En 1960 Corea del Sur tenía un PBI per cápita menor al de Ghana. El país estaba devastado, porque apenas unas décadas antes había sufrido la invasión del Imperio japonés y, luego de independizarse, una guerra prolongada con Corea del Norte. Con una extensión de tan solo un tercio del territorio de la provincia de Buenos Aires, Corea se encontraba sin recursos naturales explotables y sin una población capacitada. De hecho, era uno de los países asiáticos con mayor tasa de analfabetismo en la región. Parecía estar condenado a tener un futuro negro.
Frente a esta situación, Corea del Sur tomó una decisión cardinal: la mayor apuesta del gobierno fue en educación, que desde entonces se volvió una férrea política de Estado. Medio siglo después, los resultados son contundentes: los estudiantes coreanos son unos de los más competitivos del mundo. Alcanzaron los mejores resultados en matemática y lectura en los exámenes PISA de 2012 (quinto lugar), superaron así a todos los países europeos, incluyendo a Finlandia.
Asimismo, obtuvieron el mejor rendimiento del mundo junto a los estudiantes de Singapur en las pruebas PISA para la solución creativa de problemas complejos, un examen que evalúa la capacidad de los estudiantes para razonar de forma autónoma y resolver problemas de la vida real. Continuar leyendo