Por ahora no hay fundamentos para crecer

Un viejo axioma de los operadores bursátiles sostiene que el mercado se adelanta a los acontecimientos de la economía real. Este comportamiento por lo general lleva a bruscas sobrerreacciones, tanto a la baja en momentos de pánico como al alza en la euforia, pues la irracionalidad no es ajena al movimiento de los precios de los activos, más allá de los análisis técnicos y fundamentales.

El derrumbe de los indicadores bursátiles en el mundo puede estar exagerado por esta conducta de manada. En el adverso inicio de año, todos venden a la par y arrastran a la baja incluso a los títulos de las compañías más consolidadas. Pero la tendencia es una señal contundente que no debe ser ignorada: la desaceleración de la economía en China, el desplome de los precios del petróleo, la contracción de la actividad en Brasil, la devaluación generalizada de las monedas emergentes contra el dólar o la soja cerca de los USD 300 por tonelada son datos concatenados y que de un modo u otro ponen límites a la proyección de la economía argentina para 2016.

En ese contexto, el índice Merval de acciones líderes de la Bolsa de Buenos Aires, que quedó en 10.020 puntos este viernes, acumula una pérdida de 29,3% desde el 20 de noviembre del año pasado, cuando alcanzó su máximo histórico de 14.173 puntos medido en pesos. Medida en dólares, la pérdida es 33%, desde los 970 puntos de noviembre a los 726 puntos hoy. Aquella rueda de negocios fue la última antes del ballotage del 22 de noviembre, que consagró presidente a Mauricio Macri, el candidato de Cambiemos que puso fin a 12 años y medio de gobierno del Frente para la Victoria. Aunque parezca una paradoja, el triunfo electoral del dirigente al que los agentes financieros ponderaron como más afín para el despegue bursátil cortó con la corriente alcista, sostenida en buena medida por la expectativa de cambio. Confirmado el nuevo ciclo político se pasó a una extendida toma de ganancias.

Sin embargo, la búsqueda de posiciones dolarizadas a la espera de una inminente devaluación, que se concretó luego del anuncio de la eliminación del “cepo” cambiario el 16 de diciembre, afectó a la Bolsa, aunque no benefició a los inversores, pues el salto del tipo de cambio fue inferior al previsto: el dólar paralelo, que cerró a $14,57 el último día con “cepo”, se puede adquirir hoy en bancos a 13,72 pesos.

El fuerte recorte de las cotizaciones en Bolsa disipa las apuestas por una economía en expansión este año. La baja responde también a lo que se espera en el exterior: el Dow Jones de Wall Street cayó 10% desde fines noviembre, con dudas sobre la solidez de la actividad norteamericana. La acción de YPF en Nueva York se sumergió en un canal bajista que consumió el 30% de su valor en dólares en los últimos tres meses. La petrolera estatal es la empresa más grande del país y una referencia para los fondos de inversión que quieren ingresar a la Argentina.

En el plano local, las medidas adoptadas por el Ministerio de Hacienda y Finanzas y el Banco Central en poco más de un mes tienden a la normalización de una economía minada por las incontables distorsiones que generaron los controles oficiales aplicados arbitrariamente por el gobierno anterior. Por ello, el panorama planteado por el ministro Alfonso de Prat Gay la semana pasada tuvo mucho tinte político y poco contenido técnico para prever el futuro cercano de nuestra economía.

Prat Gay resumió su objetivo en alcanzar “una convergencia gradual hacia la normalidad, atendiendo fundamentalmente a los que menos tienen, poniendo el foco en el crecimiento y ordenando el desorden que nos dejaron”. Pronosticó que la actividad tendrá un modesto crecimiento de entre 0,5 y 1 por ciento en 2016 y estimó que entre 2017 y 2019 la tasa de expansión será del orden de 4,5 por ciento. Ambas menciones dispensan optimismo si se asume  el dificultoso panorama global y los problemas domésticos. “Estos son los objetivos que nos planteamos y no es un programa”, aclaró en su extensa conferencia de prensa.

Entre otros puntos, el ministro admitió que el Gobierno impulsará la reducción “gradual” del déficit fiscal primario que demandará todo el período presidencial de Macri, para caer del actual 5,8% del PBI a un 0,3% en 2019. En el mismo sentido anticipó una disminución de la inflación del 27% anual de 2015 al 5% hacia el fin del mandato.

El ministro recordó que “el crecimiento per cápita en los últimos cuatro años ha sido casi cero” y confió en que para el segundo semestre del año “van a estar liberadas plenamente las fuerzas de creatividad, de productividad, las fuerzas del trabajo que estaban contenidas durante estos años, como para que la economía argentina crezca”. Apuntó que en el corto plazo será posible “reducir el déficit y la inflación al mismo tiempo que la economía crece”, aunque evitó consignar un desafío mayor: crecer en un mundo que se está desacelerando en forma brusca y desordenada.

Un baño de realidad para el mercado financiero

A tres meses de las elecciones presidenciales nadie puede anticipar un resultado. Analistas políticos, encuestadores y los propios candidatos conviven con el error de cálculo y la falta de certezas y, del mismo modo, los indicadores bursátiles reaccionan con una vehemencia proporcional al inasible humor de los votantes.

Es habitual que en el mercado financiero ganen más aquellos que mejor anticipan los acontecimientos. Los más arriesgados, que confían en un inminente cambio de ciclo en 2016, impulsaron el nítido avance de 36% del índice Merval en el primer semestre, un porcentaje de ganancias que multiplica por tres la inflación minorista del período y que medido por el “contado con liquidación” significa una ganancia de 25% en dólares.

La Bolsa ofició como refugio de valor en el año electoral, debido a que frente a un mercado de cambios restringido por los controles oficiales, las acciones asomaron como alternativa para defenderse de la ofensiva inflacionaria. Con enormes desequilibrios macroeconómicos, default selectivo y un PBI que no da señales de crecimiento, las compañías argentinas fueron aún excelente negocio en términos financieros, a la sombra de las expectativas de cambio que se depositaron en una eventual política “correctiva” del sucesor de Cristina Kirchner.

Pero el domingo la victoria mínima del PRO en la ciudad de Buenos Aires volvió a poner en debate si los precios alcanzados por los activos reflejan sobrecompra, y si contemplan la realidad de la economía y la política nacional, ahora con la campaña presidencial a pleno. El trasfondo de este debate es, en definitiva, la magnitud del cambio que está dispuesta a convalidar la ciudadanía con su voto el 25 de octubre, que con los últimos resultados aparenta ser más moderada y cautelosa que lo anticipado por los traders y los consultores.

