En el film Mentiras que matan, Robert De Niro es un asesor de la Casa Blanca que contrata a un excéntrico productor de Hollywood -Dustin Hoffman- para “inventar” una guerra de su país con Albania. El “relato” del conflicto bélico es transmitido por televisión mientras el público norteamericano olvida el escándalo sexual que involucraba al presidente de Estados Unidos y que amenazaba con acabar con su credibilidad. La “cortina de humo” es exitosa para el gobierno norteamericano pero le termina costando la vida al productor televisivo que no se conformaba con ser sólo un genio en las sombras.
La película, basada en una novela de Larry Beinhart, apareció en carteleras a mediados de los noventa, coincidiendo con el punto más álgido del recordado “caso Lewinsky“, la becaria de la Casa Blanca que había tenido relaciones sexuales con el, por entonces, presidente Bill Clinton a pesar de que él lo negó públicamente.