Memo interno de la Jihad Global a Cristina

Hermanos en la causa de la Jihad, que Alá esté con ustedes:

Nuestro plan de atacar a la presidente de la República Argentina ha sido expuesto. Dos eficientes comisarios porteños han alertado a la Casa Rosada al respecto (¡además del mal gusto elijen un color gay para su palacio de gobierno!). Justo cuando habíamos reordenado nuestra prioridades y definido nuestro objetivo supremo, nos han detectado. Fue inteligente dejar de lado a Ban K i-Moon, Barack Obama, David Cameron, Francois Hollande, Angela Merkel y otros dignatarios infieles y centrarnos en una de las menos relevantes figuras internacionales contemporáneas para hacerla nuestro blanco. Eso desorientó a nuestros adversarios. Lastimosamente también a muchos de los nuestros, tal como me whatsappeó el otro día el hermano Abdullah: “¿¡Y esa quién es!?”. Pero ya no funcionará: se enteraron. Y encima la propia Cristina Fernández lo ha anunciado públicamente, y nada menos que en el Vaticano y en la ONU.

Como si ella quisiera agregar ofensa a la herida inicial, su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas fue un desastre. En su recinto condenó la muerte dada por Estados Unidos a Osama Bin-Laden, fundador de Al-Qaeda con la que estamos enemistados. ¿Y por qué condenó esa muerte y no las más recientes de Abu Yousef al-Turki, líder del Frente al-Nusra en Siria, o la de Ahmed Abdi Godane, jefe de al-Shabab en Somalia? Esta hereje no debió condenar muerte alguna, sólo las vidas de nuestros nobles mártires cuentan.

Luego la señora puso en duda la veracidad de nuestros videos de decapitaciones. ¿Pueden creerlo? ¿Acaso tiene ella alguna idea del tiempo y esfuerzo que lleva capturar infieles, mantenerlos en cautiverio, eludir a las agencias de inteligencia que constantemente nos monitorean, preparar el mensaje al mundo, convocar a un verdugo que hable inglés, confeccionar el vestido naranja onda-Guantánamo, conseguir la cámara y filmar la ejecución? ¿Todo para nada? ¿Tanta inversión de energía para que la presidente argentina nos ninguneé?

¿Y que necesidad había de comparar a su nación sudaca con nuestro archienemigo en el Medio Oriente, Arabia Saudita? Esos monarcas traidores que venden petróleo a cambio de seguridad al Tío Sam y que prestan sus pilotos para que sus aviones escolten a los jets norteamericanos mientras bombardean nuestras sagradas posiciones, no deben ser modelo de país para nadie. No es que no estemos de acuerdo con los duros castigos que Ryhad impone a los homosexuales, o con la ejemplar forma en que lapida a las mujeres adúlteras, o la eficaz manera en que amputa las manos a los ladrones. No, eso está bien. Pero este pozo petrolero con bandera es socio de Occidente y ha de pagar por ello. ¡Tómenos de ejemplo a nosotros señora! Mucho de lo que usted anhela ya lo estamos implementando en partes de Siria e Irak y, si Alá quiere, en toda la región prontamente: inexistente oposición política, nula libertad de expresión, nada de medios de prensa independientes. ¿Ve?

Debo admitir que me molestó sobremanera su insistencia, ya rayana en el ridículo, de acercarse a Irán. Soldados de sus Guardias Revolucionarias y combatientes de Hezbollah están luchando fieramente contra nuestros hombres. Teherán representa el corazón del chiísmo regional con el que estamos mortalmente enemistados y compitiendo por la supremacía en el Medio Oriente. ¿Qué tienen los iraníes para ofrecerle que nosotros no? Es cierto que desde que asumió funciones el gobierno de Hassan Rouhani ha matado alrededor de mil disidentes y está al tope en la cantidad de ejecuciones per cápita a nivel mundial. Pero dénos tiempo. Los ayatollahs llevan treinta y cinco años en el poder perfeccionando su técnica autoritaria. Volviendo a lo nuestro: ¿exactamente que parte de la frase “Teherán no validó el Memorando en todo este tiempo” usted no entendió? ¿Por qué persiste? En fin. Este sí que es un enigma divino.