Es difícil que se replique el clima de euforia de abril, cuando el Merval medido en dólares llegó a alcanzar el récord histórico de los 1.000 puntos (sobre 12.400 puntos en pesos, con un “contado con liqui” ligeramente debajo de los $12). El retroceso de 3,2% del Merval este lunes (a 11.981 unidades) y el ascenso del 2,1% del dólar implícito ($13,58 para el “liqui”) devaluaron al panel líder hasta los 883 puntos medido en moneda “dura”.

En el exterior se notó ese puntual castigo para los papeles locales. Grupo Galicia, que acumulaba en el año un alza en dólares mayor al 30%, restó de golpe un 4,5% el lunes. YPF perdió 4,3% en la jornada de Wall Street y quedó 7,1% negativo en el año, pues cayó a u$s24,59 desde los u$s26,47 del 31 de diciembre pasado, condicionada por el desplome del crudo y los condimentos locales.

En un año YPF perdió un tercio de su valor bursátil, desde los u$s36,91 por acción del 22 de julio de 2014. El título de la petrolera estatal es el activo nacional por excelencia al representar a la compañía más grande del país, muy líquido en el mercado local y Wall Street, y una tenencia obligada para los fondos de inversión que buscan estar “comprados” en valor argentino.

La otra cara de esta renovada incertidumbre inversora queda explícita en la evolución del dólar. El mencionado “contado con liquidación”, que se obtiene al dividir el precio en pesos de los activos por su cotización en dólares en el exterior, avanzó casi 6% en tres semanas y ahora, a $13,58, está 16,5% más caro que a fin de 2014.

En el circuito formal, con férreo control del Banco Central en la plaza mayorista y de la AFIP para la venta minorista, registra un incremento de 7% en 2015. El monitoreo oficial, que incluye la inyección récord de divisas para atesoramiento, fue un dique de contención para el dólar paralelo. Pero la anestesia para el “blue” está perdiendo eficacia: avanzó más de 2% el lunes y alcanzó su máximo valor del año a 14,55 pesos. Si bien en julio el billete informal subió casi 9%, en lo que va de 2015 apenas suma 3,6% y está lejos igualar la tasa de inflación, por cuanto es factible que le quede recorrido alcista en la medida que se aproximen los comicios más trascendentes para la Argentina en más de 12 años.

El Merval petrolero quiebra todos los récords

Después de rendimientos espectaculares en los últimos dos años, la Bolsa porteña continúa cosechando ganancias. Los analistas financieros destacan que el mercado accionario argentino está motivado por expectativas de cambio en el manejo de la economía después de las elecciones, con políticas que facilitarán el ingreso de capitales al país y alimentarán en forma directa o indirecta la operatoria bursátil.

En este pronunciado repunte de precios, el índice Merval ostenta en estos días marcas históricas muy altas, pues además de los registros nominales en pesos en torno a los 12.000 puntos (próximos al máximo de 12.593 puntos del 23 de septiembre de 2014), el panel que replica el comportamiento de las cotizantes más negociadas quebró barreras en la medición en dólares.

Las marcas máximas se dieron a principios de 1992, cuando el Merval alcanzó los 900 puntos (en pesos y dólares a la par, durante la convertibilidad), y el 20 de enero de 2011, cuando tocó los 920 puntos en dólares (3.664 puntos en la medición en pesos, divididos por un dólar de $3,983). Esta proyección fue claramente superada en 2015: al día de hoy es de 988 puntos (11.920 puntos de Merval divididos por un dólar “contado con liquidación” de $12,06).

Hay variadas razones para esta ganancia. Coincidieron en los últimos días una nueva composición del panel líder, con predominio petrolero, el retroceso reciente del dólar frente a otras divisas como el real brasileño y el euro, la depreciación real del dólar en la Argentina (subió menos que la inflación) y, por supuesto, las expectativas pro-mercado que se depositan en la próxima administración.

Hace tiempo que la Bolsa gana la carrera inversora: en 2013 el Merval trepó 89% en pesos y 42% en dólares (comparado con el “blue”), mientras que en 2014 ascendió 59% en pesos, un 20% más que el dólar informal. En el corriente año, el índice Merval lleva ganado en promedio un 38,9% en pesos y un 35% en dólares, debido a la lentitud con la que sube la divisa en el mercado mayorista, bajo intervención del Banco Central. En el breve recorrido de 2015, el dólar mayorista avanzó un exiguo 3,7%, de 8,5525 a 8,8675 pesos.

Corrimiento hacia acciones más retrasadas

En la plaza bursátil se detectó en la última semana un importante movimiento de fondos que inclinó los precios entre sectores. Mientras que los títulos de los bancos registraron bajas, aquellos ligados al petróleo subieron con fuerza, por el arrastre de la recuperación del precio del crudo. Las acciones de Grupo Financiero Galicia, Banco Macro y Banco Francés habían tomado ventaja en el rally alcista, pues la valuación bursátil de los bancos se fortaleció con el alza de los bonos soberanos. En las últimas semanas, de la mano de la apreciación del petróleo, fueron las acciones del sector energético las predilectas de los fondos de inversión y los bancos cedieron posiciones.

En el primer trimestre de 2015 las entidades financieras fueron activos “estrella” del mercado. Grupo Financiero Galicia ganó en pesos 56,7% (de 18,50 a 29 pesos); Banco Macro, un 49,3% (de 49,50 a 69,95 pesos), mientras que Banco Francés sumó 52,2% (de 53,20 a 81,50 pesos). En ese mismo lapso, las principales empresas cotizantes ligadas al rubro petrolero brindaron resultados muy pobres: Petrobras restó 15,8% (de 44,10 a 37,15 pesos); YPF avanzó 5,2% (de 315 a 331,50 pesos), mientras que Tenaris resignó un 6,2% (de 182 a 169,80 pesos). Impactó a su vez en Petrobras y Tenaris la caída del real y el euro, respectivamente.

La recuperación del barril de petróleo en las últimas semanas apoyó el salto ganador del Merval, que desde abril se perfiló como un panel petrolero: entre Petrobras Brasil (22,63%), YPF (19,25%) y Tenaris (10,99%) concentran el 53% de la ponderación del indicador de referencia de la Bolsa.

