Un plan oficial para degradar a la universidad pública

Este jueves 12 de mayo se realizará una gran marcha en defensa de la educación y de la universidad pública, que por primera vez en años reunirá a la casi totalidad de sindicatos docentes y federaciones estudiantiles. La movilización, a la que concurrirán docentes y estudiantes de todo el país, estuvo promovida por la Asociación Gremial Docente de la UBA y la Federación Universitaria de Buenos Aires, que la semana anterior protagonizamos centenares de clases públicas, asambleas y cortes por el salario docente, el presupuesto y el boleto.

El principal sindicato docente del país, la Conadu Histórica, reclama un 45% de aumento. Se debe tener en cuenta que los docentes universitarios acumulan varios años de paritarias a la baja. Las últimas fueron firmadas por el gobierno de Cristina Kirchner y las burocracias sindicales por 16 meses. Esta política de desvalorización del salario fue ratificada por los funcionarios del gobierno de Macri, que ofertaron un 21% en dos cuotas para todo 2016, cuando la proyección anual de la inflación supera los 40 puntos.

Los 500 millones anunciados por Macri la semana pasada contentaron a varios rectores pero están muy lejos de resolver los problemas de la universidad. A duras penas se debate si alcanzarán o no para pagar la luz. La cifra, celebrada con bombos y platillos, es inferior al 1% del presupuesto universitario. Los aumentos de precios y tarifas sirvieron para hacer estallar una situación que era ya de por sí crítica. El presupuesto diseñado por Axel Kicillof y Cristina Kirchner, que ahora aplica el macrismo, no contempla, por ejemplo, el pago para los miles docentes ad honorem, que solo en la UBA son más de 20.000.

Las autoridades hacen frente a esta realidad con una política de “auto-ajuste” hacia el interior de las universidades. El famoso “presupuesto 0″ aprobado por el rector Alberto Barbieri ya está implicando la paralización de las obras, el congelamiento de becas y la reducción del financiamiento para investigación. Barbieri, que se mostró “esperanzado” por los anuncios de Macri, fue candidato a ministro de Educación de Daniel Scioli. Existe un acuerdo de fondo para aplicar el ajuste y desarrollar, en contrapartida, el negocio de los llamados “recursos propios”, apelando al aumento de los posgrados y la firma de convenios con empresas.

Por el lado de los estudiantes, los aumentos de alquileres, de materiales de estudio y transporte son un cóctel expulsivo, que promueve directamente la deserción. A eso apunta el reclamo, histórico, de un boleto gratuito, que ahora se expande por todas las provincias del país. La suspensión del tarifazo en el subte de la Ciudad, por parte de la justicia, evidenció el carácter arbitrario de los aumentos. El viernes pasado, una movilización multitudinaria reclamó a la gobernadora Vidal que implemente el boleto en la provincia, cumpliendo con una ley ya aprobada por la Legislatura. La negativa oficial, como antes de la de los gobiernos kirchneristas, se funda en la defensa irrestricta de los intereses de las empresas privatizadas del transporte.

En resumen, el plan oficial es la degradación de la universidad pública, a través de la precarización de la docencia, el sometimiento del desarrollo científico a las necesidades empresariales y del impulso a una mayor deserción. Esto incluye a los rectores, que son parte del problema y no de la solución. La respuesta de docentes y estudiantes es la lucha y la movilización, que se expande de universidad en universidad. En estos días, las asambleas y clases públicas recorren los claustros universitarios. El jueves 12 una inmensa movilización llevará los reclamos al centro de poder político. La apuesta de la FUBA es unir a estudiantes y trabajadores, docentes y no docentes, para derrotar la ofensiva oficial y conquistar todas las reivindicaciones de la universidad pública.

