El mal ejemplo de YPF en Río Negro

El Código de Aguas, ley 2952 de Rio Negro, rige todo lo concerniente a la “tutela, gobierno administración y policía del agua pública, sus fuentes, lechos, cauces, riberas y playas; su uso y goce por las personas particulares, así como lo relativo a la construcción, administración y mantenimiento de las obras que posibiliten su aprovechamiento y preservación o la protección contra sus efectos nocivos”, siendo la autoridad de aplicación el Departamento Provincial de Aguas (DPA), quien tiene a su cargo todos los aspectos regidos por la ley, y debe asegurar su efectivo cumplimiento.

Recientemente, el DPA respondió a un pedido de informes del legislador Jorge Ocampos, y en su explicación señalaba que respecto a los controles a la industria hidrocarburifera, se verifican incumplimientos tales como la información en tiempo y forma de los incidentes (derrames) producidos en las áreas, la presentación de documentación referida a los monitoreos de las operaciones de inyección de aguas de purga y de los acuíferos freáticos y confinados, entre los más importantes. Mencionó en forma puntual la situación de la empresa YPF SA, la que desconocería arbitrariamente el Código de aguas, a partir de negarse en forma permanente a dar la información de carácter técnico solicitada todos los años, bajo la excusa que no se producen efluentes líquidos industriales que usen cuerpos hídricos receptores. La empresa, por tanto, no se siente obligada a presentar las declaraciones juradas, ni a pagar el canon de uso de cuerpo receptor hídrico establecido en dicha norma. Esto hace que el DPA no pueda implementar los monitoreos sobre calidad de aguas, ni evaluar los pasivos ambientales generados y los controles, para de ese modo en forma rápida y efectiva, proceder con medidas concretas a la protección de los cuerpos de agua superficiales y subterráneos.

A su vez, toda vez que el DPA pretende verificar la contaminación generada por la pérdida de los tanques de almacenamiento subterráneo de hidrocarburos, YPF interpondría recursos de revocatoria no reconociendo en este organismo la competencia ambiental. La actitud irresponsable de YPF SA podría esperarse de una empresa privada cuyo fin último, en su lógica acumulativa, es el lucro sin importar cuánto contamina a su paso. Pero en el caso YPF, reciente y parcialmente estatizada, con un 51% en manos del Estado, podríamos esperar una actitud más respetuosa de las leyes en las jurisdicciones provinciales. Quizás también el reconocimiento histórico de las malas prácticas de esta industria que hoy hace que, por poner un ejemplo, la cuenca del río Colorado tenga una contaminación alarmante.

Recordemos que un estudio del 2012 expuso que las empresas petroleras en el río Colorado denunciaron 1.164 incidentes en 2010 y 1.982 en 2011. Y serian solo los incidentes denunciados.  De los casi 2000 sucesos de 2011, 1.057 se debieron a una falla por corrosión, situación que es recurrente desde el año 2.000. Esto indicaría en todos los casos fallas en el mantenimiento y la necesidad de reemplazo materiales. En 2011 se vertieron en esa cuenca 5.652.000 litros de agua de producción y 429.000 litros de petróleo, el equivalente a unos 14 camiones de combustibles totalmente cargados.

Ante esta situación desalentadora, resulta contradictorio el mensaje del CEO de YPF SA, Miguel Galuccio, cuando se refiere a la conciencia ambiental: “Las compañías petroleras que han evolucionado y la conciencia medio ambiental que existía en una compañía petrolera, en las prácticas, los procesos, las técnicas cincuenta años atrás, no son del mismo rigor que tienen hoy”.

Para empezar, la misma YPF no está dando el ejemplo pues desconoce autoridad a los organismos establecidos por las jurisdicciones provinciales que deben controlar el estado de las fuentes hídricas y prevenir la contaminación. En el contexto de la nueva ley de hidrocarburos, la situación se vuelve aun más compleja, ya que se habilita con todo tipo de facilidades y prebendas, la explotación de hidrocarburos no convencionales a través del fracking y la promoción de las explotaciones off shore.

Repsol y la impagable deuda ambiental

La empresa española Repsol, que acordó unilateralmente con el gobierno argentino la compensación por la estatización de YPF, decidió hace unos días la venta del resto de las acciones que conservaba en la petrolera nacional. En pocas palabras, se fue lo último que quedaba de Repsol en YPF y nos deja una deuda impagable: la ambiental.

La estatización, como venimos denunciando desde un principio, es compleja. Al pasivo ambiental provocado por la petrolera española, tema que el kirchnerismo prefirió dejar a un lado, se suma el pago que las provincias con sus arcas diezmadas deberán realizar a Repsol. 

El kirchnerismo toma otra vez un atajo para evadir la ley. El precio, en lugar de ser acordado por el Tribunal de Tasación, se pacta directamente con Repsol. El gobierno nacional emite deuda por seis mil millones de dólares para saldar la expropiación de la petrolera. Es decir, van 6000 millones de dólares para los que saquearon YPF. Repsol es una de las empresas que más ha lucrado con nuestros recursos naturales, así como también una de las que más ha contaminado en los lugares donde ha operado.

Repsol se va de Argentina sin pagar un solo peso por el daño irreparable que provocó a nuestro suelo y a sus pobladores. La huella ambiental debería saldarse recomponiendo según lo establece la ley. Y en caso de que no sea factible, se debería haber establecido una indemnización. El kirchnerismo eligió hacer oídos sordos a nuestros argumentos.

Desde nuestro espacio político trabajamos para que los delitos ambientales sean considerados imprescriptibles. Para que por más que se vayan, el día de mañana no estén caminando por la calle o haciendo negocios otra vez aquellos que de manera irresponsable accionaron contra generaciones futuras.