En el último mes, desde el 17 de marzo pasado, el barril de Texas ascendió en Nueva York un 28 por ciento. En ese período, Petrobras Brasil ganó 60,3% (de 32,60 a 52,25 pesos), YPF avanzó 7,1% (de 337,50 a 361,50 pesos) y Tenaris subió 19,4% (de 159,95 a 191 pesos). Para los bancos el escenario se revirtió: Grupo Galicia cayó 13,8% (de 30,90 a 26,65 pesos); Banco Macro perdió 16,2% (78,80 a 66 pesos) y Banco Francés cedió 9,9% (de 90,50 a 81,50 pesos).

En la Bolsa de Comercio también los volúmenes operados en acciones tuvieron un crecimiento por encima de los 300 millones de pesos diarios, que dan consistencia a este cambio de portafolios. También incide en el reposicionamiento de carteras la búsqueda de activos respaldados en moneda extranjera, ante las dudas que genera un peso sostenido por intervenciones oficiales, en una coyuntura de inflación en torno al 30% anual.

La salida del “riesgo argentino” se cursó en las últimas jornadas a través de Petrobras y Tenaris, muy utilizadas para fugar capitales a través de la operatoria “contado con liquidación”. Ambas cotizantes son extranjeras, una con sede en Brasil y la otra en Luxemburgo, motivo por el cual están sujetas a la evolución de las divisas de aquellos países, el real y el euro, respectivamente. Esta condición es considerada como una cobertura ante vaivenes locales en un año de recambio presidencial, más cuando se especula con una fuerte devaluación del peso en los próximos meses.

De todos modos hay que enfatizar el “riesgo externo” para estos papeles, por la variación de precios de las divisas internacionales, la imprevisibilidad de los precios del petróleo y la inestabilidad política. En Brasil se desconoce aún el alcance que tendrá la investigación del escándalo por corrupción en Petrobras. De hecho, esta acción, uno de los ADR más negociados en el mundo, rebotó en marzo desde sus valores más bajos en 12 años. La estatal brasileña adelantó que planea recortar sus inversiones un 20% en su plan de negocios para 2015-2019. También se espera con suma tensión el balance auditado de la compañía, previsto para el 22 de abril, una fecha “bisagra” que puede dar nuevo impulso a los negocios bursátiles o detonar una decidida toma de beneficios.

El derrape del crudo no redujo el déficit energético

Este mes el Banco Central difundió su informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario de 2014, en el que señala que el déficit comercial del rubro energético se incrementó 25% frente a 2013 y superó los u$s8.000 millones, en un nuevo récord.

En las cuentas del Central, el rojo comercial por energía ascendió a u$s8.131 millones, producto de exportaciones por u$s5.292 millones –con una caída interanual de 11%- e importaciones por u$s13.423 millones, un 8,1% más que en 2013. En un contexto de restricciones para operar divisas en el país, esta cifra cobra mayor magnitud cuando se recuerda que hasta 2010 Argentina tuvo superávit energético.

Con precios internacionales más elevados, en 2013 el déficit sectorial fue de u$s6.478 millones, según el ente monetario. La Argentina no pudo capitalizar plenamente la debacle de los hidrocarburos: desde los u$s107,26 por barril que cotizó el petróleo de Texas el 20 de junio de 2014, su valor se redujo prácticamente a la mitad en el segundo semestre. Este viernes el barril finalizó a u$s50,34 en Nueva York y a u$s60,22 en Londres para la variedad Brent.

En el saldo final del año, esta caída no fue suficiente para equilibrar las cuentas comerciales de la Argentina en este ítem y, probablemente, será recién en 2015 cuando la economía local podrá beneficiarse de los bajos precios del crudo, en tanto éstos se conserven estables. Sin embargo este abaratamiento de la energía es el principal escollo para reducir el déficit, pues desactiva los planes de inversión para desarrollar campos de gas y petróleo en el país, en particular del yacimiento no convencional de Vaca Muerta.

La baja del crudo se percibió levemente en el tercer trimestre del año pasado (-7% interanual) y con más contundencia en el período octubre-diciembre, pues “durante el cuarto trimestre de 2014 las distintas empresas vinculadas al sector energético registraron pagos de importaciones 20% menores a las realizadas el mismo trimestre del año anterior”, indica el documento del BCRA.

En 2014 la energía consumió el 22% de las divisas demandadas para las importaciones nacionales, que totalizaron u$s60.635 millones, según el Banco Central. Esto significa que hidrocarburos y electricidad se llevaron uno de cada cinco dólares destinados a compras en el exterior. “A excepción de los sectores vinculados al sector energético que registraron un aumento por unos u$s1.000 millones, el resto de los principales sectores registraron bajas interanuales en el total de pagos de importaciones”, subrayó el BCRA. Así, el peso del rojo energético se evidencia en otro dato: de las diez primeras empresas con mayores pagos de importaciones en 2014, seis correspondieron a la industria automotriz y tres al sector energía: dos petroleras y una del rubro eléctrico.

Por efecto del “impuestazo” a los autos premium y la leve recesión económica de 2014, resalta el recorte en u$s7.500 millones en compras del sector automotriz por insumos, piezas y unidades terminadas. De esta forma, el rubro energía, al contabilizar hidrocarburos y electricidad adquiridos en el exterior, desplazó a la industria automotriz como principal complejo importador de la Argentina. Las terminales locales acumularon compras por unos u$s12.000 millones el año pasado, frente a u$s19.579 millones en 2013.

El BCRA detalló que “los mayores pagos de importaciones del sector energía en 2014 se dieron en un contexto de mayores niveles de demanda. Según la información disponible en la síntesis del mercado eléctrico mayorista, informe publicado por la Secretaría de Energía, la energía demandada del sistema creció alrededor de 2% interanual en los primeros once meses de 2014. Dicho incremento se observó particularmente en el periodo marzo-julio”.

Divergencias con el INDEC

Las cifras del rojo energético registrado por el BCRA son holgadamente mayores que las difundidas por el INDEC, con una diferencia de 30,2% o 1.888 millones de dólares. El cuestionado ente estadístico informó un déficit sectorial de u$s6.243 millones en la balanza comercial energética en el acumulado de los doce meses de 2014.

Esta divergencia puede surgir por el momento en que se asientan las transacciones con el exterior, que en algunos casos se efectúan al contado y en otros se cancelan por adelantado o a plazo, aunque no deja de ser llamativa, pues en el ejercicio 2013 la brecha entre las cifras del BCRA y el INDEC no superó el 12%, entonces unos 800 millones de dólares.

