La reunión de la Comisión de Vivienda del lunes 1 de setiembre concentró todas las tensiones políticas derivadas del desalojo de Lugano. Más de doscientos vecinos, de la villa 20 y de otros barrios, se hicieron presentes y expusieron su situación: la brutalidad del desalojo ejecutado por la Metropolitana y la gendarmería nacional; el maltrato y hostigamiento que reciben ahora en los paradores u hogares donde fueron alojados; la vía libre a los narcos por parte del Estado y de sus fuerzas de ‘seguridad’.
Fue una denuncia brutal contra los dos Gobiernos. A renglón siguiente, el presidente de la comisión propuso tratar los proyectos “relacionados con la toma de Lugano”. Entre ellos, varias declaraciones o “pedidos de informes”. Pero no incluyó en el temario al proyecto de urbanización integral del barrio “Papa Francisco” y de la Villa 20, que nuestra banca presentó junto con otros diputados a partir de un trabajo de docentes de Arquitectura de la UBA y de los propios delegados villeros.
El argumento exhibido por la mayoría de los diputados, tanto macristas como kirchneristas, es que resultaba “absurdo” votar un proyecto que aún no había sido discutido por los asesores de la comisión. Una pura dilación, porque hace semanas que fue presentado y porque el PRO no quiere ninguna urbanización, cualquiera sea el proyecto que se trate.
En estas condiciones, mocionamos que el proyecto se incluyera en el orden del día y que también fuera votado por la comisión. Se encontraban presentes cinco diputados del PRO y cinco de la oposición, y el desempate por parte del presidente podía ser favorable al proyecto. De distintos modos, intentamos ser persuadidos por los K para que “no se vote”, ya que “no estaban asegurados los votos en el recinto”. Señalamos que era al revés: que teníamos que arrancar un dictamen favorable en la comisión, y luego, a través de una enérgica campaña política, preparar las condiciones para una votación favorable en el recinto. Nuestra moción, apoyada por el bloque de La Alameda, fue calurosamente sostenida por los vecinos presentes. El diputado kirchnerista “Quito” Aragón, que intentó denostar nuestro planteo, fue abucheado. La reunión se convirtió en una caldera, mientras el público reclamaba “que se vote, que se vote”.
Bajo esa gigantesca presión, los dos diputados kirchneristas presentes tuvieron que apoyar la moción del Frente de Izquierda. Lo mismo ocurrió con el presidente de la Comisión, de UNEN. El despacho, con voto mayoritario, estaba en condiciones de ser aprobado. Mientras algunos diputados macristas interponían chicanas para ganar tiempo, otros entraban en estado de desesperación. En esas condiciones, el macrismo trajo de su casa al diputado José Luis Acevedo, con el único objetivo de levantar la mano e impedir una votación a favor de la urbanización de la Villa. La llegada de Acevedo desató el escándalo y el repudio de todos los presentes. Lo mismo ocurrió con los reclamos para la sesión de un predio donde puedan erigirse viviendas transitorias a los desalojados, que se lo exigimos igualmente a la Nación y a la Ciudad.
Ningún encubrimiento
Despejada nuestra tentativa de debatir la urbanización de la Villa, la presidencia de la comisión propuso aprobar los pedidos de informes y declaraciones relacionados con la crisis de Lugano. Nos opusimos a firmarlos, no por su contenido, sino por la función política de esos proyectos inocuos: distraer la atención legislativa de la única cuestión que importa, o sea, la urbanización de la Villa 20. Señalamos que, en relación al punto, sólo íbamos a apoyar lo que implicara la conquista efectiva del derecho a la vivienda. De ese modo, desenmascaramos el parlamentarismo vacío de los bloques patronales. Los vecinos presentes desarrollaron toda una experiencia política.
La reunión de la legislatura ha dejado dos tareas precisas. Por un lado, es necesario redoblar la campaña por la aprobación del proyecto de urbanización. En segundo lugar, reagrupar y rodear de solidaridad a los desalojados, que el Gobierno pretende expulsar de los paradores para promover su desmoralización. Todo el movimiento de lucha por el techo debe sumarse: una victoria en Lugano servirá de palanca para impulsar la lucha de todas las villas de la Ciudad.