El atril vacío

En el país de las maravillas todo está bien, la economía es más pujante que la canadiense y la australiana, los pobres alemanes emigran hacia esas tierras en busca de prosperidad, la inversión, en palabras de su ministro de Economía, vuela, las personas gozan de pleno empleo y pueden elegir libremente qué hacer con sus ahorros, ya que no existe ninguna restricción al cambio de monedas, aunque esto no sea necesario, puesto que la inflación es mínima. Ni hablar de la inseguridad, esta es una simple sensación que no se ve reflejada en los hechos: La gente camina tranquila en las calles, los niños juegan en la vereda y los vecinos toman mate tranquilos fuera de sus hogares, con la puerta abierta. La calma reina.

Resulta que en pocas semanas en el país de las maravillas se elegirá nuevo presidente, ¿pero quién podría oponerse a tan exitoso y próspero modelo? Pues todos aquellos que saben que, al igual que la antigua obra de Lewis Carroll, ese país es puro cuento.

Pero llegó el día en el que la realidad les golpeó en la cara a los autores del relato. ¿Cómo decirles a las familias de los niños que murieron de hambre que la pobreza no existe en la Argentina? ¿Cómo decirles a los jubilados que hacen malabares para llegar a fin de mes que la inflación es ínfima? ¿Cómo les explicamos a todos aquellos cuyos seres queridos perdieron la vida cuando quisieron robarles el celular, la cartera o lo que sea que llevasen puesto? ¿Que ello se debió a una simple sensación? Continuar leyendo

La pobre política de la dependencia estatal

Durante los últimos 12 años gobernó al país el oportunismo, el clientelismo y el populismo. Esto no es una simple opinión, es un hecho y queda demostrado por los números, que dan cuenta de que la pobreza actual es consecuencia de las decisiones políticas tomadas en la última década, basadas en medidas que no resuelven los problemas estructurales, sino que aparentan una mejoría que no es real.

Mientras para publicidad de los actos de Gobierno se destinan 1814 millones de pesos anuales, solo 476 millones fueron designados para la realización de las tan necesarias obras hídricas que hubiesen evitado la pérdida de más de mil millones de pesos tan solo en el sector agrícola bonaerense, sin contar las miles de familias que perdieron absolutamente todo. Mientras que en Aerolíneas Argentinas y Fútbol para Todos -empresas que podrían generar enormes ganancias con una óptima administración dentro del ámbito estatal- se gastan 4544 millones de pesos y 1742,7 millones de pesos anuales respectivamente, en la urbanización de villas se destinan 1641 millones.

Jamás se pensó en mejorarle la vida a la gente, se utilizaron los recursos de una de las épocas de mayor bonanza para nuestro sector productivo en “pintar una casa sin cimientos”, brindar nuevos servicios dignos de países desarrollados en un país que apenas logró recuperarse de la crisis del 2001, pero sin expandir su capacidad productiva, generándose empleo público como nunca antes en nuestra historia, sin alentar al emprendimiento privado. Esto llevó a que se gastara más de los que se producía, lo que tuvo como consecuencia un déficit fiscal financiado con el más tramposo de los impuestos que un gobernante puede imponer: la inflación. Continuar leyendo