La soja se acopla al retroceso del petróleo

El indicador que marcó la directriz de los mercados en los últimos meses fue sin duda el precio del petróleo. Una guerra tácita entre los países tradicionalmente productores de crudo, encabezados por Arabia Saudita, y aquellos que apostaron fuerte por el desarrollo de recursos no convencionales, como los EEUU, generó un excedente en la producción de hidrocarburos que motivó que las cotizaciones se desplomaran en forma deliberada a instancias de la OPEP.

Desde que comenzó el año, el barril de crudo en los EEUU retrocede un 14,8%, hasta los u$s46,07, un precio que no se registraba desde el 20 de abril de 2009, cuando aún golpeaba con fuerza la crisis financiera global de la década pasada. Para los gigantes del sector es un trámite duro de atravesar: Chevron, socio de YPF en Vaca Muerta, cede 5,6% en enero, y Exxon Mobil, un 3 por ciento. La brasileña Petrobras, con conflictos propios por denuncias de corrupción, se hunde 10% en enero, a u$s6,57 por acción, su precio más bajo en casi 11 años. YPF cayó aún más que sus competidores: un 11,7%, a u$s23,37 por acción. Hace tres años, antes de la estatización de la compañía más grande de la Argentina, la acción se negociaba en Wall Street a 39 dólares.

A YPF la afecta además que un fracking menos rentable archiva temporalmente los proyectos de explotación en el reservorio de Vaca Muerta en la Argentina, aún cuando abarata las importaciones de gas de las que depende el país, deficitario en materia energética. El campo neuquino requiere unos u$s150.000 millones para desarrollarse en los próximos diez años. Son inversiones de largo plazo, provistas de dólares que ingresan del exterior y que precisan la actividad en conjunto con grandes multinacionales. Los expertos consideran que un barril debajo de los u$s80 impide que la explotación de shale en Argentina sea rentable. Hace sólo seis meses se negociaba por encima de u$s100 el barril.

En la evolución del índice Merval de la Bolsa de Comercio porteña el desempeño del petróleo es también el rector del movimiento de las cotizaciones, debido a que YPF, Petrobras Brasil y Tenaris, tres compañías ligadas al rubro energético, concentran la mitad de la operatoria local en acciones. Así, un declive del crudo también arrastra a la baja al valor de los activos financieros y la valuación de las empresas nacionales.

En forma indirecta, el descenso de los precios internacionales de la energía es un factor de presión a la baja para los productos agrícolas, a través del recorte de cotizaciones de los biocombustibles. En el mismo sentido incide un fortalecimiento global del dólar, que debilita a los commodities valuados en moneda norteamericana. El mercado de granos es crucial para la Argentina por su potencial exportador: un tercio de las ventas externas del país se reduce a soja, maíz, trigo y productos derivados. Las cerealeras y la agroindustria liquidaron por exportaciones más de u$s24.000 millones en 2014.

Este lunes, el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA) adelantó que aquel país producirá 108 millones de toneladas de soja y otras 284 millones de toneladas de maíz, un volumen superior al previsto. En tanto, la producción de Brasil será de 75 millones de toneladas de maíz y 95 millones de soja. Tras este informe, que vaticina rendimientos máximos en el sur y el norte de América, los precios de la oleaginosa recortaron un abrupto 3,4%, a u$s373,32 por tonelada para los contratos a marzo. Ya en 2014, el principal producto de exportación de la Argentina había perdido un 22,4 por ciento.

Para nuestro país, el tercer mayor proveedor internacional de soja, el cuarto de maíz y uno de los más importantes exportadores de trigo, el USDA mantuvo firmes sus pronósticos para la campaña de 2014/2015. Se espera una cosecha de 55,5 millones de toneladas de soja, 22,5 millones de maíz y una zafra de 12 millones de toneladas de trigo. Argentina también es el principal exportador de harinas y aceites de soja.

El analista Manuel Alvarado Ledesma señaló en Agrositio que “al estar valuados en dólares, los granos han pasado a ser más caros para los importadores y su capacidad de compra ha disminuido”, en un marco de “sobreoferta derivada de las buenas condiciones climáticas básicamente registradas en el gran productor del mundo. Nos referimos a EEUU”. En el caso de la producción agrícola, la “sobreoferta” no es voluntaria, está expuesta a incidencias climáticas, no es un mercado “cartelizado” como el de hidrocarburos y las áreas destinadas a siembra se determinan varios meses antes, en función de las cotizaciones pasadas y las volátiles expectativas de ganancia que pueda ofrecer cada cultivo.

Como síntesis, los importantes rindes agrícolas neutralizan, por el descenso de precios, la posibilidad de expandir el ingreso de dólares por esta vía, mientras que la caída del crudo, si bien alivia la salida de divisas por el déficit energético, también restringe la llegada de fondos como inversión extranjera directa, cuando el país está ávido de financiamiento y no cuenta con acceso efectivo a los mercados de deuda.

Noticias externas obligan a asumir la dura realidad local

Desde el exterior llegaron inapelables indicadores financieros que en pocas semanas cambiaron la visión de los operadores locales, que hasta hace poco estaban aferrados a las expectativas de cambios en la política económica en 2015, ya sea antes o después de las elecciones. El mundo real se impuso a las apuestas y proyecciones. Hacia mitad del año, el quiebre de tendencia encontró explicación desde varios flancos: la certeza de una cosecha récord en los EEUU sacudió al mercado global de granos, el default selectivo en el que incurrió la Argentina tras 12 años, luego del revés en la causa promovida por los holdouts en Nueva York, y el más reciente desplome de las cotizaciones del petróleo marcaron la cancha para esta actualidad aciaga de los mercados que tiene al país como protagonista.

Las acciones líderes de la Bolsa arrancaron la semana con un derrape de 8,3% en promedio. El panel Merval cae en diciembre casi 23%, y un 39,8% desde el récord de 12.531 puntos del 12 de septiembre. Las ganancias del año, que habían superado el 130%, se desinflaron en tres meses a un 40,6%, apenas un par de puntos por encima de la inflación minorista acumulada desde enero, según el “Índice Congreso”.

Las petroleras fueron las más perjudicadas. En dólares, YPF prácticamente igualó su valor más bajo del año, alcanzado el 4 de febrero, en torno a los 22 dólares para el ADR que se negocia en Wall Street. En las últimas doce ruedas la acción de la empresa más grande de la Argentina cedió un 36% de valor, lo que representa una pérdida de casi u$s5.000 millones en su capitalización bursátil, a los actuales 8.817 millones de dólares.