El gobierno pactó con Barbieri para hacer más negocios a costa de la UBA

La reunión entre el flamante Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y Alberto Barbieri, entonces principal candidato al Rectorado de la UBA, adelantó el resultado de la llamada “Asamblea” del jueves 5, que quedó confirmada como una completa farsa digitada desde Casa Rosada. El gobierno se comprometió a brindar el Congreso y la Policía Federal para garantizar la llegada al sillón del rector de un verdadero exponente del desguace capitalista de la universidad. Estamos frente a una nueva violación flagrante de la autonomía universitaria y del propio estatuto que Hallú, Barbieri y los suyos juran defender, y que establece precisamente que la Asamblea Universitaria debe ser pública y sesionar en un establecimiento de la UBA. La intervención del gobierno para apadrinar a Barbieri tiene una explicación de fondo. El tándem Capitanich-Kicillof está ejecutando un plan de ajuste nacional. La aceleración de la devaluación, el naftazo para pagarle a Repsol y la negativa a otorgar un plus de fin de año o reabrir las paritarias son sólo el puntapié inicial de una agenda mucho más vasta, que apunta a conseguir el rescate del capital financiero para un “modelo” oficial que entró en bancarrota. El gobierno, con el concurso de sus “opositores” de derecha, buscan encolumnar a la UBA en la fila del ajuste, lo que sólo forzará a una mayor dependencia de la universidad respecto de las corporaciones capitalistas que vienen usufructuando los recursos científicos y tecnológicos del país en beneficio propio. La degradación de las carreras de grado para fomentar posgrados pagos, los miles de docentes ad honorem y la crisis edilicia no harán más que profundizarse.

Chau Cámpora, chau Carta Abierta

¿Cómo explicar, si no es a la luz de esta caracterización, que el gobierno apoye en la UBA al candidato “no kirchnerista”? Si bien Barbieri es un K confeso, el hasta ahora vicerrector no es más que el mascarón de proa de una alianza que incluye a Franja Morada-UNEN, el PRO y hasta pejotistas de Massa. El pacto entre Capitanich y Barbieri dejó en offside al kirchnerista Schuster, candidato de La Cámpora y Carta Abierta. La alternativa “cristinista” en la UBA implosionó socavada por su propio gobierno. No debería llamar la atención el silencio de radio de Axel Kicillof, otrora opositor a Franja Morada en Económicas, que no ha abierto la boca sobre el asunto. El acuerdo de su ‘coequiper’ con Barbieri es una palada más de tierra sobre la tumba del “relato” y zanja el balance con las agrupaciones universitarias que en el 2001 se proclamaban de la “izquierda independiente” o “antipartidaria”. Estos grupos demostraron que la ausencia de un programa concluye en un intenso carrerismo personal: sus principales dirigentes fueron cooptados por el kirchnerismo para ocupar todo tipo de cargos en el Estado. Hoy, “su” gobierno le da la derecha a Barbieri y ellos, como en el pasado, parecen dispuestos a integrarse en silencio al nuevo Rectorado.

El acuerdo en cuestión también dejó pedaleando en el vació a aquellos que soñaban con una intervención K que desplazara a Barbieri y forzara una candidatura de “consenso”. Gracias a una intensa batalla política, la Fuba rechazó las posiciones que proponían coordinar con la Cámpora y los deKanos de Carta Abierta una campaña exclusivamente “anti-Barbieri”. Quedó claro que la Casa Rosada le otorgó todas las garantías necesarias a la derecha para encumbrarse hasta la cima de la UBA. Barbieri no caerá en la UBA desde un plato volador: será el engendro más genuino de un kirchnerismo en bancarrota y en retirada.

Abajo la farsa del 5, vamos por una asamblea realmente democrática

El pacto podrido entre el gobierno y Barbieri no pasaría la prueba de ninguna asamblea estudiantil, docente o no docente. Por eso la “Asamblea” del 5/12 adquiere este carácter cuasi-clandestino, secreto, cada vez más bunkerizada. La Fuba y la gremial docente AGD-UBA redoblarán su movilización para repudiar esta “Asamblea” reaccionaria. Los consejeros del Partido Obrero haremos valer el mandato que decenas de miles de estudiantes nos dieron en las recientes elecciones, colocando a la izquierda al frente de la Fuba, la mayoría de los centros de estudiantes y como representación mayoritaria del claustro estudiantil en el Consejo Superior. Reclamaremos nuestro derecho a hacer uso de la palabra en la “Asamblea Universitaria” para denunciar que la farsa del gobierno y las camarillas debe ser disuelta y que, en oposición a ella, debe convocarse a otra asamblea, realmente democrática, que surja del voto universal, igualitario y la deliberación del conjunto de la población de la UBA. Sólo de esta forma podrán finalmente reformarse los estatutos para reorganizar la universidad sobre nuevas bases sociales, científicas, políticas y pedagógicas.