y de 24 millones de toneladas para el maíz. La producción agrícola y sus derivados representan el 36% de las exportaciones totales del país: Argentina es líder mundial en ventas de aceite de soja (45% del mercado global), harina de soja (43% del total), es el segundo exportador mundial de maíz (16% del mercado) y tercero de porotos de soja (8%).

El sector financiero, por su lado, hace negocios en base a expectativas futuras que se imponen sobre las señales de un presente desbordado de dudas e improvisación. Y en este caso, la evaluación a 24 meses es favorable para la Argentina, con un cambio de administración mediante. Fruto de esta visión, el índice Merval gana 19,5% en el año, medido en pesos, desde los 5.391 puntos del cierre de 2013 a los 6.444 puntos hoy.

Desde que inició el año, el dólar “contado con liquidación”, que resulta de dividir el precio de las acciones y bonos en el mercado local por su valuación en el exterior, subió 11%, desde los $8,88 a los $9,86, comparación que permite inferir que los activos de la Bolsa argentina no sólo no se depreciaron en dólares, sino que ganaron en promedio un 8,5% en divisas en poco más de tres meses. En el mismo lapso, el Dow Jones de Wall Street cayó 2%, desde los 16.576 puntos del 31 de diciembre a los actuales 16.245 enteros.

También fue importante el retroceso del llamado “riesgo país”, es decir, el diferencial que calcula la banca JP Morgan entre el rendimiento de los bonos del Tesoro de los EEUU y sus similares emergentes, que desde marzo mostró una caída de 15% para la Argentina, para alcanzar los 760 puntos básicos, la sobretasa más baja desde el 1° de septiembre de 2011, cuando se situaba en 757 enteros. Quiere decir que la deuda argentina redujo a 7,6% el rendimiento extra que está obligada a ofrecer para obtener financiamiento en el exterior. Es verdad que es elevada en la comparación regional, pero ya posibilita las colocaciones de deuda corporativa, como fue el caso de YPF, a tasas de un dígito.

En los últimos días se sumó otro indicador positivo para la Argentina. El real brasileño tuvo una neta apreciación contra el dólar en las últimas tres semanas. La divisa norteamericana, que se negociaba a 2,36 reales a comienzos de año, desciende ahora un 5,9% en el recorrido anual, a 2,22 reales del lunes. Como Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas, la revalorización de su divisa mejora la competitividad de los productos nacionales en cuanto a precio: otra mano tendida para apuntalar los débiles ingresos que presenta el comercio exterior en 2014.

La energía consume el superávit comercial en el inicio de 2014

La semana pasada el INDEC informó el resultado del Intercambio Comercial de febrero, con un saldo favorable de apenas u$s44 millones, un 91,6% menos que el mismo mes de 2013, con exportaciones por u$s5.393 millones e importaciones por 5.349 millones. En el primer bimestre el saldo positivo acumuló tan solo u$s79 millones, con una baja interanual del 90% frente al mismo lapso del año pasado, en su nivel más bajo en 14 años.

En enero y febrero prácticamente desapareció el superávit en el comercio de bienes, uno de los llamados “pilares” del modelo, aunque los analistas económicos confían en un balance positivo para el recorrido anual similar al de 2013 y por encima de los 9 mil millones de dólares. El aporte de una cosecha récord y precios internacionales aún elevados permite margen para que haya estabilidad en el ingreso de divisas, en particular en el segundo trimestre.

Sin embargo, el Gobierno se aseguró, a través de mayores controles sobre las importaciones, que los dólares destinados a adquirir productos del exterior sean prioritarios para las crecientes compras de hidrocarburos. Las importaciones subieron en febrero 2% por el incremento de los precios internacionales, aunque no crecieron en volumen. Por eso, el alza de 43% en las compras de energía (u$s852 millones) demandaron u$s250 millones más que en febrero de 2013 y desplazaron a otros rubros productivos necesitados de importaciones.

El ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, dijo a InfobaeTV que “sigue habiendo pocos dólares. La política económica es incapaz de generar los dólares que la Argentina necesita (…) Hay una demanda reprimida por dólares apretando las importaciones, incluso esenciales, por algo está cayendo también la producción. Se está logrando un equilibrio bastante parcial y artificial, con la anestesia en el mercado cambiario por provisión de dólares de la soja, pero con eso no alcanza, porque después viene la ‘sequía’ (de divisas) del segundo semestre”.