En este panorama de precios arrasados impactó la caída del petróleo, que se hundió a u$s55,40 por barril en Nueva York, lo que significa un derrumbe del 44% en 2014, a valores inéditos desde el 5 de mayo de 2009. YPF también es víctima del “cepo” cambiario y el default, pues adolece de financiamiento externo para sus ambiciosos proyectos de desarrollo de campos no convencionales en Vaca Muerta, cuya rentabilidad a estos precios del crudo está en duda, al menos para el corto plazo. También se posterga el desembarco de importantes multinacionales del rubro energético, que se manifestaron dispuestas a invertir y aportar tecnología imprescindible para el éxito de esta explotación.

“Lo que estamos viendo es una caída generalizada en los commodities, con fuerte retracción en lo que es petróleo, en donde hay una especie de guerra fría en la que Rusia y Venezuela son los principales damnificados: el rublo se está depreciando a pasos agigantados”, subrayó Marcelo Trovato, de Pronóstico Bursátil. El analista añadió que “en Brasil no sólo Petrobras es el problema, sino que papeles como Vale o Gerdau SA o Companhia Siderurgica Nacional siguen sufriendo la caída producto de la depreciación del real”.

En 2014, la Bolsa porteña había acelerado las ganancias de la mano de la dolarización de carteras. La compra de acciones y bonos argentinos con pesos en la plaza local posibilitaba hacerse de divisas al liquidarlos en dólares en mercados del exterior. La escalada asombrosa del Merval no fue motorizada por genuinas posiciones inversoras, a la espera de futuras ganancias corporativas. La realidad dicta que la presente es una economía recesiva, que orada los balances, principal fundamento para empinar las cotizaciones. Y en 2015 tampoco se prevé crecimiento para el PBI con la persistencia de las restricciones al dólar.

En otros períodos de la historia reciente se demostró que el valor de las acciones acompañó e incluso superó al ritmo de devaluación. Esta expectativa fue desactivada por el incremento de las reservas del Banco Central, a través de maniobras contables como el swap con China y préstamos de otros bancos centrales, y el bloqueo del juez Griesa a los pagos de bonos Par y Discount. Sólo por estas cuestiones coyunturales se encuentran casi al mismo nivel que en enero, por encima de los 30.000 millones de dólares.

Finalmente, los agentes bursátiles tuvieron que dejar de lado su reticencia a transferir a precios el pertinaz default selectivo, ya convencidos de que la voluntad política del kirchnerismo amenaza con extenderlo más allá de enero, cuando vencerá la cláusula RUFO.

Otro llamado de atención desde los mercados internacionales vino por la soja y sus derivados industriales, los principales productos de exportación nacionales y los que posibilitan el ingreso de dólares comerciales a la economía. Desde los u$s451,23 por tonelada que cotizaba el 29 de junio, la oleaginosa cedió un 15,4 por ciento. Asimismo, resignó 31,6% desde el máximo del año (u$s558 por tonelada) del 16 de abril pasado.

El experto Manuel Alvarado Ledesma indicó que “la excelente evolución de la siembra en la Argentina y el desarrollo de los cultivos en Brasil, Bolivia y Paraguay generan expectativas depresoras sobre los valores”, por lo que el recorte en el flujo de divisas se mantendría en 2015. Sin embargo, en su análisis para Agrositio no descarta que la baja en los precios de la energía mejore la capacidad financiera de los países importadores de granos y sustente la demanda, como un piso para el rebote de las cotizaciones.

El economista Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso, dijo a InfobaeTV que “este año la caída del nivel de PBI va a ser de algo más del 2% y la inflación va a estar rondando a finales del 2014 un 40%”, una estimación desfavorable que ya se está descontando en el circuito financiero.  “Para el año que viene lo que estamos viendo es que aún con un arreglo con los holdouts está la probabilidad de una caída del PBI más alta incluso que la del 2014. Eso porque, a nuestro juicio, la principal razón de la caída del PBI, que viene desde finales del año pasado, no tiene tanto que ver con esta incertidumbre de los holdouts, si no con el impacto del ‘cepo’ sobre los sectores productivos”, evaluó Abram.

Argentina quedó en medio del fuego cruzado por el petróleo

La pulseada por el precio del petróleo involucra a la economía argentina en una disputa imprevista. El retroceso de las cotizaciones obedece a una paulatina apreciación del dólar que impacta en todos los commodities que cotizan en esa moneda y que tiene un agregado de peso en el desarrollo de campos no convencionales en los EEUU, un fundamento que alteró el mercado global de la energía.

El país norteamericano aportó un año atrás la noticia más relevante para las finanzas internacionales: el restablecimiento del superávit energético en su suelo después de dos décadas. Ahora ese reequilibrio en la balanza comercial del rubro petrolero se observa con toda su fuerza: en cinco meses el barril perdió un tercio de su valor. El crudo ligero de Texas recortó un 36% desde los u$s107,26 del 20 de junio a los u$s66,15, en la actualidad, el precio más bajo desde septiembre de 2009.

Esta caída también se registró en otras materias primas, como la soja, que desde los u$s451,23 por tonelada que cotizaba el 29 de junio pasado cedió un 17%, a 373,32 dólares. Desde el máximo del año, a u$s558 por tonelada el 16 de abril pasado, la caída de la soja se amplía a 33 por ciento. Este comportamiento se rige por el avance del dólar frente a otras monedas y las expectativas porque la Reserva Federal decida un incremento de las tasas de referencia en 2015. La visión de un fortalecimiento más pronunciado del billete verde se descuenta en las plazas financieras.

Por eso se erige un frente de tormenta para las materias primas. Los países que integran el club de los grandes exportadores de petróleo, la OPEP, discutieron el futuro de un sector que es la matriz de sus respectivas economías. En los extremos se encuentran Arabia Saudita y Venezuela. El primero es el principal abastecedor global de crudo y apoya el sostenimiento de la oferta aún con precios en baja, para desalentar las explotaciones no convencionales, “shale oil” y “shale gas”, que asoman como una competencia peligrosa. El segundo padece una vital pérdida de ingresos, en un presente recesivo de elevada inflación, caída de reservas y necesidad de divisas para sostener las importaciones. Los árabes ganaron el debate e impusieron su postura: mantener la hegemonía del mercado a cambio de perder rentabilidad.

Germán Fermo, experto de MacroFinance, refiere que “la historia para mercados emergentes sigue siendo razonablemente favorable, pero ya no vamos a ver los máximos que vimos en el lustro anterior en commodities y por lo tanto un gran motor de crecimiento y auge, de a poco, se está empezando a apagar”. Anticipa además que “los próximos años van a ser más desafiantes para estas economías. Lo bueno sería que este cambio de precios relativos sea lento, de forma que le dé al equilibrio general la chance de ajustarse”.

