Hay quienes todavía no asumen la importancia del tema, las implicancias que supone, mucho más allá del episodio puntual. No advierten cabalmente que ese principio, establecido en el artículo 5º de la Constitución, es uno de los fundamentos cardinales de nuestra organización republicana y que hoy, más que nunca, debemos celosamente custodiar. Es más: la propia Iglesia Católica ha considerado que la laicidad está en el ADN de nuestro país y por eso organizó, el pasado noviembre, una importante asamblea bajo el título “Atrio de los gentiles”. Allí participamos ciudadanos de variada orientación filosófica en un clima de libertad y tolerancia amplio y fecundo.
Debe seguirse profundizando la reflexión y por eso ha resultado particularmente oportuno el planteo que realizara el diputado Ope Pasquet en la Cámara de Diputados. Con racionalidad y sin fanatismos, el país entero debe mirar con serenidad esta cuestión que, como veremos, ha adquirido una relevancia formidable.
En nuestro medio ya no se discute que el Estado laico no es contrario a las religiones, sino neutral ante ellas, imparcial. La libertad de la actividad religiosa es amplia y garantizada para todos dentro del cuadro general de libertades del país. El Estado los exonera de impuestos sobre sus propiedades o sus actividades educativas, como expresión de una actitud de reconocimiento. Incluso se han dado avances significativos hacia una laicidad más amplia, como fue la instalación de la cruz conmemorativa de la visita del papa Juan Pablo II y de la Universidad Católica. Continuar leyendo