Agentes del mercado de cambios mayorista, a través del cual se cursan las compras de divisas para comercio exterior, señalan que el volumen negociado se redujo a la mitad en dos meses, de los u$s150 millones diarios de enero, antes de la devaluación, a los actuales u$s70 millones en promedio. Como muchos pagos son diferidos a 60 ó 90 días, cuando deberá ingresar la mercadería por Aduana, se estima que el efecto recesivo para industrias necesitadas de insumos del exterior se advertirá a partir de abril y mayo de este año.

Prueba de esta tendencia es que la producción industrial se contrajo 0,6% en febrero en relación a igual mes de 2013, para acumular una baja de 1,8% en el primer bimestre. La actividad fabril acumuló así cinco meses de retracción, con caídas en octubre pasado (-1,1% interanual), noviembre (-4,9%), diciembre (-5,6%) y enero (-3%). La industria automotriz tuvo una baja de 5,7% en el acumulado del primer bimestre frente a igual lapso de 2013. Las terminales son las principales demandantes de importaciones de la economía nacional, tanto para abastecer al mercado local como para fabricar unidades que serán exportadas. Por lo tanto, reducir importaciones significará menos exportaciones en meses subsiguientes.

Aporte del agro

En cuanto a las exportaciones, el INDEC detalló que el principal descenso interanual en valores absolutos correspondió al rubro Productos Primarios, que bajó el 34% interanual en febrero, debido a una caída conjunta de cantidades y precios (-29% y -7%, respectivamente), en particular por trigo y maíz. De todos modos, el agro cumplió con su cuota, pues se incrementaron 10% las exportaciones de Manufacturas de Origen Agropecuario, como harinas y aceites de soja, para alcanzar el 38,6% del total vendido al exterior. Las liquidaciones de los industriales oleaginosos y exportadores de cereales acumularon en el primer bimestre del año unos u$s2.960 millones, por encima de los u$s2.300 millones del mismo lapso de 2012 y un monto cercano al récord de 2012 para dicho período.

El primer bimestre del año tuvo el saldo comercial más bajo desde 2000, cuando se registró un déficit de 208 millones de dólares. En divisas el intercambio comercial muestra un estancamiento en los últimos cuatro años, signo de un crecimiento de la actividad económica que se fue moderando desde 2011. El acumulado de importaciones y exportaciones de enero y febrero ascendió a u$s21.169 millones, debajo de 2013 (u$s22.016 millones) y 2012 (u$s21.744 millones), y apenas encima de 2011 (u$s20.431 millones).

El superávit comercial se obtendrá este año por la desaceleración brusca del crecimiento, obligada por la pérdida de reservas que no deja al Gobierno más alternativa que preservar en lo posible estos activos del Banco Central. En 2013 ya se había perdido el superávit en el frente externo. Al analizar el balance de cuenta corriente, que además del intercambio de bienes contempla servicios –como el turismo- y los flujos de inversión, el año pasado dejó un fuerte déficit de u$s4.330 millones, contra un superávit de u$s48 millones en el 2012.

El campo reasume el protagonismo de la economía

Después de la devaluación de enero y la suba de tasas de interés, el Gobierno instauró un período de relativa estabilidad en el mercado de cambios, a la espera de la concentración de las liquidaciones de exportaciones del agro y sus industrias derivadas, que añadirá en el segundo trimestre del año una importante dosis de divisas para fortalecer las castigadas reservas del Banco Central.

“Con las últimas medidas en el mercado cambiario y con la política monetaria, el Gobierno ha ganado un período ‘ventana’ con una cuasi estabilización del mercado cambiario, que va a tener su hito cuando empiece el período de liquidación fuerte de la cosecha gruesa, especialmente la soja”, dijo Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de Abeceb.com. Ya en febrero, las cerealeras cumplieron su compromiso con el Gobierno para liquidar unos u$s2.000 millones por exportaciones. Según informaron las entidades del sector, en febrero se rindieron u$s1.892 millones, correspondientes a ventas que se concretarán durante marzo en el caso de los granos y otras que se producirán hasta junio, en el caso de la exportación de aceites y harinas proteicas.