Con este esquema de precios, la Argentina tiene un diagnóstico ambiguo: en el corto plazo se beneficia de una energía más barata, por su déficit comercial en este segmento; a largo plazo, queda comprometida la rentabilidad de futuras inversiones en el megayacimiento no convencional de Vaca Muerta, debido a que el proceso de “fracking” es mucho más caro que la explotación de hidrocarburos convencionales. Los analistas sitúan en u$s80 por barril de crudo el umbral que hace rentable al “shale”.

El jefe de Gabinete Jorge Capitanich negó que la baja en el valor del petróleo afecte la inversión en Vaca Muerta: “YPF, en forma directa o asociada, ha generado una eficiencia y productividad de cada peso invertido, con el objeto de disminuir el costo de explotación de cada pozo”. Pero la realidad marca que los fundamentos técnicos son ajenos a la voluntad política.

Ariel Squeo, analista de ICB Argentina, indica que “de forma análoga, el precio en baja complica los planes de YPF en Vaca Muerta. Sin embargo, la diferencia con lo anterior es que en Argentina la estrategia de mediano y largo plazo se ve opacada con las necesidades inmediatas, es decir, necesidades de dólares, inversiones y un Gobierno controlante que enfrenta el año que viene elecciones a nivel nacional”.

Por ahora, las acciones de YPF soportaron con bastante dignidad los avatares de la economía local y las vapuleadas cotizaciones internacionales. En Nueva York, los ADR de la compañía insignia de la Argentina en el exterior se sostienen en los u$s33 con que empezaron el 2014 y ceden solo 1,4% desde que el crudo inició su desliz bajista el 20 de junio.

“Para la proyección del precio del petróleo hacia delante, sugiero observar el comportamiento entre el rango de 70 y 65 dólares. En principio, podría resultar como un soporte y piso de corto plazo en función al nivel de precio que operó durante mitad del año 2009 y 2010; desde ahí, armar una estrategia ‘long’ en el commodity, como así también en acciones correlacionadas, como Tenaris. En el caso contrario, el quiebre del nivel anterior generaría un evento bastante negativo, dejando abierta la puerta a una caída sin pisos concretos y habilitando incluso la zona de 50 dólares”, advierte Ariel Squeo.

Default selectivo: qué nos dice el precio del dólar

Los mercados financieros empezaron a reaccionar a la evidencia de que un “default selectivo” puede ser más prolongado que lo previsto, ante la indefinición del conflicto judicial con los holdouts en los EEUU. El primer movimiento fue el de un progresivo posicionamiento inversor hacia el dólar o bien hacia activos respaldados en divisas, como algunos títulos públicos y acciones puntuales.

Esto significa que entre los agentes bursátiles, inversores institucionales y empresas creció la expectativa de una mayor devaluación frente a la restricción externa que profundiza la cesación de pagos, y que se manifiesta primero en el mercado paralelo y luego en el precio de los activos financieros argentinos -dentro y fuera del país-, antes que en el dólar oficial. Desde el fin de julio éste sumó sólo 0,8% en la cotización mayorista, de $8,215 a 8,2825 pesos. El dólar informal ganó 4,1% en las dos semanas de agosto, desde los $12,70 a los actuales $13,22, en un nuevo máximo.

El viernes, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich rechazó que se deba tomar al dólar paralelo como un índice de la economía, porque la evolución de su precio “es una maniobra de carácter especulativo”. Con lógica argumentó que “lo que se dice popularmente como dólar blue o ilegal es una manipulación de un puñado de especuladores. Es absolutamente no transparente”. Y es cierto, el “blue” no sería referencia de mercado si no existieran las restricciones oficiales. Con el “cepo” vigente, subió la demanda por el billete paralelo o, al menos, el interés del público por conocer su valor, aunque por eso no deja de ser un  indicador manipulable por pocos actores, parcial y a veces irrelevante para evaluar la salud de una economía.

El jefe de ministros también afirmó que los medios de comunicación deberían tener “una responsabilidad de carácter social” y “garantizar la máxima transparencia: quién vende, qué cantidad y a qué precio”. Claro que al ser un mercado negro es imposible establecer con rigor los montos operados; respecto de los precios, que sí se publican a diario desde que el Gobierno fijó restricciones cambiarias, basta caminar por la peatonal Florida para registrar el asedio de vendedores que a viva voz ofrecen la divisa a cualquier transeúnte. No hace falta ser periodista, agente encubierto ni funcionario de rango para advertirlo y averiguar los precios, con la precisión de subas y bajas intradiarias.

Por eso es importante tener en cuenta un contundente dato: el dólar subió en todas sus variantes, además del “blue”, que no es un fenómeno aislado. Por ejemplo, el tipo de cambio que deviene de las operaciones bursátiles trepa en agosto un 18,1%, según el “contado con liquidación”, mucho más que el dólar informal. Es decir que a través de estos negocios legales y registrados ya se convalida un dólar a $11,73, desde los $9,93 en que concluyó el mes pasado.

“Contado con liqui”, dólar “bolsa” y dólar “ahorro”

El “contado con liqui” es un tipo de cambio que deviene de la compra de activos argentinos en el mercado local (en pesos) para venderlos luego fuera del país (en dólares) y hacerse de divisas, que quedan depositadas fuera del país. Es una operación legal de fuga de capitales que no representa pérdida de reservas del Banco Central, pues se trata de una transferencia de activos y no de divisas del sistema financiero local al exterior.

Hay acciones cuyas cotizaciones en pesos subieron fuerte, puesto que se trata de compañías con negocios básicamente fuera de la Argentina, aunque se transan en el recinto bursátil local. El ADR de Tenaris en Wall Street apenas varió entre el 31 de julio y el 15 de agosto (de u$s42,99 a u$s42,97), sin embargo, la persistente demanda por este título como posición “dolarizada” empujó a un alza de 17,2% en pesos en el Merval (de $215 a $252) y el “contado con liqui” a través de este título aumentó en la misma proporción, a 11,73 pesos.

Otra acción que permite cubrirse de la debilidad del peso argentino es la de Petrobras Brasil. En Wall Street subió en 15 días de 15,94 a 16,51 dólares (por lámina de dos acciones), mientras que en la Bolsa porteña registró una espectacular ganancia de 20,5%, de 79,90 a 96,30 pesos el viernes. El “contado con liqui” por esta especie se ubica en 11,67 pesos.

