El decreto petrolero del gobierno “nac & pop” ha terminado de confirmar lo que señaló el Partido Obrero en ocasión de la intervención a YPF: que el kirchnerismo resolvía la salida de Repsol sólo para reemplazarla por otros monopolios internacionales. La propia ley de “recuperación de la soberanía petrolera” (sic) contemplaba nuevas “alianzas estratégicas” con ellos -lo que no impidió que Solanas, Lozano y otros la apoyaran. En cambio, el Partido Obrero denunció una “reprivatización de YPF” (Prensa Obrera, Nº 1.218, abril de 2012).
El decreto oficial que precedió al acuerdo con Chevron habilita a quienes inviertan en gas no convencional a exportar una parte de su producción a partir del quinto año de operaciones y sin ningún tipo de impuestos (retenciones). Los pulpos podrán disponer libremente de las divisas que obtengan por ello, e incluso dejarlas en el exterior. Pero la proporción que se exporte quedará bajo el dudoso “control” de la propia YPF, así como del mismo elenco estatal que admite el contrabando encubierto de cereales desde los puertos privados. Si el Estado quisiera que esa parte exportable se destine al abastecimiento interno, deberá reconocerle a los pulpos el precio internacional de los hidrocarburos, lo que plantea un tarifazo en los combustibles. Pero el gobierno, de todos modos, marcha en esa dirección: desde la reestatización de YPF hasta hoy, autorizó un aumento de las naftas superior al 35%.