Todos sabemos que la educación es un potente motor de cambio, de superación y de inclusión social. Además, es la herramienta más eficaz para el crecimiento equitativo, perdurable y justo de cualquier sociedad. Todo país se define por su sistema educativo, desde qué tipo de sociedad somos y sobre todo qué configuración social queremos para nuestro futuro: alfabetizada, competente, con igualdad de oportunidades en un mundo globalizado que exige la permanente capacitación de todos nosotros. Ese país con esa pobreza cero que todos anhelamos.
Son muchos los estudios que demuestran la relación entre los niveles de educación y de pobreza: a mayor nivel educativo alcanzado disminuyen notoriamente las posibilidades de ser pobres y estar marginados de la sociedad, que genera un círculo vicioso en las futuras generaciones.
Cada política que se ocupe de que los niños estén en las escuelas nunca estará de más, desde la asignación universal que les permita desarrollarse en plenitud, la obligatoriedad de sala de 4 años, entre tantas otras. Continuar leyendo