En compañías ligadas al “riesgo argentino”, por concentrar sus negocios dentro del país, el “contado con liqui” mostró un tipo de cambio similiar, pero por el doble efecto de una baja de precios en dólares y un ascenso más atenuado de las cotizaciones en pesos.

Así, en estas dos semanas, YPF cayó en Wall Street de u$s35,38 a u$s32,15, mientras que en el Merval avanzó de $353 a $376, para alcanzar un dólar financiero de 11,70 pesos. En el caso de Grupo Financiero Galicia, su ADR cayó en Nueva York de u$s16,12 a u$s12,92 (por lámina de diez acciones), mientras que en Buenos Aires cedió de 15,85 a 15,10 pesos, para marcar un “liqui” de 11,69 pesos.

Con un “contado con liqui” equivalente, en lo que va del mes, Tenaris quedó estable en dólares y Petrobras Brasil ganó un 3,6 por ciento. Grupo Galicia, en cambio, resignó 4,7% en dólares e YPF perdió un 9,1 por ciento. El contraste en el recorrido de los precios grafica el arbitraje de papeles, desde aquellos más expuestos a los vaivenes de la economía local a los que están menos influidos por éstos.

Emparentado con el “liqui” está el dólar “bolsa” o MEP (Medio Electrónico de Pagos), por el cual se compran en la Bolsa activos en pesos y, luego de un período no menor a 72 horas, se los vende en dólares, pero se los deposita dentro del sistema financiero local. Hacerse de dólares legales dentro del país es más caro, pues las acciones y bonos son valuados por esta operatoria a un precio mucho menor -en moneda dura- que con el “liqui”.

Si tomamos la cotización del título Bonar X, éste se negociaba el 31 de julio a $935 (AA17) y la misma especie en dólares a u$s82 (AA17D) en la Bolsa local, lo que dejaba un dólar implícito de 11,40 pesos. Este viernes, el Bonar X en pesos se negoció al cierre a $1.037, mientras que la especie en dólares se pactó a u$s79,80, que dejó un dólar “bolsa” de 12,99 pesos.

Desde que comenzó el “default selectivo”, este tipo de cambio subió 13,9%; sólo en la semana pasada, el salto del dólar MEP fue de 9,2 por ciento. Esto significa que muchos inversores están dispuestos a convalidar un dólar formal cercano a $13 para transformar sus pesos en moneda dura.

También los minoristas buscaron refugio en la divisa. Promediando agosto, la AFIP informó ventas para atesoramiento por u$s178,4 millones en el mes, que ya es el segundo en cuanto montos efectivizados. Faltando aún dos semanas para el cierre de agosto, está a menos de u$s30 millones del máximo de u$s205,7 millones vendidos en julio. El dólar “ahorro” ya se vende a 10 pesos, al sumarle a los $8,339 (promedio de venta al público, según el BCRA) el 20% del régimen de percepción para estas operaciones en el caso en que los dólares se retiren de la cuenta antes de transcurrido un año.

El mercado financiero se adelanta a la economía real

El primer trimestre del año dejó un cúmulo de datos financieros mixtos, que analizados en detalle permiten anticipar un panorama más auspicioso para la Argentina en el segundo trimestre del año y aún hacia el cierre de 2014, sin que esta evaluación oculte que la actividad económica sigue en “señal de ajuste”.

El mercado cambiario genera noticias inquietantes, aunque analizar los indicadores argentinos desde la perspectiva del dólar puede decir más del pasado que del futuro. Hacerlo en base a la evolución de la cotización de los activos, en cambio, ayuda a anticipar el curso que tomará la economía, si bien esta perspectiva está sujeta a la volatilidad de las expectativas de los agentes bursátiles.

Del lado negativo del balance, las reservas del Banco Central perdieron un preocupante 12% en el primer trimestre del año y quedaron debajo de los u$s27.000 millones, según datos definitivos de la entidad al 27 de marzo. Los u$s3.660 millones que se evaporaron del activo representan el monto más elevado desde los u$s6.528 millones del primer trimestre de 2006, cuando se efectuó la cancelación total de la deuda con el FMI. Claro que entonces las reservas se encontraban en una firme progresión alcista que permitió recuperar el terreno perdido en apenas 10 meses, mientras que hoy un escenario optimista se confirmaría con frenar la sangría de divisas hasta diciembre.

El piso para las reservas puede estar cerca, después de que se redujeran prácticamente a la mitad (-48,8%) desde el récord de enero de 2011 (u$s52.654 millones). Las liquidaciones de exportaciones del agro en el segundo trimestre, más los u$s3.500 millones que eventualmente no se destinarán al pago del Cupón PBI, ayudarán a compensar la salida de divisas por importaciones de energía y del rubro industrial. También lo harán los dólares que ingresarán por la colocación de obligaciones negociables de YPF y préstamos del BID y el Banco Mundial, entre otros conceptos.

El giro de política económica del Gobierno fue contundente e incluyó el acuerdo con Repsol, las tratativas con el Club de París, la aceptación de pago a empresas litigantes ante el CIADI, el acercamiento al FMI y el sinceramiento de las estadísticas oficiales. Si bien la mejora del perfil financiero de la Argentina no necesariamente se advertirá a la vez en la economía real, golpeada por el estancamiento, la inflación, la devaluación y el ajuste –que aún recae sobre el sector privado más que en el público-, puede anticipar un panorama favorable en próximos meses.

Claudio Zuchovicki, gerente de Desarrollo de Mercado de Capitales de la Bolsa de Comercio, destaca que “es la primera vez que el ajuste lo hace el Gobierno saliente” y no una administración que recién llega al poder. Este cambio refuerza las apuestas bursátiles por un repunte a partir de 2015 en la actividad en general y en los activos locales en particular. Para Jorge Fedio, experto de Clave Bursátil, “la Bolsa festejó que algo de caja queda y, mucho más, que comienzan a visualizarse cambios que lucen serios. Son por los que la Bolsa apuesta: cambios en este Gobierno para que termine lo mejor posible y también cambios para los que pretendan tomar el gobierno después de Cristina”.

Entre enero y marzo, las acciones del Merval subieron 18,2% en promedio, el doble que el dólar libre (+7,6%). Le ganaron a la inflación y se aproximaron al incremento del dólar oficial (+22,7%), fortalecido éste por la devaluación de enero, la mayor en doce años. En tres meses, Grupo Galicia acumuló un alza de 29,7% en pesos -en el Merval- y de 17,8% en dólares -en Wall Street-. Telecom ganó 20,2 y 10,6 por ciento, respectivamente, y Tenaris subió 16,3% en pesos y 1,3% en dólares. Germán Fermo, titular de MacroFinance y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella, anticipó “un rally voluptuoso para la Argentina, que creo que en estos días lo empezamos a ver”.

