Nota escrita en colaboración con Raúl Aragón
En sistemas presidencialistas tan fuertes como el argentino, para entender una elección crucial como la que estamos viviendo no alcanzan los categorías normales del marketing y el análisis político. En momentos claves como estos, los electorados van analizando, decidiendo y construyendo algo mucho más profundo que elegir a un hombre o una mujer para que los gobierne por los próximos cuatro años.
El mandato consiste en un número limitado de factores, si no uno, muy generales y referidos normalmente al mediano plazo, que justifican las razones por las que las mayorías optan por algunas de las opciones que compiten por el poder. Los votantes, cada vez más escépticos, entienden que las cosas son mucho más sencillas de lo que parecen. Saben que es muy poco probable que los candidatos puedan cumplir acabadamente con sus enormes listas de promesas. Vislumbran que en cada elección es bastante limitado lo que está en juego y que cada uno de los contrincantes cumple un rol claro, que surge como consecuencia de una mezcla de su personalidad, sus programas, sus ideas, sus antecedentes y su construcción política. Continuar leyendo