Por último, la insinuación de que si algo le pasara los argentinos deberán mirar al Norte y no al Medio Oriente estuvo demás. ¿Acaso somos los del ISIS menos amenazantes que Washington? ¡Por favor! ¡Que cosas dice! Ya ven, hermanos en armas, lo que sucede cuando uno no milita en nuestra Fe y se forma en una provincia que lleva por nombre Santa Cruz.

No obstante, no todo fue malo en su discurso. Eso de los “demonios internos y externos” al referirse a los judíos me encantó. Le regalo un smiley por ello J y un me gusta en su portal de Facebook; aunque no me haré seguidor suyo en Twitter pues me han dicho que abusa de ello, too much como le agrada decir. También ha hecho bien en instar a los sionistas a que acepten la creación del estado de Palestina; ya usaremos ese territorio para atacarlos oportunamente, como nuestros amigos de Hamas acaban de hacer desde Gaza y nuestros enemigos de Hezbollah han hecho desde el Líbano. Y me saco el sombrero por su crítica al modo en que Washington nos está atacando, ojalá (u “Oh Alá” como decimos por acá) que Obama le haga caso. Uno nunca sabe.

Al fin de cuentas, no estuvo tan mal. Quizás reconsideremos y la perdonemos.

Salum Aleikum,

Abu Bakr al-Bagdadi,

CEO, Jihad Global

Hamás e Israel fuera de foco

Tal como el proverbial cuento del hombre que pierde sus llaves en una zona oscura del barrio pero las busca en el patio de su casa sólo porque allí hay un faro de luz que le permite ver bien, la atención mundial sobre el último round bélico entre Hamas e Israel se ha vertido sobre los aspectos usuales que la prensa internacional ha destacado, a expensas de otras cuestiones que por no estar bajo el foco de luz mediático han quedado relegadas de la mirada global. Bien vale la pena echarles un vistazo pues ellas dicen mucho a propósito de la naturaleza de este conflicto, de la conducta de los combatientes y de la cultura de estos pueblos enfrentados.

Esta nueva confrontación -la tercera desde que Israel abandonó Gaza- no surgió de la nada; tuvo un hecho disparador y un actor responsable. El 12 de junio tres adolescentes israelíes fueron secuestrados y asesinados en Cisjordania. Sus ejecutores cantaron luego de matarlos. Pasarían tres semanas hasta que sus cuerpos serían hallados. En ese lapso y a modo de celebración, grupos jihadistas comenzaron a lanzar cohetes desde Gaza hacia poblados de Israel. Un gesto se popularizó en la calle palestina: una mano con tres dedos elevados, simbolizando a los tres jóvenes secuestrados y anunciando la esperanza de un nuevo intercambio como el de Gilad Shalit, soldado israelí secuestrado antaño por Hamas y recuperado a cambio de la liberación de 1027 terroristas que habían matado, en conjunto, a 569 israelíes. Cuando la policía israelí informó del arresto de dos sospechosos en el crimen, la madre palestina de uno de ellos declaró: “Estaré orgullosa de él hasta el día del Juicio Final… El objetivo de mis hijos es el triunfo del Islam”.

Al poco tiempo, en injustificada represalia, seis ultranacionalistas israelíes secuestraron y asesinaron a un adolescente palestino. Prácticamente toda la sociedad israelí se mostró consternada y el gobierno condenó enérgicamente el crimen. La madre de uno de los chicos israelíes asesinados denunció el acto de venganza y un tío hizo llegar sus condolencias personales a la familia de la víctima palestina. Estas respuestas moralmente dispares a crímenes similares no tuvieron el subrayado que merecían en la cobertura de medios.

El arresto de islamistas en Cisjordania y el crimen del joven palestino elevaron la determinación de Hamas de atacar a Israel. Cuando la cantidad y regularidad de misiles lanzados desde Gaza se tornaron intolerables, los israelíes respondieron con ataques aéreos. Los medios masivos de comunicación se ocuparon de mostrar las fotos de las víctimas palestinas: niños, mujeres, ancianos, familias enteras diezmadas en los bombardeos de la aviación hebrea; lo cual es trágico. Pero fracasaron en informar cabalmente sobre los diametralmente opuestos comportamientos militares de los contrincantes.