Hasta el 7 de marzo, el monto liquidado desde comienzos de año acumuló unos u$s3.203 millones, un 21,3% más que en el mismo lapso de 2013, explicado casi en totalidad por las mayores cantidades, pues los precios acompañaron poco. Por ejemplo, en el caso de la soja, las posiciones más negociadas muestran un repunte de cotizaciones del 11% frente al cierre del año pasado, pero los u$s521 por tonelada de este lunes contrastan con los u$s556 de un año atrás (-6,3%).

Varios indicadores permiten un margen para el optimismo respecto del aporte de agrodólares a la economía. Además de los precios sostenidos, la importante cosecha de soja esperada por la Argentina en la presente campaña, probablemente récord, hará necesario intensificar las liquidaciones en el corto plazo para aprovechar las buenas cotizaciones. El analista técnico Ruben Ullúa observó que los u$s535 por tonelada alcanzados el viernes para la postura mayo 2014 en el mercado de Chicago, su precio máximo del año, sugieren una zona de resistencia: “La soja cede posiciones y ello mantiene las chances de techo para el proceso de avance”. El tándem del dólar oficial a ocho pesos y una tasa de interés en torno al 30% anual facilitarán a su vez la reinversión en pesos de las ganancias de las exportaciones.

El ingeniero agrónomo Dante Romano, de Austral Agroperspectivas, no subestima la “volatilidad inmensa” que afecta al principal producto de exportación de la Argentina, pero destaca a la vez un contexto internacional que todavía ayuda al dinamismo del mercado de granos, debido a que “se sumó la inestabilidad de Ucrania, que es un oferente de primera línea en trigo y maíz”, mientras que los cultivos en EEUU “siguen deteriorándose por el clima frío y la baja humedad de los suelos”, como en el caso del trigo rojo en el invierno boreal.

En su reporte mensual de marzo, el Departamento de Agricultura de los EEUU mantuvo sin cambios sus estimaciones de producción de soja y maíz para la campaña argentina 2013/14 con 54 millones y 24 millones de toneladas, respectivamente. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevé 54,5 millones de toneladas de la oleaginosa y 23,5 millones de toneladas del cereal. Argentina es un jugador de peso mundial en la producción de alimentos: es líder en exportaciones de aceite de soja, con un 45% del mercado, y de harina de soja, con el 43 por ciento. Además, es segundo exportador mundial de maíz (16% del mercado) y tercero de porotos de soja (con un 8% del total).

Para dimensionar la contribución del campo en el fortalecimiento del perfil externo de la economía nacional, el Banco Central indicó que de los u$s75.250 millones ingresados en 2013 por el cobro de exportaciones de bienes, más de un tercio (u$s26.979 millones, un 35,9%), correspondieron a lo percibido por ventas de oleaginosas y cereales. Este año se mantendrá esa elevada proporción. “Un factor de relevancia es el ritmo de comercialización interna de soja, el cual fue significativamente más lento que en la campaña anterior, en un contexto de crecimiento de la producción de 23%”, subrayó la autoridad monetaria.

Por ello, Iván Barbero, analista del mercado granario, no desestima “una mayor devaluación a la anticipada por los privados” si las ventas no recuperan el ritmo esperado para sumar reservas internacionales al BCRA. “Considerando que los poco más de u$s27.500 millones con que cuenta en sus arcas están en el menor nivel desde septiembre de 2006, el timing con el cual evolucionan las ventas de soja juega un papel trascendental”, estimó. Queda claro que el mercado seguirá susceptible al movimiento de la tasa de cambio y los precios internacionales.

Diversos estudios económicos coinciden en estimaciones alentadoras para la llegada de divisas. Finsoport cuantificó en unos u$s31.000 millones los ingresos por ventas de granos y derivados, de los cuales unos u$s24.000 millones serán provistos por el complejo oleaginoso. El Estudio Bein & Asociados calculó en unos u$s34.445 millones la producción exportable del agro en 2014, con un aporte de u$s26.090 millones por la soja y sus subproductos.