YPF, la compañía más grande del país, avanzó un magro 6,4% en el Merval y cayó 4% en Nueva York. No obstante, habrá que seguir de cerca este papel, que desde ahora pasa a tener la mayor ponderación del panel líder, pues la captación de dólares para inversiones en Vaca Muerta, el incremento del precio de los combustibles y el decidido respaldo oficial con el que cuenta por su participación estatal van a darle un importante impulso a la empresa que preside Miguel Galuccio, que asume el rol protagónico en la batalla contra el déficit energético.

Otro ítem que dará aire a las cuentas públicas es el precio de la soja, en su nivel más alto en seis meses y medio, a u$s537 por tonelada para los contratos a mayo. De la mano de una esperada cosecha récord en la campaña que finaliza en junio, la oleaginosa y sus derivados hacen un doble aporte: ingresan dólares por exportaciones a las arcas del BCRA y contribuyen al fisco con las retenciones.

Los títulos públicos soportaron el arrastre negativo por la improbabilidad de pago del Cupón PBI este año: el precio en dólares del Bonar X subió 5,8% en marzo, igual que el Global 17, mientras que el Boden 2015 cedió un mínimo 1,4% mensual. Al riesgo país argentino, es decir la sobretasa que pagan los títulos soberanos nacionales en comparación a sus pares de los EEUU, le falta recorrido bajista: está cerca de sus nivel más bajo del año, en 800 puntos básicos, aunque aún es el más elevado de la región detrás de Venezuela.

El acuerdo por YPF se festeja más en Madrid

Tanto el Gobierno argentino como la española Repsol presentaron como un éxito el acuerdo de compensación por la estatización del 51% de las acciones de YPF, después de dos años de desgastadora pulseada por la valuación y forma de pago de los activos de la empresa más grande de la Argentina.

A dos años vista, cuando la estatización ya era anticipada por los operadores bursátiles, el deterioro de valor fue parejo para ambas petroleras: Repsol cotiza aún 10% menos que en febrero de 2012 e YPF perdió 14%, cuando el promedio Dow Jones de Industriales despegó un 24% en ese lapso. Este martes, una vez conocidos los detalles del convenio, el mercado financiero dio su veredicto: mientras que las acciones de Repsol en Wall Street treparon un 3,3%, las de YPF resignaron 3,5 por ciento.

¿Qué evaluaron los agentes financieros? En principio, Repsol contabilizará en su activo los u$s5.000 millones en bonos, que transformará en líquidos en el corto plazo. Aunque estas ventas inundarán la plaza de títulos soberanos argentinos y deprimirán sus precios, la española obtuvo garantías para que el Estado argentino entregue, de ser necesario, más bonos y que el total del resarcimiento no sea menor a los u$s4.670 millones al hacerse efectivos.

Según trascendió desde la propia Repsol, estos fondos liberados por el acuerdo se destinarán a comprar nuevos activos, preferentemente en América del Norte, que permitirán incrementar la producción y las reservas de hidrocarburos de la compañía, todavía impactada por la pérdida de su filial argentina. Un enorme espaldarazo, en el que también podrían sumarse en el futuro otros u$s6.800 millones por el 12% de acciones que aún conserva en YPF y el 30% que participa en la española Gas Natural Fenosa. El presidente de Repsol, Antonio Brufau, no ahorró calificativos para referirse a la “solución amigable” con el gobierno argentino, que dejó a accionistas y directivos “muy satisfechos” y a la petrolera que representa frente a “una nueva etapa más potente desde un punto de vista financiero”.

Del lado argentino, los operadores de mercado advierten que los bonos Bonar X, Discount 33 y Bonar 2024 podrían sufrir un cuantioso descuento por la liquidación de Repsol. En el caso del Bonar 2024, se trata de una nueva emisión por u$s3.250 millones, que podría ampliarse en otros u$s300 millones, que integran el paquete complementario por hasta u$s1.000 millones ofrecido a la petrolera europea como garantía.

Esta nueva deuda en dólares a diez años por unos 3.500 millones saldrá al mercado con una tasa de 8,75% anual, por lo tanto, las amortizaciones por capital y vencimientos ascenderán a casi u$s7.000 millones pagaderos a lo largo de la próxima década. Todo el paquete de títulos públicos completará un desembolso cercano a los u$s10.000 millones en 20 años. El acuerdo deberá ser ratificado por el Congreso argentino para que quede asentado el reconocimiento oficial del pasivo y su garantía de pago. “Dados los extensos plazos de los bonos que se van a emitir, ya que algunos se pagarán hasta 2033, su impacto trascenderá por mucho al actual gobierno”, apuntó el diputado de la UCR Mario Negri.

En el Gobierno enfatizan el saldo positivo que deja la solución de esta controversia. Se abrirá la compañía a más capitales privados, como los de Chevron, sin temor a los litigios internacionales con que había amenazado Repsol. “Las inversiones en hidrocarburos están paralizadas a la espera de un cambio en el frente político a partir de 2015. Lo único que se mueve es YPF, por el respaldo del Estado y la voluntad del Gobierno para su desarrollo”, comentó un ingeniero de una petrolera norteamericana que opera en el país.

En junio de 2012, el CEO de YPF, Miguel Galluccio, anunció un plan de desarrollo de u$s35.000 millones hasta 2017, a razón de u$s7.000 millones al año. Con el transcurrir de los meses, aquel plan prometedor se fue diluyendo con la misma velocidad con la que descendió el nivel de reservas del Banco Central, cuyas divisas se utilizan para pagar las importaciones de energía. El déficit en esta materia continuará en los próximos años, pero al destrabarse inversiones de las petroleras extranjeras -en una actividad de alto riesgo que demanda miles de millones de dólares al año y tecnología de punta de los que Argentina carece-, la explotación del yacimiento no convencional de Vaca Muerta, clave para el futuro energético nacional, empezará a ser una realidad.

El fin de este capítulo también cierra un frente de conflicto externo y da una señal muy fuerte para encarar otros, como los que se mantienen con el Club de París y los “holdouts”, los principales obstáculos para que Argentina regrese al mercado internacionales de crédito a tasas razonables y solucione la restricción de dólares que ahoga el crecimiento de la economía.