El frente externo le suma dificultades a la Argentina

Juan Gasalla

A veces una buena noticia puede convertirse en negativa por la interpretación que a ésta les dan los mercados. El tiempo “casi ideal” para el desarrollo de cultivos en las zonas agrícolas de los EEUU, en el centro-oeste del país norteamericano, desató una ola de caídas en los precios internacionales de los granos y sus derivados. La expectativa por una cosecha récord se sumó a la certeza sobre rindes máximos en la Argentina y Brasil, los otros dos grandes proveedores globales de alimentos. Y la abundancia de un producto deprime su cotización.

Los contratos de la soja más negociados, para entregar en noviembre, cayeron el martes a u$s392,94 por tonelada. A esta altura del año, estas posiciones representan más de la mitad de las operaciones en el mercado de Chicago, pues noviembre concentra las exportaciones de granos de los EEUU. Los contratos con vencimiento inmediato, para agosto, cedieron a u$s432,01 por tonelada, un 10,4% menos que en enero y 22,7% por debajo de los precios de doce meses atrás. Es la valuación más baja desde el 11 de octubre de 2010 (u$s423,48 por tonelada).

“El foco de los mercados es la pregunta de qué tan grande es la oferta en EEUU, lo cual tiene una connotación netamente bajista. Eso lleva a los fondos especulativos a construir una posición neta vendida por primera vez en mucho tiempo. Ese proceso recién se está iniciando y por ello creemos que puede haber todavía hilo en el carretel de las bajas”, afirma Dante Romano, de Austral Agroperspectivas. “Veremos más adelante cómo se mueve la demanda ante precios más bajos, y cómo afectan estos valores las decisiones de producción de Sudamérica”, añade.

El complejo cerealero-oleaginoso aporta un tercio de las exportaciones argentinas, por granos y derivados. Nuestro país es el tercer vendedor de soja y maíz del mundo, y el primero de aceites y harinas derivadas de la oleaginosa. Así como Argentina podría cerrar la actual campaña con una cosecha récord de 55 millones de toneladas de soja, lo propio podría ocurrir con el maíz y una producción esperada entre 25 y 33 millones de toneladas. El martes, la tonelada de maíz para septiembre tocó un piso de u$s142,91, su precio más bajo desde el 1 de agosto de 2010. Es un 33% debajo del valor de enero y la mitad del que tenía hace 16 meses.

Elevado costo de la energía

El agro es el principal abastecedor de dólares comerciales; el sector energético es el principal demandante, por la etapa de déficit que la Argentina atraviesa en esta materia. En 2006 el sector energético argentino dejó un superávit de u$s6.100 millones, que se redujo a apenas u$s1.900 millones en 2010. En 2011, por primera vez en más de 20 años, la balanza comercial energética cerró en rojo: -2.931 millones de dólares.

En 2013, el déficit de energía ascendió a u$s6.334 millones, con importaciones de hidrocarburos y electricidad por u$s12.268 millones (u$s9.667 millones y u$s2.601 millones, respectivamente) y exportaciones por 5.934 millones.

En este caso, el dato negativo que deja el frente externo es el incremento de los precios del petróleo en torno al 4,5% en el transcurso del año, desde u$s98,42 a u$s102,89 el barril en los EEUU. Sólo con mantenerse el déficit energético argentino en el nivel del año pasado, el componente de precios lo elevará a unos 6.600 millones de dólares.

Hay que recordar que es el Estado el que afronta el costo de este desequilibrio, pues acapara casi todo el volumen importado, a través de YPF y Enarsa. Además, este monto significa tres cuartas partes de lo que pueda percibir el Estado por retenciones al agro, en torno a los u$s9.000 millones este año, siempre que se frene el declive de precios en Chicago.

Un informe de FIEL, elaborado por Marcela Cristini y Guillermo Bermudez, subraya la “caída de las cantidades exportadas en todos los rubros salvo las manufacturas de origen agropecuario (complejo sojero). En cuanto a las importaciones, el 16% de las mismas se concentra en el rubro ‘combustibles y energía’, cuya dinámica domina en buena parte la urgencia por las divisas”.

En el plano financiero, perjudica la decisión del juez de Nueva York Thomas Griesa del pasado 27 de junio, que le impidió a la Argentina pagar vencimientos de bonos Discount por u$s539 millones, bajo la exigencia de cumplir con el fallo a favor de los fondos especulativos por u$s1.330 millones más intereses. Este litigio no tiene tanta relevancia en cuanto a la economía real, pero agrega una dosis de incertidumbre que impacta en los precios de los activos, más aún si no se llega a un acuerdo antes del 30 de julio, fecha límite para evitar un nuevo default.

La desaceleración de Brasil

El viento en contra para la economía local también viene desde Brasil, el principal socio comercial del país. Los analistas del mercado financiero rebajaron sus previsiones de crecimiento al 0,97% en 2014, según informó el Banco Central brasileño, una tasa inferior a la del crecimiento vegetativo de la población, que significa en términos reales un estancamiento de la actividad.

Rubros industriales como el automotriz son dependientes del mercado brasileño, que adquiere prácticamente la mitad de los vehículos fabricados en la Argentina. “Al mal desempeño de las ventas externas argentinas en la primera parte de 2014, se suma una estructura de exportación que otorga una alta volatilidad al flujo de ventas externas total”, explica Mauricio Claverí, coordinador de Comercio Exterior de Abeceb.com.

El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) señala que “Brasil es el principal destino de la venta de automóviles, con un 89% de participación en las exportaciones. De hecho, las ventas de vehículos nacionales han estado destinadas principalmente a este país desde el año 2007”. En el mismo sentido, la Asociación de Fábricas Automotores (ADEFA) indicó que en el primer semestre, las terminales registraron una producción de 308.423 vehículos, un 21,8% menos respecto del volumen contabilizado entre enero y junio de 2013. En cuanto a las exportaciones, el sector automotor acumuló en ese lapso 171.375 vehículos enviados, una caída de 23,3% interanual.

Luego de crecer 7,5% en 2010, el PBI brasileño mostró modestos avances de 2,7% en 2011, 1% en 2012 y 2,5% en 2013. Este será el cuarto año consecutivo de magro crecimiento, que le restará fuerza a la actividad en la Argentina. Las proyecciones privadas recabadas en el “Boletín Focus” del Banco Central de Brasil mantienen la perspectiva de crecimiento para 2015 en el 1,5%: el año próximo también escaseará el poderoso incentivo de una demanda pujante del socio del Mercosur.