Típicamente, Hamas escondió militantes y arsenales en zonas densamente pobladas de civiles. Para evitar o minimizar víctimas civiles palestinas, el ejército israelí llamó telefónicamente a los habitantes de los edificios en los que miembros de Hamas se ocultaban para advertirles que ese edificio sería próximamente atacado. A continuación, la fuerza aérea disparaba un misil sin carga explosiva que, al impactar en el objetivo, servía de alerta a los residentes para que se diesen a la fuga. Recién entonces era lanzado el misil real. Esta técnica lleva por nombre “golpe en la puerta” en la jerga castrense israelí. En los anales de la historia militar es difícil hallar ejemplo semejante de sensibilidad hacia una población enemiga. Y sin embargo, la noticia apenas fue divulgada por la prensa internacional. Tristemente, tampoco recibió demasiada cobertura, si alguna, la reacción de Hamas, cristalizada en este comunicado de su Ministerio del Interior, publicado en la prensa gazatí: “El Ministerio de Interior advirtió a los habitantes a no prestar atención a los mensajes que las Fuerzas de Defensa israelíes transmiten a través de teléfono a los ciudadanos según los cuales deben desalojar sus viviendas inmediatamente [antes de los bombardeos]… El Ministerio solicita a los ciudadanos no prestar atención a esos mensajes y no abandonar sus hogares”. Los palestinos obedecieron a Hamas. Las fotos de sus cadáveres hicieron titulares de prensa críticos de la represalia militar israelí.

Tampoco fue lo suficientemente notado en los cables de prensa el hecho de que Hamas disparó cohetes contra Ashdod, donde está alojada la central eléctrica desde la cual Israel provee de energía a Gaza (aún durante la contienda); contra Jerusalén, lugar de residencia de las mezquitas más sagradas para el Islam y en cuyo nombre en el pasado los palestinos han lanzado intifadas contra los israelíes; y contra el centro atómico en Dimona, ubicado a pocos kilómetros de Gaza, cuya explosión presuntamente detonaría una carga radioactiva que afectaría no solamente a israelíes sino a masas de palestinos, egipcios, jordanos y según soplen los vientos quien sabe a quién más. ¿No debiera esta actitud genocida ser noticia de interés para la prensa internacional?

Boko Haram, ISIS, Al-Qaeda y los talibanes instantáneamente despiertan una mirada escéptica por parte de la opinión pública mundial. No así Hamas. A pesar de ser un movimiento fundamentalista islámico idénticamente comprometido con el desprecio hacia -y la lucha contra- los infieles, reina una cierta complacencia en la actitud periodística hacia él. Eso no es mérito de este grupo integrista. Es sencillamente suertudo: tiene por enemigo a una nación que la prensa ama odiar.

El efímero gobierno de Mohamed Morsi

Hosni Mubarak derrotó por goleada a Mohamed Morsi: 30-1. Los egipcios toleraron treinta años al primero en el poder pero no aguantaron más que un solo año del segundo en el gobierno. La coyuntura hace a la diferencia. Morsi cayó en un contexto de convulsión social y agitación política prácticamente inéditos en Egipto y en la región. La paciencia popular ya está agotada con los autócratas. Las multitudes ya han salido a las calles.

La irritabilidad está a flor de piel. Un error, un exceso, una ofensa y la cabeza del líder puede rodar. A su vez, Mubarak era un hombre del ejército, un militar secular (entendiendo al término solamente como antítesis del fundamentalismo) que contaba con el respaldo de su casta. Morsi, al contrario, no tenía el menor poder sobre los estamentos de seguridad de su nación: no controlaba al ejército ni a la policía ni a los servicios secretos ni a la guardia presidencial que lo protegía. El general golpista Abdul Fataj al-Sisi había sido puesto en el cargo por el propio Morsi.

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