Cuba, festín en tierra virgen

Su santidad Francisco llega a Cuba con todas las expectativas positivas: Ha sido vehículo de una nueva era de acercamiento entre los Gobiernos de los Estados Unidos y quienes usurpan el poder en la isla desde hace más de 50 años. Lejos están los años en que los católicos eran perseguidos o la época donde la religión era el opio de los pueblos. Tan lejos como meses atrás, quizás semanas, quizás días, o quizás ayer, pero no importa, para arrepentirte siempre tienes el último segundo de tu vida.

Al parecer, los hermanos Castro se han arrepentido, en privado, de sus pecados pocas horas atrás. El mayor de ellos, Fidel, ha sido servido con gentileza merecida. No ha tenido que mover siquiera un pie de su casa, pues hasta ella ha ido el enviado de Dios. ¿Cuál Dios? Es que Dios es él mismo para mi generación de cubanos. Esa donde expulsaron estudiantes o en la que, al ver un árbol de navidad, preguntábamos a nuestros padres: “¿En esa casa viven contrarrevolucionarios?”. Fidel estaba en todas partes, omnipresente. En todos los libros, todos los carteles, hasta incluso en cada avión que sobrevolaba nuestras cabezas. “¡Adiós, Fidel!”, gritábamos desde el patio de la escuela, la misma que tenía su cuadro en cada aula, su foto en cada libro. Siempre con sus botas de combatiente, omnipotente o, para usar una palabra más revolucionaria, invencible. Invencible con su traje verde olivo, impecable, almidonado para cada día aparecer en la televisión, su Biblia, nuestra única Biblia. Nos educaba sobre el arte de las ciencias, la economía, las matemáticas, el mundo, el cosmos. Él, que lo sabía todo, omnisciente, también nos protegía de un Dios que le hacía competencia. Lo tildaba de falso, inexistente, mentiroso y drogadicto, como el opio. Continuar leyendo

Invertir en Cuba. ¿Por qué ahora sí?

Cuba se ha puesto de moda, las noticias son diarias y los cambios “abrumadores”, según reflejan los medio del mundo. Aprovechando la coyuntura, muchos empresarios piensan hoy en realizar negocios y explorar nuevas oportunidades. Para facilidad del inversionista extranjero, la Asamblea Nacional promulgó la ley 118 de inversión extranjera. La anterior databa de 1995, con inversiones directas que bajaron hasta los 3,5 millones de dólares durante todo 2005, un número notablemente insignificante para un país. Si miles de empresarios antes dijeron “no”, ¿por qué ahora sí?

Un cambio se encuentra en el capítulo I, artículo 1.1. Mientras que en 1995 se tenía como objetivo contribuir “al desarrollo sostenible del país”, la ley actual plantea como objetivo el “desarrollo económico en función de una sociedad socialista próspera y sostenible”. Es más un retroceso que un avance.

Para lograr el objetivo principal, se remarca en el capítulo III, artículo 4.1 que, en caso de “motivos de utilidad pública o interés social previamente declarados por el Consejo de Ministros”, la inversión puede ser expropiada. Luego, con la intención de transmitir tranquilidad al incauto inversor, “protegen” al inversionista, permitiendo que este acuda a la vía judicial en los tribunales nacionales. Continuar leyendo

Una ley de medios a la cubana

“Si un gobierno no roba, si un gobierno no asesina, si un gobierno no traiciona a su pueblo, no tiene por qué temer a la libertad de prensa”.

Fidel Castro en la plaza de la Ciudad de Camagüey, 4 de enero 1959

Sólo nos queda pensar que Fidel debe haber robado a lo loco, asesinado a lo loco y traicionado a lo loco, en los 600 km que separaban Camagüey de La Habana, para que sólo cuatro días después de proferida la frase iniciara el sistema de mayor censura que ha existido en toda la historia de América Latina.

Con el respaldo ciego y entusiasta de la mayoría del pueblo cubano a la llamada Revolución, Fidel Castro no necesito de una “Ley de Medios”. Simplemente las cosas salieron por decreto y fueron desapareciendo los periódicos, revistas, y canales de televisión, desde los más chicos hasta los de tirada nacional. Todo quedo bajo el monopolio de El Granma.

Continuar leyendo